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Editorial
Una mano para el río
El Zulia, bien merece una retribución para que siga siendo un atractivo turístico.
Lunes, 7 de Octubre de 2019

Primero fue el Pamplonita, que nace en el Cerro  de Altogrande y sirvió de inspiración a Elías M. Soto para su composición musical “Brisas del Pamplonita”. Ahora es el río Zulia, que abastece de agua a la planta de Carmen de Tonchalá, y que desempeñará papel vital para desarrollar el proyecto del Acueducto Metropolitano de Cúcuta.

En una acción coherente con la un poco tardía oleada mundial de protección y defensa medioambiental, Corponor tomó medidas para proteger ambas fuentes de agua, entre las que destacan las recientes sanciones para los contaminadores de la corriente zuliana. Eso es importante y trascendental al hacerse cumplir la ley, aunque demostrativo de que hay muchos a quienes poco o nada les importa la suerte final de los ríos.

Si nos detenemos un instante en el emblemáticamente turístico río Zulia, la lupa deja ver que   unas coquizadoras y ladrilleras tienen puntos de descargas de residuos a  las quebradas La Florida y Tonchalá, que desembocan en él. O sea, lo convirtieron en algo así como en un botadero. 

Lo más triste, es que mientras este río figura siempre en la agenda para los domingos de paseo en familia o con los amigos, desde Cúcuta se le arrojan, cada segundo, 246 litros de aguas residuales domésticas, es decir, lo tenemos convertido en una gran cloaca para arrojarle toda clase de inmundicias. 

Sobre este particular, el primero en poner a la región en máxima alerta sobre el particular, fue el ministro Vivienda, Ciudad y Territorio, Jonathan Malagón,  cuando hace dos meses afirmara que Norte de Santander es igual que el África Subsahariana en aguas residuales,  llegándose posteriormente a evaluar con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la posibilidad de que financie los proyectos para la construcción de las plantas  de tratamiento de las aguas negras.

Lo único cierto es que a nuestros ríos no hay que mirarlos con desdén ni darles tratamiento de tercera, porque de su conservación, cuidado y protección depende que los acueductos puedan captar el preciado líquido para después despachárselo a los usuarios por las redes, para que lo reciban en sus casas, empresas y oficinas.

La continuación de los procedimientos que ponen en riesgo el mismo caudal ecológico, que ingresan el caudal y que contribuyen a la degradación de las condiciones sanitarias de estas cuencas y al deterioro medioambiental, solamente conducen a un camino: a la guerra del agua o al éxodo porque, como sabemos, este recurso es vital para la supervivencia humana.

Así que debemos resaltar la misión de la autoridad ambiental de meterse de lleno a salvar nuestros ríos. Ni más faltaba que no asumiera esa urgente tarea en la que no se debe desfallecer y mantener siempre vigente, máxime ahora que nos agobia el cambio climático. 

Sería un gran paso que Corponor liderara con la Gobernación, los municipios y los ministerios de Vivienda y del Medio Ambiente el plan para las plantas de tratamiento de aguas negras, no solamente en los ríos Pamplonita y Zulia, sino en otros también de gran importancia para Norte de Santander, en una tarea combinada de recuperación y protección. 

El Zulia, que tantas tardes dominicales le ha brindado a la gente para que se divierta y refresque  en sus aguas, bien merece una retribución para que siga siendo un atractivo turístico y no vaya a ser un dramático cuadro de lo que el hombre puede hacer cuando obra como un depredador.   

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