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Editorial
Unir y no dividir
Uno de los grandes interrogantes es si Petro dará un giro total a la política exterior colombiana.
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Lunes, 20 de Junio de 2022

Por primera vez en la historia de un país de tradiciones civilistas e históricamente ligado al bipartidismo, un representante de la izquierda ha ganado las elecciones presidenciales. 

No se trata de un político de izquierda cualquiera, sino de un exmilitante de la guerrilla del M-19 que después de tres intentos por llegar al cargo más importante del país, logró cautivar a los colombianos con una discurso de cambio, de profundas reformas sociales y  de polémicas propuestas que plantean un incierto panorama en materia económica y en lo que será la relación gobierno-empresarios. 

Gustavo Petro Urrego, un hombre polémico que ha despertado amores y odios, recibe un país completamente dividido, adolorido y marcado como nunca antes por una campaña sucia, llena de desinformación y noticias falsas que dejó al país hastiado. 

Los 10 millones y medio de colombianos que votaron por Rodolfo Hernández, si bien representan un importante caudal electoral, dejaron en evidencia que el deseo de cambio fue más fuerte que el miedo que Petro despierta en algunos sectores sociales y económicos, que se han mostrado excepticos frente a sus propuestas. 

Uno de los grandes interrogantes es si Petro dará un giro total a la política exterior colombiana, donde los expertos han previsto que busque ‘refundar’ la izquierda a nivel continental y un posible cambio con las relaciones que tradicionalmente ha tenido Colombia con Estados Unidos, aliado estratégico del país y con quien el nuevo presidente ha manifestado diferencias.  

La relación del nuevo presidente con las fuerzas militares es otro tema que genera incertidumbre. Más allá de  los enfrentamientos que se dieron en campaña entre el comandante del ejército y el hoy electo presidente y de lo extraño que pueda ser un exguerrillero liderando las fuerzas militares, su propuesta de gobierno incluye ambiciosas reformas que pasan por acabar el servicio militar obligatorio, por desmontar el Esmad y reformar las fuerzas armadas.

La gran conquista del electorado que llevó al triunfo a Petro y a Francia Márquez estuvo en el planteamiento de las reformas sociales que tanto necesita el país, donde la pandemia dejó un escenario alarmante de pobreza (39% de la población), pero está por verse la capacidad que tenga el nuevo presidente de escuchar a los gremios y a los analistas económicos que han pronosticado que propuestas suyas, como la de suspender la firma de nuevos contratos de exploración de hidrocarburos, en el contexto de transición energética global, tendrían graves efectos macroeconómicos que resultarían drásticos e inmediatos sobre la tasa de cambio y la balanza comercial. 

La retoma de las relaciones con Venezuela, como lo anunció en su campaña, será inminente, pero se desconoce la postura que tomará frente a la relación del gobierno del vecino país con el llamado cartel de los soles y grupos armados ilegales que hoy ostentan el control de la frontera. 

La expectativa por la llegada de Petro al poder generará nerviosismo, pero de su capacidad de unir, de tender puentes y de generar confianza entre empresarios, sectores productivos y el congreso, donde no tiene mayoría, dependerá que logre cambiar la realidad con la que recibe el país.  

Ojalá que por el bien de Colombia, tenga la sabiduría de implementar los cambios sociales que se necesitan sin afectar la economía y sepa convocar, como lo prometió en su discurso, un amplio frente nacional que genere consensos. 

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