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¡Vamos a votar!

Ir a votar es el mejor plan para este puente festivo democrático.

Llegó la hora. Ir a votar es el mejor plan para este puente festivo democrático. Abstenerse no es la opción porque aunque el elegido gobernará para todos, el hecho de decir que eso de la política está lejos de nuestros intereses, la verdad es que después el tiempo probará que se cometió un error.

En las elecciones presidenciales de 2018, en Norte de Santander la participación se situó en el histórico 54,1% haciendo descender la abstención a un nivel emblemático del 45% que no se veía hasta ese momento en 20 años. 

Entonces, aquí la primera misión es, por lo menos, mantener ese volumen de presencia en  los comicios por parte de los potenciales votantes que hoy llegan a ser 1’296.482 personas que se encuentran en el censo electoral en el departamento.

Como región situada donde nace Colombia, qué mejor ejercicio que un masivo voto ciudadano –por la opción que se quiera- con la esperanza de poder lograr las soluciones adecuadas a conocidos problemas que la agobian desde hace mucho tiempo.

Hoy, lo único cierto, es que cuando marquemos en el tarjetón la fórmula que consideremos adecuada, tengamos en cuenta que muchas de esas complicaciones que atormentan a la región, tienen que ser atendidas, sí o sí, por quien gane la Presidencia de la República.

Así sea que hoy se defina quién reemplazará al presidente Duque o que sea necesario ir al balotaje, el cucuteño, pamplonés, ocañero, rosariense, patiense y en general los nortesantandereanos tienen que abarrotar las urnas para darle ese poderoso sustento de participación democrática a sus pedidos al nuevo gobierno que se instale el 7 de agosto.

Para que esa participación logre esos propósitos y haga valer el voto como elemento que simboliza el derecho ciudadano a elegir y ser elegido y el deber para apoyar a las instituciones democráticas, es innegable que es esencial para protegerla de diversos males que la debilitan.

La compra y venta del voto, el constreñimiento, coacción o intimidación y la violencia acechan, convirtiéndose de paso en factores perturbadores,  contra los cuales hoy resultaría muy saludable para Colombia que reciban una contundente derrota.

De nada serviría mostrarle al país que tenemos altos índices de votación, si a la postre una parte surgió de acciones de corruptela electoral -al recibir un billete, un mercado, una hallaca o la falsa promesa de un contrato-. 

Al ocurrir eso, queda envilecido el libre derecho a la participación política afectando la capacidad de exigir que en el país se hagan las reformas y transformaciones urgentes en lo social, lo económico, en la estructura misma del Estado, en la consolidación de la paz, en la política de las relaciones internacionales, una real lucha contra la corrupción y la verdadera independencia de los poderes públicos.

Luego de la agitada y controversial campaña, en esta nueva cita el pueblo activa su soberanía del sufragio luego de los análisis previos, que ojalá se hayan hecho de los programas expuestos por los candidatos, para evitar actuar por fanatismos carentes de evaluación o inducidos por sesgos manipuladores.

Los potenciales votantes con la cédula, su conciencia  y el esfero en el cubículo marcarán la equis sobre el tarjetón, no solo para elegir al nuevo inquilino de la Casa de Nariño, sino para darle un nuevo aire a esta democracia participativa que en medio de dificultades y altibajos ha recibido una nueva oportunidad para fortalecerse y consolidarse.

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Domingo, 29 de Mayo de 2022
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