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Editorial
Villa del Rosario sin agua
Recordemos que este problema no es de hoy sino de muchos años atrás, antes de que su población se multiplicara luego de la llegada masiva de venezolanos que salieron en éxodo del vecino país.
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La opinión
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Viernes, 13 de Mayo de 2022

Delegados de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios deberían darse una vuelta por Villa del Rosario para determinar realmente qué es lo que está ocurriendo con la pésima prestación del servicio de acueducto en esa localidad fronteriza.

Recordemos que este problema no es de hoy sino de muchos años atrás, antes de que su población se multiplicara luego de la llegada masiva de venezolanos que salieron en éxodo del vecino país, y también por la expansión urbanística que ha venido registrando.

Los usuarios se sorprenden porque si llueve, les dicen en la empresa que la bocatoma ha sufrido problemas y que la turbidez no permite la producción de agua potable para surtir a los habitantes del municipio histórico.

Pero si hace sol, se les dice que debido a la sequía el caudal disminuyó y no hay suficiente capacidad para que el sistema les envíe agua a los rosarienses.

Es decir, no se trata de hechos fortuitos sino de un asunto de carácter estructural que ha ido profundizándose y volviéndose una situación prácticamente inmanejable que ahora está provocando protestas entre la comunidad.

Los habitantes de esta localidad fronteriza siguen sin entender, por ejemplo, que en muchas ocasiones se vean obligados a comprar agua en carrotanques para sus hogares, pero puntualmente sí les llegue el recibo de cobro.

Es delicado lo que está ocurriendo en este municipio que tiene una población estimada hoy en 101.952 personas, con los racionamientos, los turnos y los problemas de cobertura y calidad en la prestación del servicio de agua.

Sería realmente interesante que el Concejo y la Alcaldía escuchara a la comunidad en un debate en la corporación o un cabildo abierto para que haya acciones de emergencia pues no de otra manera se puede tratar el hecho de que una población padezca de sed, y sienta  que la institucionalidad no hace lo suficiente para enfrentarla.

Por el momento no se puede contar todavía con el Acueducto Metropolitano de Cúcuta, porque solamente hasta junio se terminarán las obras y después de ahí vendrá el proceso para la conexión a los tanques.

Y como si fuera poco deberá surtirse el trámite encaminado a la definición y escogencia del operador de este sistema que les llevará agua a quienes habitan en Cúcuta, Los Patios y Villa del Rosario.

El cálculo, si se cumple el cronograma y en el camino no surgen traumatismos, es que a finales del presente año todo esté definido para que a comienzos de 2023 pueda arrancar sin inconvenientes.

Viendo esto, es indudable que la Superservicios tiene la obligación de organizar y reclamar la aplicación de una estrategia para que el agua llegue a los hogares rosarienses, teniendo en cuenta además, que esta localidad pegada a la frontera con Venezuela maneja a diario una gran cantidad de población flotante, que es igualmente usuaria, momentáneamente, de ese servicio público domiciliario.

En este sentido entonces, el proyecto del acueducto que lleva el nombre de Francisco de Paula Santander, nacido en de Villa del Rosario, adquiere mayor trascendencia puesto que es la megaobra llamada a  surtir del preciado líquido a más de un millón de habitantes durante los próximos cincuenta años, de manera ininterrumpida.

Con el malestar ciudadano en el municipio histórico que se quedó en el pasado en materia de agua potable, es indudable que la anhelada obra tiene ahí una de sus razones de ser, por lo cual los gobiernos nacional y departamental y municipales deberán de actuar con premura para pagar esta deuda social con el área metropolitana de Cúcuta.

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