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Y dele con el contrabando de carne

Para las autoridades, este negocio ilegal resulta muchas veces más rentable que el tráfico de drogas.

Desde hace muchos años, el contrabando de carne de Venezuela a Colombia se volvió una práctica criminal que los gobiernos y las autoridades de los dos países no han sido capaces de contener nunca. 

Como el contrabando de gasolina y otros combustibles y productos que pasan por los puentes, trochas y pasos ilegales a lo largo de la extensa y porosa frontera de los dos países. 

Para nadie es un secreto en la zona de frontera el crecimiento incontenible y permanente de este comercio ilícito, que ha estado y está bajo el control de verdaderas mafias y carteles que son los que se lucran con el negocio y a partir del cual se generan y proliferan todo tipo de actividades delictivas y criminales, que finalmente se ven reflejadas en los altos índices de violencia e inseguridad que vivimos en Cúcuta y su área metropolitana.

Para algunas autoridades, este negocio ilegal resulta muchas veces más rentable que el mismo tráfico de drogas.

Son muchos los anuncios de planes de choque, de declaratorias de “guerra sin cuartel”, de operaciones conjuntas, de patrullajes intensos, de mesas fronterizas y de otras estrategias que hemos venido escuchando en un lado y otro de la frontera para acabar el contrabando en todas sus formas. 

Hay que reconocer que se han dado importantes golpes a las estructuras que manejan esta red criminal y que se han logrado cuantiosos decomisos, pero el problema sigue y se agranda y cada vez son más los daños que causa. 

¿De qué ha servido, por ejemplo, el cierre de la frontera que decretó hace casi dos años unilateralmente el gobierno de Venezuela?

El contrabando de carne y de alimentos se hace en forma antihigiénica que pone en riesgo la salud de la población. Y el de gasolina y combustibles, en forma rudimentaria y altamente riesgosa. 

Su impacto negativo en la economía de la región es tremendo.

Ahora con la aparición de los brotes de fiebre aftosa las alarmas están encendidas con toda su intensidad. 

Y no es para menos: la aftosa no solamente pone en riesgo un sector muy importante de la economía nacional sino que da al traste con los logros que con mucho esfuerzo se habían  obtenido en la conquista de los mercados internacionales. 

También ahora nos anuncian nuevas medidas y planes de choque que ojalá se cumplan en forma correcta y se logren los resultados y objetivos pertinentes.  

En esta situación de emergencia la responsabilidad es de todos los gobiernos, autoridades, gremios y particulares. 

Tanto de Bogotá como de nuestras entidades territoriales. 

A todos, pues, corresponde ahora la responsabilidad de trabajar con entusiasmo y sin egoísmos por encontrar los caminos que nos permitan salir de esta encrucijada. 

No va a ser fácil, pero hay que hacerlo y cuanto antes, mejor.

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Domingo, 23 de Julio de 2017
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