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Editorial
¿Y después de Jossimar?
Hoy, es muy válida la pregunta, ¿y después de Jossimar, quién?
Jueves, 26 de Julio de 2018

Dentro  de pocos años, muy pocos, por cierto, Jossimar Calvo dejará de brillar como estrella rutilante del deporte. Es la ley natural, que en el caso de un deportista de alto rendimiento, como él, es más drástica: llega un momento en el que al atleta ya no le es posible mejorar, aunque esté en el máximo de sus condiciones.

Y, entonces, ni Cúcuta ni norte de Santander volverán a ser, en los campos y las actividades del deporte, la referencia obligada que son hoy gracias a Calvo, un deportista al que, de todas maneras, le ha faltado el apoyo necesario.

Los deportistas cucuteños no han superado etapas que dejaron de existir en otras regiones hace muchos años, como la de ir, de oficina en oficina, de comercio en comercio, mendigando un apoyo para poder viajar a competencias a las que los invitan o a las que desean asistir para probarse.

Son deportistas con totuma, que en poco tiempo, decepcionados, desisten de pedir monedas, porque no hay una política pública de apoyo al deporte, como no la hay, tampoco, de estímulo a la creatividad artística.

A comienzos de la semana, al Concejo de Cúcuta llegó Isabela Santodomingo, una cucuteña que es campeona suramericana pre infantil de gimnasia aeróbica, en busca de apoyo económico municipal para viajar a Estados Unidos, a representar a Colombia.

Si no hubiera sido porque algunos concejales le dieron de su dinero, la niña habría salido de allí con la totuma y las manos vacías, y con el alma rota, porque, como siempre, en el Municipio puede haber dinero para muchas cosas, incluso superfluas, pero no para los deportistas y los artistas.

Hay un ejemplo que es oportuno citar, de cómo con apoyo, le realidad de una región en materia deportiva puede cambiar de manera radical.

Hasta hace unos 20 años, las potencias deportivas colombianas eran departamentos como Valle, Bogotá, Antioquia, Fuerzas Armadas, Cundinamarca y Atlántico. Entre sus deportistas se disputaban las medallas en los campeonatos que se realizaban en el país, y de allí salían los representantes para competencias en el exterior.

Poco a poco, producto de una política pública del departamento, el nombre de Boyacá comenzó a colarse entre los triunfadores. Hoy, Boyacá es la cuarta potencia deportiva colombiana, después de Valle,

Bogotá y Antioquia, y continúa en pleno ascenso. Lo ha demostrado en los juegos nacionales y en muchas otras competencias de alto nivel.

En cambio, en Cúcuta, todo se queda en promesas que jamás se cumplen. En enero, el municipio prometió que contrataría a cuatro monitores para gimnasia, el deporte destacado de la ciudad. Hace un mes, le hablaron al alcalde de la falta de los monitores, y se comprometió a nombrar al menos uno, pero nada de nada.

Así, es prácticamente imposible formar deportistas. Algunos que brillan son tenistas, golfistas, patinadores y nadadores apoyados por sus familias, que los vinculan a clubes del nivel más destacado, que terminan de formarlos y de dotarlos con todas las herramientas que necesitan para hacerse altamente competitivos.

Hoy, es muy válida la pregunta, ¿y después de Jossimar, quién?

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