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¿Y la palabra empeñada?

La flamante comisión elaboró un informe de conclusiones en el que se muestra favorable al fracking.

Que alguien incumpla su palabra es decepcionante, en especial si con ella fue elegido a un cargo público, pues algunos electores pudieron haber decidido su voto en base a ello. 

En la campaña, el candidato Iván Duque prometió que, en caso de resultar elegido presidente, durante su gobierno, Colombia no acudiría al uso de la técnica de la fracturación hidráulica (fracking) del subsuelo para posibilitar la extracción de gas y de petróleo.

Pero como es común en Colombia, las promesas de campaña son como palabras al viento. Si hubiera coherencia entre sus palabras y sus actos de gobierno, no hubiera el presidente convocado una comisión de expertos para estudiar la posibilidad de que el sistema se aplique. 

Pues la flamante comisión, creada por los ministerios de Ambiente y de Minas y Energía, ya elaboró un informe de conclusiones en el que se muestra favorable a la práctica, ‘siempre y cuando, dentro de la operación, se sincronicen programas para supervisar niveles de sismicidad, contaminación hídrica y afectaciones a la salubridad’.

Al fracking se opone el mundo ambientalista, el que protege las nacientes de agua, pues el líquido que brota de ellas viene, precisamente, de las entrañas de la tierra que serán perforadas y rotas con taladros y con sustancias químicas que, es posible, lo contaminen y los habitantes de la zona se vean afectados.

En ese grupo de gente consciente de los peligros del uso de químicos que se hace necesario con el fracking estuvo, hasta el día de la elección presidencial, el hoy presidente de Colombia. Se cambió de bando sin siquiera disculparse con quienes confiaron en su palabra y lo apoyaron en las urnas.

El debate sobre el fracking es mundial, no está focalizado en Colombia. Y en todos los países, los argumentos en contra de estos yacimientos no convencionales (ync), como los llaman, giran en torno de la gran necesidad de preservar el agua, única garantía esencial e ineludible de la vida.

Que los expertos recomienden extremar los controles para evitar los daños al medioambiente no significa que los vayan a ejercer, no al menos con el rigor que el sentido común, la sensatez y las normas legales lo exigen.

O, acaso, ¿cuál de los órganos de control cumple a cabalidad con su tarea de vigilar, de supervisar y de oponerse a prácticas que no se corresponden con lo que se espera? ¿No están bajo cuestión, por ejemplo, la fiscalía, la contraloría y otras agencias similares? ¿De qué sirven tantas superintendencias como las que existen en Colombia? Es muy difícil imaginar a los supervisores en plena selva, siguiendo en detalle, día y noche, las tareas de máquinas y obreros fracturando las rocas bajo el suelo con poderosos y constantes chorros de agua y venenos…

Dicen que la nueva técnica permitiría incrementar la producción de crudo de 5,8 a 12,5 años, y la de gas en algo parecido. Pero son hipótesis, formuladas, sí, con base en el uso de las más avanzadas técnicas —o eso dicen—, que de todas maneras no arrojan resultados infalibles.

En cambio, si una fuente de agua se secara por razón del fracking, sería para siempre. No se podrá resucitar.

Sábado, 16 de Febrero de 2019
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