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Editorial
¿Y las pruebas para qué?
Medio mundo respaldó el bombardeo del viernes en la noche contra los supuestos laboratorios sirios de fabricación del gas venenoso. 
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Sábado, 14 de Abril de 2018

Los gobiernos tienen fábricas de pretextos con los cuales justificar sus acciones, cualesquiera que ellas sean. Y en materia de argumentar razones sacadas de la manga, para invadir países y hacer la guerra con ventaja, Estados Unidos tiene larga historia…

Basta citar las mentiras de las armas de destrucción masiva que, supuestamente, Irak desarrollaba para atacar al resto del mundo árabe, para medir los alcances de la Casa Blanca cuando de justificar sus invasiones y guerras de trata.

Después de decenas de millares de muertos y heridos, de un país prácticamente desaparecido bajo las bombas, de un mundo dividido, de crímenes de lesa humanidad sin cuenta, resultó que el argumento de George Bush para irse contra Irak y Saddam Hussein fue falso: jamás hubo tales armas de destrucción masiva.

Ahora le tocó el turno a Siria, a cuyo gobierno Estados Unidos y Europa culparon de lanzar un infame ataque con gases prohibidos contra un fortín rebelde en el que, al fin de cuentas, había mayoría de madres y niños que murieron asfixiados.

Pero ¿sí es el presidente Bashar al-Assad el responsable? Muy dudoso, si se tiene en cuenta que todos los gobernantes conocen las consecuencias de usar armas químicas prohibidas. Tendría que ser tonto, el mandatario, y si lo fuera, no sería el mandatario… Aunque casos se han dado.

Pero pudo ocurrir, que alguien lo hizo de tal manera que no quedó nadie a quien más culpar, que el gobernante. También, casos se han visto, y muchos. Y como usar armas químicas está proscrito por las Naciones Unidas, el camino queda abierto para castigar o tomar venganza, que para el caso es lo mismo. Y los jueces son, también como siempre, las grandes potencias.

Medio mundo respaldó el bombardeo del viernes en la noche contra los supuestos laboratorios sirios de fabricación del gas venenoso. Pero el otro medio mundo pregunta ¿dónde están las pruebas de que al-Assad es el responsable de usar gases letales contra su propia gente, así fuera un grupo rebelde?

No las hay, como tampoco las hubo contra Saddam Hussein en Irak.

Pero para Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que bombardearon Damasco incluso sin autorización de Naciones Unidas, no hay necesidad de pruebas, y menos si en la Casa Blanca está alguien como Donald Trump, que urgentemente necesita tomar distancia de Rusia y de Vladimir Putin, que le ayudaron ilegalmente a ser presidente, si nos atenemos a muchas investigaciones privadas y oficiales de Estados Unidos.

Trump atraviesa su peor momento en el poder, con una imagen negativa que sin duda lo debe tener más que preocupado, por razón, entre otras, de la conexión rusa. Y atacar a al-Assad ―contra el querer de Moscú, su aliado, que se ha quedado quieto por ahora a pesar de que hay una fundamental base militar rusa en Siria― se hizo inevitable.

No parece probable que, como era antes, una acción bélica como esta le ayude a Trump a levantar su imagen en las encuestas en la medida en que espera; tampoco, que las investigaciones por la conexión rusa se detengan. Los problemas internos de Estados Unidos tienen que ver con la economía y el desempleo, no con golpes injustificados e ilegales contra países abrumadoramente indefensos a los que las potencias tienen como juguetes de fin de semana.

Es a esta serie de infamias a la que llaman interés geopolítico.

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