La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
¿Y los ciudadanos?
Todos los electores somos igualmente corruptos, pues nos hemos dejado someter por la costumbre de votar por un tamal o por 50.000 pesos.
Image
La opinión
La Opinión
Viernes, 21 de Junio de 2019

Si en Colombia hubiera siquiera un pequeño porcentaje de ciudadanos con clara consciencia de lo que representan para la democracia, como ocurre en tantos países, ningún partido, ningún dirigente político, ningún gobierno se burlaría de la gente, como acaba de ocurrir con el único proyecto anticorrupción sobreviviente de un paquete de siete.

Responsables de lo sucedido somos todos los ciudadanos, es decir, todos los colombianos en capacidad de decidir en las urnas, que jamás tomamos distancia del clientelismo y de la corrupción que todo lo controlan, todo lo dominan y todo lo deciden en la política partidista y en la administración del Estado. No se puede ni se debe buscar a nadie más para señalar con el dedo.

Y, en ese sentido, todos los electores somos igualmente corruptos, pues nos hemos dejado someter por la costumbre de votar por un tamal o por 50.000 pesos o por la promesa de un empleo o por la posibilidad de una beca o de un cemento… Y mientras sigamos vendiendo la conciencia, los elegidos seguirán actuando en su exclusivo beneficio, sin que les importe un comino la suerte del resto de la gente.

Ayer, luego de la negra jornada del jueves en el Congreso y la enorme burla en relación con la ley que impedía a los burócratas condenados por corrupción ir a su casa a pagar la condena, surgieron mil y una razones para justificar por qué no se votó el proyecto.

Nadie, ni el presidente del Senado, Ernesto Macías Tovar, ni el de la Cámara de Representantes, el nortesantandereano Alejandro Carlos Chacón, ni la pareja de conciliadores ni los demás congresistas, realmente nadie tuvo el valor civil para asumir, aunque fuera en parte, la responsabilidad, por acción o por omisión, del fracaso estruendoso de la iniciativa. Para todos, las cosas ocurrieron, simplemente, sin explicaciones convincentes, sin rubor alguno, sin vergüenzas, sin más…

La rumba vallenata de despedida para Chacón y bienvenida a Lidio García, quien será el nuevo presidente del Senado, ambos liberales, fue la conclusión de un día de trabajo, matizado por la polla de apuestas en torno del partido de Colombia por la Copa América de Fútbol y, durante la cual, se sepultó el proyectó que quedaba del paquete anticorrupción

Desde luego, desde la cúspide de su soberbia nacida del poder, los dirigentes políticos responsables están convencidos de que los electores creyeron todas sus excusas, todas sus evasivas. Pues no. Nadie les creyó, Pero, por supuesto, por esa increíble falta de educación y de conciencia política de los colombianos, nada más allá sucederá. Todo quedará olvidado esta tarde de sábado, gracias al fútbol.

Y, cuando vengan las nuevas elecciones, otra vez serán elegidos los mismos que le han negado al país normas tan importantes, y tan elementales, como la que determina que los políticos corruptos vayan a la cárcel, no a su cama, a engordar… Y eso lo saben ellos, cuya única preocupación es la de hallar el dinero que permitirá perpetuar la práctica del tamal y del cemento, bases de la corrupción que todo lo devora, inexorable e impunemente.

Temas del Día