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Editorial
‘Zolo Taxis’
Confiemos en que la norma se sobreponga a nuestra realidad de que acá todos hacen lo que quieren y a su propia conveniencia.
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Jueves, 6 de Octubre de 2022

Hagamos fuerza porque este    plan de las Zonas Logísticas de Transporte Público Individual (Zolo Taxis), aprobada por el Área Metropolitana de Cúcuta no se vaya a quedar en otro esfuerzo fallido para reordenar y frenar la masiva aparición de paraderos de taxis en la región.

Un ejemplo es la Diagonal Santander y la calle 10, en donde hay dos estacionamientos en plena vía pública, al lado del centro comercial que allí funciona. Pero hay muchos otros.

En horas de alto tráfico -aunque buena parte del tiempo esa zona vive congestionada- ese par de puntos tomados por los taxistas, contribuyen a empeorar el problema de movilidad.

En los parques, en las entradas de las urbanizaciones, en áreas aledañas a hospitales y clínicas y en los más diversos sitios es común encontrarse con un paradero de taxis.

Nadie tiene ninguna explicación para ello, porque ni están regulados y en su mayoría no tienen autorización. Incluso, algunos de esos lugares no son para todos, sino para ciertos conductores de la llamada mancha amarilla.

Se desconoce quién en el pasado permitió que surgiera esta semilla que ha germinado en diversidad de lugares, pero que a raíz del crecimiento del parque automotor tanto de taxis (más de 8.000) como de los demás vehículos, hoy afecta la movilidad por su ubicación en áreas de alto flujo vehicular. Y ningún alcalde de los últimos períodos se atrevió a hacer el censo de los taxis, para no descubrir los “negociados” que se realizaron en todas las administraciones.

Desde ya los taxistas de Cúcuta están advertidos que solo se autorizarán 286 zonas amarillas. En Villa del Rosario, en cuyo territorio también se nota una tendencia al crecimiento de esta modalidad, se permitirán 8, igual número tendrá Los Patios, 6 El Zulia y de a uno Puerto Santander y San Cayetano.

La filosofía de lo que se definirá consiste en emprender una estrategia de planificación del territorio,  acabando la discrecionalidad de que un paradero nace donde se les ocurra a los taxistas. Eso parece que llegó a su fin. Confiemos en que la norma se sobreponga a nuestra realidad de que acá todos hacen lo que quieren y a su propia conveniencia.

Y es que de esta costumbre fue donde se originó una valla colocada en alguna capital de un departamento vecino, que decía: “Si quiere hacer lo que le dé la gana, váyase para Cúcuta”.

Todas las zonas amarillas serán examinadas desde aspectos como la generación de trancones, invasión del espacio público, efectividad y área de cubrimiento, entre otras.

Además, y ojalá que este punto también se cumpla a cabalidad, la idea es que el 30 por ciento de los taxistas permanezcan en esas áreas, lo cual sería de alivio para descongestionar un poco el tránsito, porque eso equivaldría a que dichos automóviles no estén dando vueltas en busca de usuarios y gastando gasolina, que bien cara se va a poner cada mes, de acá en adelante, aunque permanezca subsidiada.

Estaba haciendo falta que alguien le metiera el diente a este asunto de ciudad. Lo importante es que los taxistas entiendan que así como ellos exigen, los municipios y sus habitantes esperan una contraprestación, no económica, sino de esfuerzo ciudadano.

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