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‘Carretín’, 50 años debajo de las carpas

14 vestidos conforman su ajuar de payaso.

Aún se para frente al espejo a acomodarse la redonda nariz roja, a retocarse el bigote blanco, la sombra de los ojos y repisarse las cejas de negro.

Esa rutina la ha repetido infinidades de veces, incluso desde que era estudiante de bachiller en el colegio Sagrado Corazón. Siempre lo ha hecho con un propósito: divertir a su público. Y para ello, también, mimetiza sus 1,88 metros de estatura en su enterizo vestido azul, se pone medias de rayas y calza puntudos zapatos de dos colores. 

Jesús Contreras Hernández afina sus tiernos gestos con una rala peluca y gorro de colores, de acuerdo con el vestido que se ponga para la función.

Cuando salta al circo, debajo de la carpa, deja atrás su nombre y se hace llamar ‘Carretín’, apodo que su madre Ana Hernández le puso cuando empezaba con sus ‘payasadas’ en la casa. Le decía “deja de hablar tanta carreta, carretín”. Y Carretín le hizo caso a sus pálpitos y desde hace medio siglo anda, bajo carpa, de circo en circo.

Y a su hijo Iván Darío lo contagió de su alegría, de sus payasadas, y lo convirtió, sin darse cuenta, desde que tenía 11 años, en “Pirinola”, hoy tiene 33 años de nacido.

Carretín ha recorrido los barrios de Cúcuta, los municipios de Norte de Santander, departamentos de Colombia, pero tambien ha estado  en Venezuela, Ecuador, Perú y Panamá.

Se ha enrolado con los Hermanos Gasca de México, los Hermanos Domínguez, con el circo Ruso de Moscú, con la Vecindad del Chavo del Ocho,  con el Circo de las Estrellas, con Fernando Pacheco, con los payasos Bebé y Tuerquita,  de Animalandia.

Abrió su propia carpa  en el 2008, la bautizó  Circo las Estrellas y anduvo de pueblo en pueblo con su pequeña nómina que la integraba su esposa  Nancy González, su hijo Iván Darío y tres vecinos más. Seis años después cerró la carpa para irse al exterior. Después se radicó en su Cúcuta natal, en el barrio San José,  sin renunciar a su colorida profesión. Su semilla se ha regado en la familia. Dos de sus tres nietos Dairo Iván (14 años) y Maycol Iván (4 años) han continuado sus pasos de payaso de circo. Pero Carretín hoy siente mucha nostalgia. Argumenta que las redes sociales a pesar de ser una ventana para promocionarse son al mismo tiempo sus  enemigas porque todos pueden ver videos de los grandes circos y se esfuman los contratos.

Aunque se ha tenido que reinventarse para que los niños no le tengan miedo, influenciados por las películas de terror,  entre sus actos no solo está el de hacer reír, divertir, sino también el de la magia.  Por eso en su maleta carga  su sombrero negro de copa, su chaqueta negra y su varita mágica. “Es un número que fascina, que no pierde el encanto”.Carretín es un payaso fuera de serie.  Su espíritu de niño sale a flote siempre que se camufla en alguno de sus 14 vestidos que conforman su ajuar.  Ahora con 62 años a cuesta siente la misma emoción de la primera vez que se pintó la cara de blanco, los labios de rojo y se puso la peluca para un viernes cultural  en el colegio Sagrado Corazón de Jesús.

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Celmira Figueroa
Celmira Figueroa
Miércoles, 23 de Mayo de 2018
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