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Dayana Pineda nació entre acordeones

La cucuteña cumplió 21 años de nacida y ocho de estar tocando el acordeón.

Su casa fue convertida en una academia de música donde su padre Yorguin Pineda dicta clases de acordeón, piano, bajo y guitarra en el barrio Loma de Bolívar. 

Y Dayana gateó entre todos esos instrumentos. Ese ambiente fiestero le dio luces a la que hoy es su otra prefesión: ser acordeonera.

Sin embargo, los miraba desde lejos, con recelo, porque su padre quería que se dedicara al colegio, a la universidad. Así lo hizo.  En el Julio Pérez Ferrero donde cursó la primaria participó en todos los actos culturales e izadas de banderas. Cantó, bailó, actuó y concursó en los reinados. Lo mismo hizo en la secundaria, en  el Instituto Técnico Nacional de Comercio.  En esa época  empezó a enamorarse del acordeón y escondida veía con mucha atención las indicaciones que su padre le daba a los aprendices. Hasta que un día se arriesgó a cargar  el pesado instrumento y a sacar notas. Su padre, en ver la insistencia,  empezó a enseñarle. A los 13 años tocaba, de manera magistral el acordeón y salía a amenizar cumpleaños, ferias  y otros eventos. Dayana repartía bien su tiempo y nunca descuidó las tareas. Incluso   se ganó la beca ‘ser pilo paga’.  Tenía la opción de escoger universidad en Bogotá o cualquier otra parte del país, pero también su papá le truncó esa oportunidad y se quedó en la Universidad Francisco 
de Paula Santander estudiando Trabajo Social que está a punto de terminar. En la Fiscalía hace las prácticas para poder graduarse.

Pero tocar acordeón era su otra pasión. Y aprendió las rutinas que exigen los festivales vallenatos, el son, el merengue, la puya y paseo para poder concursar.

A los 15 años de edad compitió en la categoría aficionada en Villanueva, Guajira, en el Festival Cuna de Acordeones, donde  quedó de octava. Pero persistió hasta que en el 2018 se coronó reina aficionada. Después, concursó como profesional y el año pasado quedó de virreina.

Aprovechó también el concurso femenino que abrieron en Valledupar y que batizaron ‘Evafe’ para demostrar su destreza.

En casa tiene cuatro acordeones y la diferencia entre el uno y el otro son la tonalidades. A Dayana le fluyen los fuelles cuando toca merengue, pero sufre con el paseo. Considera que la prueba más difícil se la pusieron el año pasado cuando le exigieron tocar el porro ‘20 de enero’, pero la pasó en el festival.

La carismática cucuteña se ha fogueado acompañando a cantantes de renombre como Bau Gútiérrez, exintegrante de las Diosas del Vallenato, que fundó Patricia Therán. Con ella viajó a México, a San Andrés, Bogotá y Sincelejo.

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Está incursionando en el canto y muy pronto se lanzará al ruedo con su propia agrupación. Quiere ser una artista íntegra porque también compone cuando le toca competir. Atrás ha dejado su sueño de ser reina de belleza y bailarina. De niña se veía en las pasarelas y con las muñecas experimentaba esos momentos. Sin embargo, en las tarimas de Valledupar y de Villanueva, Guajira, ha sentido la adrenalina cuando la escogen de princesa o virreina, pero del acordeón.

En la noche, al regresar a casa, se reencuentra con todos los instrumentos y busca el teclado del piano para diversificar y relajarse un poco.

Se considera una mujer disciplinada, profesional y que se ha desencantado de los concursos porque no son tan transparentes, por eso desiste de estar en todos a los que la invitan. 

Encuentra en el acordeón un gran aliado, al que acaricia,  y con el que pone a bailar a mucha gente.

En México ha cautivado seguidores con sus interpretaciones al igual que mucha gente en sus redes sociales donde permanece activa, navegando, a la espera de contrataciones.

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Miércoles, 11 de Marzo de 2020
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