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Escultor, pintor y tatuador

Esas son las tres profesiones de Luis Gélvez Rico, artista nacido en Chinácota.

Cuando agarra un pincel, un lápiz, una aguja o un aerógrafo, todo lo transforma en arte. Pedro Luis Gélvez Rico nació con ese don y aún, revisando el árbol genealógico, no encuentra el origen.

Ha sido un proceso. A los 9 años  recibió clases personalizadas y pintó caricaturas en papel. Al mismo tiempo cursaba primaria y secundaria en el colegio San Luis Gonzaga de Chinácota, de donde es oriundo. A los 14 años empezó a especializarse en óleo y técnica húmeda en la academia del maestro Alonso Cerón. Allí permaneció cuatro años plasmando realismo.

De ahí pasó, de manera empírica, a pulirse como  escultor. Hizo varias piezas y grandes proyectos como el Vía Crucis, la India de 7 chorros,  en Salazar de las Palmas  y un Cristo caido en Chinácota. Recibió la asesoría de Reyes Flórez y trabajó esculturas en fibra de vidrio.

En el 2007 cuando trabajaba como director gráfico en Centrales Eléctricas de Norte de Santander  llegó un compañero con un tatuaje a medio hacer y le pidió que se lo terminara. Primero se negó porque carecía de conocimiento, pero ante la insistencia de su amigo se asesoró de un experto de Bogotá y procedió. Fue un total éxito. Y a partir de ese momento descubrió su nueva faceta.

Siguió practicando con ahínco y  cuando se dio cuenta  lo había absorbido por completo. Tenía la experiencia de la técnica body paint (maquillaje artístico) pero  la piel es más exigente que el papel. “El dibujo en la piel no tiene fecha de vencimiento”.

Se especializó en rostros, pero le jala a todo lo que los clientes pidan. En su cuerpo se hizo grabar los rostros de su madre Clara Inés y de su padre Luis Eduardo, porque considera que el tatuaje es muy significativo.

Hace cuatro años formalizó su arte y usó el seudónimo de Peppo que tenía como caricaturista. Al año siguiente, con más bagaje, se lanzó a competir en Venezuela en donde se alzó con el premio  ‘Mejor nuevo talento’ con un rostro de Jim Morris.  Al año siguiente volvió a concursar en San Cristóbal y ganó el primer puesto en color, en realismo y mejor tatuaje del día. Además fue el segundo en retrato. Se enfrentó a artistas de talla internacion con 20 y 30 años de experiencia.

El año pasado concursó en Bucaramanga y obtuvo el tercer puesto en la categoría de color, que es más exigente. Fue la primera vez que tuvo a 150 rivales.

Se alista para competir el 2,3 y 4 de octubre en San Cristóbal ante jurados procedentes de Alemania, Estados Unidos y Brasil y llevará a su aprendiz Alejandro Vargas.

El proyecto del local en Cúcuta se hizo realidad y genera empleo a tres personas. Adquirió equipos alemanes  de alta tecnología y de Estados Unidos para garantizar calidad e higiene. Ahora la pasa ocupado “tallando” tatuajes y en el tiempo libre pinta y hace esculturas.

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Celmira Figueroa
Celmira Figueroa
Viernes, 17 de Julio de 2015
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