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Esqueletos y emoción en Parque Jurásico portugués

Este lugar figuraba ya entre los lugares destacados de la paleontología mundial gracias a sus yacimientos de fósiles de dinosaurios.

Joël, de 7 años, mira boquiabierto a un tiranosaurio de cuatro metros de altura. Como él, casi 200.000 turistas visitaron el Dino Parque de Lourinhã, en Portugal, la nueva atracción de la "capital del dinosaurio".

Esta localidad de 25.000 habitantes, situada a 70 km al norte de Lisboa, figuraba ya entre los lugares destacados de la paleontología mundial gracias a sus yacimientos de fósiles de dinosaurios, con una decena de especies descubiertas desde finales del siglo XIX hasta ahora.

Antes incluso de la apertura del parque temático en febrero, Lourinhã se sentía orgullosa de su dinosauriomanía: museo, maquetas de saurios en las rotondas o huellas amenazantes de carnívoros dibujadas en las aceras. Toda la ciudad recuerda al "Parque Jurásico" de Steven Spielberg.

En la entrada al parque, un gigantesco supersaurus con su largo cuello acoge a los visitantes y anuncia la desmesura de una de las grandes colecciones de Europa de lagartos gigantes prehistóricos.

"Tenemos 120 reproducciones de tamaño real de 70 especies distintas, en 10 hectáreas. Y disponemos de 20 hectáreas adicionales si en el futuro queremos agrandarlo", explica el director científico de Dino Parque, Simão Mateus.

Lourinhasaurus y Lourinhanosaurus

Importadas de Alemania, estas bestias de resina están repartidas en el pinar por eras geológicas, ofreciendo a los aficionados y a los curiosos un viaje en el tiempo que los transporta a entre 65 y 300 millones de años antes de nuestra era.

Se reserva un lugar especial a dos de los tesoros de Lourinhã cuyos fósiles se encontraron en la localidad: el gigante pero tranquilo saurópodo Lourinhasaurus (un dinosaurio cuadrúpedo y vegetariano de largo cuello y cola) y el peligroso terópodo Lourinhanosaurus, bípedo y carnívoro con garras y dientes afilados.

Los dos vivieron al final del periodo Jurásico, hace unos 150 millones de años. En aquel entonces Portugal era una gran planicie inundable de clima tropical, un medio favorable a la fosilización.

"Lourinhã posee sus propias especies de dinosaurios, había que aprovechar", añade Simão Mateus. La visita es amenizada con imitaciones de bramidos de dinosaurios.

Niños de cinco años de una escuela de Lisboa se paran delante de dos tiranosaurios. El rey de los predadores, que podría habérselos tragado de un bocado, suscita distintas reacciones entre ellos: sorpresa, susto, risa...

Éxito asegurado

Los niños se abalanzan sobre la espalda de una maqueta de iguanodonte. Arturo es el único que se mantiene a distancia; tiene miedo del pulgar puntiagudo de esta especie de gran búfalo del Cretácico.

El parque tiene mucho éxito entre los turistas, sobre todo españoles y franceses.

"Estamos muy satisfechos con el nivel de afluencia. En la apertura habíamos previsto 200.000 visitantes el primer año y, después de seis meses, pese a un tiempo lluvioso, ya superamos las 175.000 entradas", se congratula Mateus.

Varios grupos escolares juegan a ser paleontólogos en el laboratorio de fósiles. Filipa Pedro no da abasto. La empleada del parque no para de repartir bloques de piedra, martillos, cinceles y otros instrumentos de geología entre niños sobrexcitados por sus hallazgos.

"Los niños adoran a los dinosaurios, son criaturas misteriosas que forman parte de sus sueños. Gracias a los dibujos animados y a las películas sobre el tema sus conocimientos son impresionantes", afirma esta mujer de 32 años. "Estaba claro que el parque les iba a gustar".

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AFP
AFP
Miércoles, 18 de Julio de 2018
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