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Jimmy Vásquez evoca su niñez en Cúcuta
El actor partió de la ciudad a los 16 años, decidió ir a Bogotá a consolidar su carrera.
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Celmira Figueroa
Celmira Figueroa
Martes, 14 de Noviembre de 2017

Se crió en medio del ‘Mercado Persa’ de la avenida sexta con calle sexta- 68. Ahí Jimmy Vásquez ‘sobrevivió’ a su niñez y parte de su adolescencia. 

Recuerda que vino al mundo en medio de la bonanza de la moneda venezolana. Y por ser el cuarto de su familia tuvo el honor de nacer en una clínica privada: la de San Antonio, cerca al parque Mercedes Ábrego. Sin embargo, dice que  fue producto de “un accidente”, que su mamá no se tomó la pastilla por estar pegada a la máquina de coser.

Sus padres tenían un almacén exclusivo de camisas, pero al caer el bolívar, tuvieron que empezar de cero. Fue entonces  cuando se optó por una miscelánea y el papá salió por todos los municipios a ofrecer mercancía. En ese periplo lo embarcaron a él “y mató la fiebre de manejar desde los 12 años por las carreteras de Chinácota, Ragonvalia,Toledo, Pamplona, Campo II, Gramalote, entre otros. Así conoció casi todo el departamento sin descuidar sus estudios de primaria en  el colegio Niño Jesús de Praga, ubicado en el barrio  El Llano.

Y fue allí donde su profesora descubrió que tenía una especial capacidad para memorizar y hacer fonomímica. Su padre le hizo caso a la maestra y acudió al Instituto de Cultura para inscribirlo en danza, “pero como mi papá vio a un grupo de hombres delicados entonces optó por  matricularme en música con el profesor Lucho Contreras. Y de entrada me se sentenció a que jamás podría cantar. Por eso busqué el teatro. Y aquí se me permitió cantar, bailar, y  hacer absolutamente todo”.

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El bachillerato lo terminó con honores en el Sagrado Corazón de Jesús y para ingresar tuvo que someterse a un examen para competir el puesto. “Era un privilegio pasar.No como ahora que entra cualquiera por vivir cerca”. Aunque Jimmy Vásquez vivía relativamente cerca, todos los días caminaba 14 largas cuadras, atravesaba el corazón de Cúcuta para llegar al colegio.

Pero fue en un festival de teatro en el colegio Salesiano donde  dijo: esto es lo que haré el resto de mi vida. Representó al Sagrado Corazón y “sentí la más grande humillación porque ni siquiera nos mencionaron”.

En 1993 se presentó a un concurso de teatro organizado por La Opinión y arrasó con todos los premios: mejor actor, mejor obra y se ganó $210 mil. Sabía que ese camino sería duro, “pero era lo mío”.

Vásquez estuvo en Cúcuta durante una temporada dictando un taller de actuación  y pasó el 31 de octubre aquí, alejado de sus hijos y esposa Claudia, pero cerca de su madre, quien, recuerda,  le hizo un disfraz de Supermán con pasador y correa por encima de los calzoncillos porque no había visto bien la fotografía. En otra ocasión lo disfrazó de karateca, pero el vestido “me quedó salta charco porque midió mal la tela”. 

Ahora de adulto no se pone ni un antifaz porque argumenta que toda la vida la pasa drisfrazado, metido en la piel de muchos personajes, tal como lo había soñado desde que  partió de Cúcuta, a los 16 años, rumbo a Bogotá a consolidar ese actor camaleónico que lleva por dentro. 

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