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Casa de Paso Divina Providencia, dos años haciendo milagros

1’350.000 almuerzos ha brindado ese espacio, ubicado en La Parada, Villa del Rosario.

Tibisay Guerra, de 36 años, está sentada en una de las bancas de la Casa de Paso Divina Providencia en La Parada, Villa del Rosario. En sus brazos su hijo, de 1 año, y a su lado su segundo niño, de 4. No es la primera vez que estos espacios le calman el estómago a ella y a sus pequeños.

Un buen caldo caliente es suficiente. Afirma la mujer que vive en La Parada desde hace 8 meses, pero nacida en Barinas, en pleno llano venezolano.

“Ya perdí la cuenta de las veces que he venido en estos 8 meses. Pero la casa es una salvación para mí, porque aquí encuentro por lo menos una buena comida para mis niños. Mientras yo buscó para pagar el techo donde dormimos”, dice sin perder la sonrisa.

Guerra tiene 8 meses comiendo de la caridad que a diario, desde hace dos años, se ofrece en la Casa de la Providencia, manejada por la diócesis católica de Cúcuta. Ella es una de los miles de venezolanos que han recibido las 1.350.000 almuerzos en 24 meses.

Lo que comenzó con una olla de caridad, de la mano de tres sacerdotes (Hugo Suárez, José David Caña y Eduar Tamara) y con el apoyo del obispo Víctor Manuel Ochoa, hoy recibe a diario a más de 4.500 personas.

Las cifras de la conocida Casa de Paso son muestras del servicio que presta el espacio: en el primero mes entregaron 15.280 almuerzos, un promedio de 635 diarios; durante esos seis meses de 2017 dieron 300.000 raciones de comida; y ya para el primer aniversario (5 de junio de 2018) habían servido unos 421.000 platos de comida; y para el cierre del año pasado fueron 812.200 almuerzos servidos a los venezolanos.

Son alrededor de 800 voluntarios, más de 800 parroquias eclesiásticas involucradas entre ambos países, 700.000 desayunos, 100.000 consultas médicas con distribución de medicamentos, cinco organizaciones internacionales apoyan el comedor, y un patio que tuvo que crecer a 1.300 metros cuadrados con miras a unos 2.000 metros cuadrados.

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Durante la misa del segundo aniversario, el obispo Ochoa dijo que es necesario seguir sembrando la caridad, la fraternidad y la esperanza.

Sostuvo que la iglesia católica está ayudando en toda Colombia a los inmigrantes; pero, indicó que la Casa de Paso no está preparada para recibir otro pico de venezolanos.  

“La crisis en Venezuela es grave, y la gente tiene muchas necesidades, que se reflejan sobre las fronteras. Hay que prepararnos para recibirlos y acogerlos”, enfatizó. 

El obispo indicó que el comedor además de ser un dador de alimento, es un dador de apoyo espiritual y de salud. Enfatizó que diariamente tres médicos asisten voluntariamente a brindar atención médica primaria a los inmigrantes, que también reciben el medicamento.

Indicó que el Programa Mundial de Alimentos, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Cáritas Internacional, Cáritas Colombia, y Conferencia Episcopal de los Estados Unidos son algunos de los que apoyan el comedor, así como empresas cucuteñas.

Dos años de la apertura de la Casa de Paso celebraron ayer los sacerdotes, inmigrantes y el obispo, Víctor Manuel Ochoa.

Mujeres, niños y viejos son los primeros en entrar a las 10:30 de la mañana en la Casa de Paso para recibir el almuerzo.

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Miércoles, 5 de Junio de 2019
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