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Cascos Blancos argentinos, duras jornadas de atención a venezolanos

El grupo de médicos se sumó a la Cruz Roja Colombiana en la atención de casos de salud en La Parada.

Una enorme carpa azul y blanca hace las veces de hospital. Nada es improvisado. Adentro, el personal médico de tez blanca, ojos claros y voceo marcado, dice que no es colombiano. Son los doctores de los Cascos Blancos de Argentina, y ya todos en el parqueadero del Cenaf, donde están ubicados, les conocen.

A las 8 a.m. empiezan a entrar los  pacientes, que al igual que los seis doctores tampoco son colombianos. Yuneidy Sanabria pasó el puente Simón Bolívar una hora antes para tratar de que atendieran rápido a su hijo de 8 años. Tiene fiebre a 39 grados desde hace un par de días y eso le preocupa. Camina ataviada entre la silla de ruedas y el morral con las cosas del pequeño. 

El niño sufre de retardo mental, nació con la enfermedad. Hace más de un año su neurólogo pediatra de cabecera, que lo veía en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss-centro de salud público) emigró del vecino país. Desde esa fecha no tiene un control habitual. Solamente sabe que debe darle Ridal y otros fármacos, los cuales o no consigue o no alcanza a comprarlos con el sueldo mínimo de 3 millones de bolívares (3.300 pesos) que gana su marido. 

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El pequeño fue uno de los primeros pacientes que vieron las pediatras Carolina Deschiave y Paola Bustamante, ambas de Buenos Aires, donde atienden en hospitales de salud pública, con experiencia en atención de urgencias con pocos recursos.

“En Argentina no nos sobra demasiado, pero estamos mejor que en Venezuela. Estamos apoyando al pueblo venezolano en lo que sea necesario”, dice  Mariano Masciocchi, médico cardiólogo y encargado de la misión humanitaria.

Sanabria viene en búsqueda de las causas de la fiebre de su hijo, y a procurar los medicamentos. Los cascos blancos trajeron algunos fármacos, pero no para atender casos tan específicos como este. Le atienden y le remiten al hospital universitario Erasmo Meoz, en Cúcuta.

Le sigue Adriana Rojas, de San Antonio del Táchira. Pasa con sus dos niños, de 6 y 7 años. Ambos bajos de peso, a punto de pasar el límite de la desnutrición, y ambos remitidos desde la carpa de la Cruz Roja, ubicada justo a un lado. Los especialistas colombianos solo remiten a los doctores argentinos aquellos casos que consideran una urgencia: los infantes han perdido 5 kilos en una semana. 

“Los niños tenían una semana comiendo una sola vez al día. No están consumiendo leche. Es frustrante porque platos de comida no trajimos”, enfatiza la especialista.

Bustamante, quien ha sido voluntaria en fundaciones argentinas para atender zonas vulnerables de su país, antes de llegar a La Parada estuvo por semanas leyendo sobre la situación de la salud venezolana. 

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Sin embargo, asegura que la crisis en salud de los pequeños sobrepasó sus expectativas, jamás pensó ver tantos niños venezolanos comprometidos en su estado de salud. Y sobre todo con enfermedades congénitas crónicas, debido a la ausencia de un control adecuado. “Uno quiere ayudar más y más”, dijo Deschiave.

(200 personas se atienden diariamente en las carpas del grupo argentino. | Foto: Mario Caicedo)

Están asombrados de la cantidad de menores con patologías genéticas. Aunque aún no cuentan con cifras exactas, aseguran que son muchos en tan corto tiempo.

Ambas especialistas abrazan con afecto y amor a cada uno de sus pacientes. Y dan consuelo a las madres más afectadas.

Sin embargo, la fortaleza se quiebra en más de una ocasión. Toman respiro y siguen. Otras lloran y siguen. Dentro de la carpa las lágrimas se vuelven protagonistas.

A mitad de mañana... llega otro grupo. Unas 200 personas atienden a diario, entre ellas estaba Alejandra Linares, de 29 años, con cinco hijos y un informe en mano que le diagnosticaba un cáncer de útero, con necesidad de un tratamiento de 30 radioterapias y 8 quimioterapias.

Vilma Fernández, la psicóloga del grupo, explica que este tipo de casos ellos no pueden atenderlos. Solamente brindarles la asesoría y el apoyo psicológico, que también cuenta. “A pesar de la dura situación que están atravesando me asombra la fuerza y la fe que tienen. Están esperanzados, pero luchando por su salud y la de sus hijos”, dijo llorando la psicóloga argentina.

En otro cubículo para atender ginecología, a las especialistas Eugenia Danigan y  Valeria Servetti, no les toca fácil. Anticonceptivos, aparatos intrauterinos, vitaminas para embarazadas, y una larga lista son las peticiones que escuchan hora tras hora.

“Muchas llegan con bajo peso para su tiempo de gestación, y sin ningún tipo de control preparto”, dijo el doctor Masciocchi.

La priorización de estos especialistas son mujeres gestantes, lactantes y niños menores de 17 años, provenientes del vecino país y que no sean sujetos de atención del sistema de salud colombiano.

Los gobiernos de Colombia y Argentina acordaron esta estrategia de atención médica a pacientes venezolanos de Cúcuta y Maicao, tomando como territorio piloto el área metropolitana de Cúcuta. Cada 15 días son rotados los médicos, los cuales hasta diciembre estarán en el puente ofreciendo más que una medicina, una mano amiga al venezolano.

24 años de servicio

El 16 de mayo de 1994 nació el organismo de asistencia humanitaria que a la fecha ha desarrollado más de 285 acciones de asistencia en los cinco continentes. Cascos Blancos de Argentina es un organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultor de ese país y cuenta con una red de cooperación bilateral y multilateral internacional, por medio de la cual coordina respuestas ante desastres socionaturales.

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Esta iniciativa, que cuenta con 24 años de historia, basa su labor en la cooperación, la solidaridad, la participación y el apoyo a los cuerpos voluntarios de las naciones donde asiste. Cascos Blancos fue avalado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994 y la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1995. Su labor ha sido calificada como positiva incluso por las Naciones Unidas.

La Cruz Roja Colombiana da ejemplo en La Parada

(Las jornadas de vacunación se hacen a diario en La Parada.)

La Cruz Roja Colombiana da ejemplo de atención en La Parada, municipio Villa del Rosario. Los especialistas, enfermeras, paramédicos y voluntarios atienden lo relacionado con los temas de salud desde que empezó la ola migratoria de venezolanos.

Vacunación, medicina general, pediatría, control de embarazos, traslados por urgencias hacia centros de salud en Cúcuta, entre otros, son el fuerte de este grupo que no se cansa. Solamente a través de la jornada diaria de vacunación atienden un promedio de 60 niños al día, es decir, unos 1.200 infantes al mes.

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La comunidad europea, a través de esta institución colombiana, está brindando apoyo financiero específicamente al punto de atención que se encuentra en La Parada, donde se atienden las necesidades inmediatas en salud de las personas que cruzan el puente Simón Bolívar. Además, por medio de un punto móvil de la Cruz Roja a lo largo de la frontera. De igual forma, están brindado apoyo a la Cancillería de Colombia en el traslado  de colombianos y venezolanos desde y hacia el Centro de Migraciones. 

También con el apoyo de los voluntarios de la Cruz Roja Colombiana se entregan kits de alimentos y aseo a las familias que en la Terminal de Transporte se movilizan a otras ciudades.

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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 7 de Julio de 2018
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