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Frontera
Deportados de Venezuela aún sienten el dolor de haberlo perdido todo
“Salí a trabajar y al cabo de una hora iba en un camión, como si fuera una delincuente”, cuenta una colombiana.
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Miércoles, 19 de Agosto de 2020

Hace 5 años, miles de colombianos y venezolanos que vivían en territorios fronterizos, debieron enfrentar un cierre de frontera, que, aunque en un principio se pensó que sería por 72 horas, hoy ya completa 1.825 días.

El cierre de frontera marcó la historia de miles de familias, tanto colombianas como venezolanas. Mientras cientos de connacionales decidieron salir voluntariamente de Venezuela y regresar a Colombia, otros no contaron con la misma suerte y fueron deportados, lo perdieron todo.

Este fue el caso de la colombiana María Díaz, quien llevaba más de 10 años viviendo en San Antonio del Táchira en la invasión “Mi pequeña Barinas”. 

Luego de 5 años, aún recuerda con tristeza aquel momento en el que fue abordada por guardias venezolanos y obligada a subir en un camión, para luego ser deportada.

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Impacto social en la región con el cierre de frontera“Es muy difícil volver a revivir esto. Yo salí normal a trabajar y al cabo de una hora ya iba en un camión, como si fuera una delincuente. Me encerraron entre varios guardias y me pidieron la cédula, apenas la mostré me agarraron y me subieron, íbamos más de 30 colombianos ahí”, relató Díaz.

María señala que, aunque sabían que el gobierno de Nicolás Maduro podía ser capaz de lo peor, jamás imaginó que saldría de Venezuela de esta manera, y mucho menos, con las manos vacías, pues durante muchos años, en medio de sacrificios y duros momentos, ya había logrado construir su propia casa.

“Ya se había rumorado que los guardias se estaban metiendo en las casas que vieran vacías. Yo le dije a mis papás que se quedaran ahí y me cuidaran a mi hijo. A los guardias no les importó que en la casa hubiera gente, porque de igual forma se metieron, levantaron todo y se llevaron una plata que encontraron”, afirmó la mujer.

En el camión en que llevaban a María, subieron a 5 personas más luego de ella. Cuenta que, en medio de la desesperación por no saber nada de su familia, se las ingenió para sacar el celular y enviarle un mensaje a una de sus compañeras de trabajo, quien también era vecina, para que ella les avisara a sus jefes y a sus papás. 

Fue horrible. Nos dijeron que no podíamos sacar celulares, pero me tapé con un señor que iba adelante mío y le envié el mensaje a Carmen que era la vecina y trabajaba conmigo. Ella fue la que me ayudó a pasar a mis papás y a mí hijo por la trocha”, añadió María.

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Luego de tenerlos varias horas en un comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), María recuerda que lo único que hacía era llorar, pues no sabía nada de su familia. Sin embargo, al cabo de varias horas estaba montada en un bus que la llevaría de regreso a su país, aquel del que, según sus palabras, nunca debió salir. 

“Para mí fue una eternidad. Fue un protocolo largo, luego con Migración Colombia y así, yo solo quería ver a mi familia. Mi amiga me ayudó y en medio de esa pesadilla los volví a ver. Mis papás traían cada uno un bolso con ropa y lo poco que pudieron sacar, verlos, fue como volver a nacer”, aseguró María Díaz, en medio de su relato entrecortado por las lágrimas. 

No volverán a Venezuela

María Díaz aseguró que, después del “infierno” que vivió, pocas ganas le quedaron de volver a Venezuela, puesto que, a pesar de que pasó buenos momentos allí, el último la marcó para siempre. 

Así mismo, Claudia Torres, también colombiana y quien voluntariamente salió de su residencia en Venezuela, expresó que jamás volverá a este país, y mucho menos en medio de la situación tan crítica que vive actualmente. 

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“Recordar eso es como volver a vivirlo. Con mi esposo decidimos que antes que nos mataran, nos deportaran o nos quitaran todo, mejor nos íbamos por la trocha y alcanzamos a pasar varias cosas, pero eso no es nada, lo que duele es salir como si fuéramos delincuentes”, indicó Torres. 

A diferencia de María quien le tocó empezar una nueva vida y pedir ayuda al Gobierno Nacional, Torres contaba con el apoyo de algunos familiares en Cúcuta, quienes le brindaron techo y comida. 

Durante 5 años, las vidas de estas dos mujeres cambiaron radicalmente. Aunque han salido adelante, aún conservan en su mente y corazón las heridas que el régimen venezolano les dejó. 

Al igual que ellas, son miles de colombianos quienes deportados o voluntariamente lo perdieron todo. De aquel 2015 hasta hoy, poco ha cambiado. La crisis política, económica y social, no vislumbra esperanzas para poderse acabar. 

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