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Frontera
El negocio de las carretillas sigue en auge en La Parada
Cargar maletas, bolsos y pertenencias de los venezolanos y colombianos hace parte del rebusque en la frontera.
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Domingo, 30 de Abril de 2017

A las 5 a.m., se inicia la jornada laboral para decenas de hombres y mujeres que empujan carretillas de carga sobre el puente internacional Simón Bolívar.

Niños de 10 años, que reemplazan libros y lápices por carretillas, hombres desempleados y mujeres que dejan la cocina en la casa y prefieren asolearse a las altas temperaturas que agostan La Parada, son los encargados de transportar las maletas y las bolsas con el mercado de los venezolanos que cruzan diariamente el puente en los dos sentidos.

Carretillas, sillas de ruedas y carritos de mercado son las herramientas de rebusque para ganar 45 billetes de 100 bolívares fuertes —que equivalen a 3 mil pesos—, por cargar los mercados hasta la avenida principal de San Antonio, al otro lado de la frontera.

Mientras unos sobreviven empujando las carretillas en medio del agobiante calor, otros se adueñan de la Autopista Internacional Simón Bolívar y aprovechan la necesidad y del miedo de la gente de frontera. 

Es así como funciona la ley de supervivencia en La Parada a la vista de policías, funcionarios de la Dian y militares de la Guardia Nacional Bolivariana.

Para tener el permiso de circulación de las carretas en la Autopista Internacional hay que pagar 2 mil pesos diarios por el cupo de trabajo, poner el nombre en una planilla y 5 mil pesos más por el pago del alquiler de las carretas. 

Una vez anotados en la planilla, los carretilleros se distribuyen en dos grupos: venezolanos y colombianos. 

El territorio está marcado, venezolanos y colombianos están distribuidos en diferentes esquinas. En el puente Simón Bolívar trabajan unos 80.

Algunos dejan sus carretillas una detrás de otra en los andenes, esperando la llegada de los taxis que traen los venezolanos que realizan sus compras en tiendas de Cúcuta.

Unos cuantos esperan la llegada de las busetas y buses que se estacionan a 5 metros de la Aduana principal, mientras los demás esperan en las esquinas y locales comerciales en La Parada.

En las esquinas se escuchan los gritos de ¡servicio de carreta! La presencia de estos carretilleros refuerza el criterio de que las calles de La Parada tienen dueños: unos son los  vendedores ambulantes, que encuentran en estas calles la oportunidad de sobrevivir, y otros son las bandas criminales, que sacan provecho del abandono del gobierno municipal.

El trabajo del carretillero tiene una particularidad: solo puede llevar el equipo hasta la mitad del puentere. De allí en adelante, debe llevar la mercancía al hombro.

Y no solo es por las leyes de cruce: es por la ley de la criminalidad, que así lo  determinó...

Sin ley

Según el alcalde de Villa del Rosario, Pepe Ruíz, el trabajo informal de carretilleros es del conocimiento de todos. Sin embargo, no explica el cobro de vacunas a los trabajadores informales.

“Hay que denunciar a los delincuentes. Las autoridades ya tienen conocimiento, dicen que están investigando”, dijo Pepe Ruiz.

Para el secretario de gobierno de Villa del Rosario, Saúl Cristancho, a pesar de las constantes operaciones para recuperar el espacio público, los vendedores ambulantes no respetan las normas legales. “En La Parada no hay espacio público”, añadió Cristancho.

Aunque la calle es de todos, en La Parada las bandas criminales se adueñaron de estos pasos fronterizos y cobran a quienes se desempeñan en el trabajo informal.

La tarifa de carreta varía desde 2 mil pesos hasta 5 mil, todo depende del peso de las maletas y el destino de llegada.

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