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Frontera: los retos pendientes
Posconflicto, desarrollo local y migración son los desafíos que aún tiene pendiente esta zona de Norte de Santander.
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Sábado, 16 de Junio de 2018

La llegada de inmigrantes provenientes de Venezuela y de colombianos retornados del vecino país, desafía a una zona fronteriza como Norte de Santander, cuyas condiciones complejas de guerra, criminalidad, conflictos sociales, económicos y políticos, generan mayores dificultades para asumir el fenómeno migratorio.

Por ello, la Esap (Escuela Superior de Administración Pública) organizó el congreso ‘Retos de la frontera: posconflicto, desarrollo del territorio y migración’, en el que académicos, funcionarios de gobierno e investigadores expusieron las dificultades y metas que aún puede alcanzar la región, pese a las conflictividades.

Posconflicto

Para Luis Fernando Niño, secretario departamental de Víctimas, Paz y Posconflicto, aún hay una enorme tarea más allá de la firma de la paz con las guerrillas, pues se debe trabajar en cómo resolver problemas locales.

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“Podemos firmar la paz con el Eln, con las Farc, pero si seguimos matándonos para solucionar conflictos locales, nunca llegará la paz al territorio”, dijo. 

Si bien se reconoce que el conflicto en la región incluye nueve grupos armados, también se debe admitir el desescalamiento de la guerra en los primeros 18 meses de posconflicto.

“Estamos sacando adelante un proceso de paz con las Farc, y nos tocó ingeniarnos en el territorio cómo hacerlo, pues no hubo un formato para construir la paz”, que aún requiere verdad y no repetición. 

Por su parte, Carlos Montoya, de la Fundación Paz y Reconciliación, dijo que Norte de Santander se identifica como una región en disputa, con una alta concentración de cultivos de coca. 

Tibú  y El Tarra tienen el 9% y 3%, respectivamente, de los 10 municipios que concentran el 80% de la coca en el país. Ante esto, la única respuesta no puede ser arrancar las matas, sino superar las condiciones que favorecen la siembra, producción y transporte de droga.

Montoya también insistió en la necesidad de comprometer a la ciudadanía en la disminución de los índices de violencia, y en entender que el acuerdo de paz sí ha generado ganancias humanitarias.

En este sentido, Niño manifestó que la región no debe desfallecer; “nos merecemos construir la paz”.

Integración

Miguel Ángel Morffe, docente de la Universidad Católica del Táchira, indicó que mientras la migración se siga viendo como un problema, será un problema, contrario a si se asume como oportunidad.

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Instó a Migración Colombia a facilitar información al migrante de paso con el uso de tecnología, pantallas táctiles, u otras herramientas, con el fin de evitar que se aprovechen de su desconocimiento del territorio.

Propuso que el registro y control migratorio se traslade a los sistemas educativos, bases de datos de empleo para aprovechar la mano de obra, y citó el caso de Roraima (Brasil) donde el gobierno ha empezado a trasladar a los inmigrantes a zonas deshabitadas donde pueden tener oportunidades.

La meta es “no dejar el problema a la Gobernación de Norte de Santander, o la Alcaldía de Cúcuta que están colapsando”. 

Por su parte, Wooldy Edson Louidor, docente de la Pontificia Universidad Javeriana, recalcó que esta zona de frontera, históricamente abandonada y marginada, contrasta con sus inmensos potenciales humanos, culturales, de intercambios comerciales; sin embargo, “el fantasma que persigue la frontera es que se tiende a estigmatizarla con el contrabando, sus implicaciones”, y la convierte en una zona sin derechos.

“El estigma de ser un lugar de criminalidad, de ser un lugar de tráfico, de corrupción, no solo lo tiene el resto de la sociedad colombiana sino el mismo Estado”, dijo, y apuntó que “nadie ve que solo cruzar la frontera genera de por sí un respiro para los venezolanos que huyen del hambre, la desesperación, y de un régimen que no se preocupa por su gente desde hace años”.

Identidad y territorio

Jairo Oviedo, vocero de la Fundación Parcomun, instó a los municipios a aprovechar las potencialidades de personas y territorios, que piensen en productos propios, desarrollos únicos, para diversificar la productividad, garantizar identidad cultural, y sentido de pertenencia. 

“Solo cuando se apropien los recursos por parte de los pobladores, se iniciará el desarrollo”, dijo. 

Agregó que aunque se debe pensar en las necesidades actuales, no se puede olvidar a las generaciones que vienen, pues el desarrollo no puede conducir a prácticas que afecten el medio ambiente.

Enfatizó en que aún no se conoce la vocación en el territorio, y la falta de tino para elegir a los gobernantes. “Uno no puede elegir al bandido, y pretender que lo gobiernen bien”, sentenció.

Mario Zambrano, docente de la Esap, insistió en que el desarrollo local requiere mejorar la capacidad institucional y reducir la dependencia de las transferencias de la nación y regalías, con recursos propios, para lo cual será fundamental el catastro multipropósito, que ya avanza en el Catatumbo. 

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Víctor Bautista, director para el desarrollo y la integración fronteriza de la Cancillería, insistió en que las soluciones a los problemas locales solo pueden surgir del mismo territorio, y manifestó que el Gobierno Nacional está abierto a las propuestas y proyectos que surjan desde Norte de Santander para mejorar las condiciones de frontera.

Educación

Jorge Bautista, docente de la Esap, recordó que en materia de cifras, los estudiantes venezolanos en Norte de Santander y Arauca están distribuidos así: 2.399 estudiantes en el departamento, 3.778 en Cúcuta, y 843 en Arauca, es decir, 7.020 estudiantes nuevos.

La llegada de estos jóvenes, según el docente, genera desafíos en materia de actualización docente, reconocimiento de otras culturas, el apoyo a la integración de los niños que mantienen sus dinámicas sociales, lo cual podría aislarlos de los demás, y hasta sugirió cambiar los currículos con propuestas de las zonas de frontera, “para unir las culturas”. 

Las estrategias curriculares también deben motivar el afecto y la incorporación de los inmigrantes, de su conocimiento previo que deberá ajustarse a un nuevo aprendizaje en un territorio distinto y desconocido, y a resolver las dificultades de aprendizaje.

La institucionalidad escasamente está reaccionando ante el fenómeno migratorio, “estamos esperando que nos pisen la cola para poder morder”, razón por la que enfatizó en que aún está pendiente de parte de las universidades realizar más estudios para analizar el fenómeno migratorio y su impacto cultural.

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