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Hechos 2021: la oportunidad es ahora
Durante el 2021, más de 117.000 niños y jóvenes regresaron a las aulas de clase en Norte de Santander, según informó la Secretaría de Educación Departamental.
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Viernes, 24 de Diciembre de 2021

Germán Umaña Mendoza
Presidente ejecutivo de la
Cámara Colombo Venezolana.

 

La frontera viva más importante de Latinoamérica para el transporte de mercancías, producto del cierre de la frontera entre el Táchira y el Norte de Santander durante más de cinco años permanentes o intermitentes, se mueve entre la ilegalidad, la violencia, el contrabando, el lavado de activos y la corrupción.


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En los dos últimos años, y algo más, se cerraron los pasos por los puentes por parte del gobierno venezolano y, posteriormente, con el levantamiento de los “containers”, a partir del mes de octubre, Colombia no autoriza el paso de transporte terrestre, a pesar de que desde junio se expidió el decreto donde se declaran abiertas las fronteras para todos los países limítrofes.

Las consecuencias de la situación descrita parecen obvias y actualmente la brecha en los indicadores sociales entre Colombia y Norte de Santander se ha ampliado: el ingreso per cápita en el 2020 alcanza apenas el 49% del nacional, la tasa de informalidad se encuentra en el 70%, 23% mayor que la de la nación, la pobreza monetaria se encuentra en el 56%, 13 puntos más que la de Colombia y la tasa de desempleo es de 17 %, 4% mayor que la del promedio del país.

Situación aún más dramática se vive en el Táchira, agravada por la crisis general en la economía de Venezuela, la cual presenta desde el 2015 una caída de cerca de dos terceras partes en su producto interno bruto (PIB).

Aparentemente, no existe ninguna razón de peso o de ley para mantener el cierre de frontera. Todas las autoridades colombianas y venezolanas, regionales y nacionales se encuentran preparadas para la apertura, con el cumplimiento absoluto de los protocolos de bioseguridad, aduaneros, sanitarios y de logística, lo mismo que los agentes económicos y sociales, los industriales, prestadores de servicios (turísticos, hoteleros, transporte, etc.), así como los comerciantes del Gran Santander y el Táchira.

Actualmente, se decidió bilateralmente abrir la frontera para el paso de personas, controlada tanto por salud (vacunas) como por normas de pico y cédula. Esto ha significado un aumento en las ventas para los comerciantes de la frontera del lado colombiano, pero, no realmente una reactivación integral de la economía productiva, ni en el empleo ni en la disminución de la informalidad.

Cálculos efectuados por la Cámara Colombo Venezolana y la Cámara de Comercio de Cúcuta y tomando como base el cupo semanal autorizado en el pasado, estiman que cada venezolano podría comprar en Colombia un máximo de 470 dólares semanales.

A partir del promedio observado en años anteriores, modelando un pico y cédula autorizado diariamente de 1 o 2 dígitos y tomando en cuenta la evolución del poder adquisitivo de la población de ese país, cada ciudadano pendular podría estar comprando 25% y 30% del cupo máximo, por lo que podría afirmarse que los montos mensuales se encontrarían entre 16 y 31 millones de dólares mes, para un total anual que fluctuaría entre 200 y 400 millones de dólares, aproximadamente.


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Por otra parte, cálculos conservadores de la Cámara Colombo Venezolana y datos de las organizaciones regionales (Cámara de Comercio de Cúcuta , Federación Colombiana de Agentes Logísticos en Comercio Internacional –Fitac y Federación Colombiana de Transportadores de Carga y su Logística –Colfecar) indican que de darse la apertura de frontera, el tránsito de vehículos de exportación hacia Venezuela que se movilizarían por Norte de Santander se encontraría entre 40 y 45 tractomulas diarias.

Lo anterior, significaría un monto de exportaciones mensuales entre 45 y 50 millones de dólares y de confirmarse la estabilización de la economía venezolana, y posiblemente un crecimiento moderado para el 2022, estas podrían llegar a cifras cercanas a los mil millones de dólares.

Si, adicionalmente, sumamos el atractivo que desde el punto de vista de la inversión significaría el aprovechamiento de las zonas económicas especiales que cuentan con una infraestructura privilegiada y con los incentivos y exoneraciones necesarios en los dos países, aunado a la existencia de importantes proyectos en infraestructura y logística que pueden concretarse en el corto plazo con la utilización de regalías, el financiamiento y la cooperación internacional, todo se encuentra servido no solamente para la reactivación de la frontera sino para generar un circulo virtuoso de crecimiento y desarrollo sostenible.

El análisis económico y social sobre las posibles soluciones a la situación descrita es evidente. Podemos desatar el nudo gordiano, generando condiciones regionales institucionales, sociales y económicas entre las naciones y las regiones. Se encuentran dadas todas condiciones para la recuperar el bienestar de la ciudadanía binacional.

El aumento de exportaciones e importaciones por la frontera, el atractivo para las nuevas inversiones, la consolidación de las zonas económicas especiales, el desarrollo de las obras de infraestructura y logística y, en consecuencia, la mejora acelerada de las condiciones de empleabilidad, el emprendimiento, la disminución de la informalidad y cerrar las brechas con las naciones en los indicadores de pobreza e ingreso per cápita, es real y posible.

Adicionalmente, mejoraría la seguridad, al hacer inoperante el paso por las trochas de mercancías y personas, disminuiría sustantivamente la violación de los derechos humanos de la ciudadanía, especialmente de las mujeres y los niños, se daría un golpe de muerte al contrabando, a la corrupción, al lavado de activos y mejorarían las condiciones de bioseguridad frente a la pandemia de la COVID-19.


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Es desconcertante observar cómo le damos la espalda al desarrollo y a la justicia social. Bastaría con normalizar el paso de mercancías, servicios y personas. Es simplemente una instrucción del Gobierno Nacional y, de otra parte, que se mantenga la decisión de no utilizar, por parte del Gobierno venezolano, la frontera como instrumento político coyuntural, como parece que ha decidido hacerlo.

Si el objetivo esencial de la democracia es la satisfacción de los derechos humanos fundamentales, ¿cuáles son las razones para seguir dándole la espalda a la recuperación de la esperanza de la ciudadanía binacional?

Es hora de despertar de la pesadilla, la oportunidad es ahora.

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