La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Frontera
La trocha es todo
Centenares de personas cruzaron la frontera por las trochas para venir por alimentos y medicinas a Cúcuta y Villa del Rosario.
Image
La opinión
La Opinión
Viernes, 1 de Marzo de 2019

“¡Chamo , venimos todos por comida, allá no hay nada!”.

La expresión es la respuesta que dan casi todos los que van llegando a La Parada después de haber recorrido dos kilómetros de trocha y de cruzar los cuatro metros de cauce en que está reducido el río Táchira.

Ana Luisa Caballero, de 36 años, morena, de contextura gruesa y cabello liso, deja ver un seño de alegría en su rostro al coronar el extenuante recorrido que tuvo que hacer después de viajar dos horas desde Rubio hasta San Antonio, y de allí hasta La Parada, en Villa del Rosario.

“Esto lo hago por mis hijos, por fortuna no hubo problemas con la guardia para venirnos por la trocha, pero sí tuve que pagarle a los colectivos 2.000 pesos de cuota para venir sin problema”, relata la mujer.

Esa misma cuota la debieron pagar los más de 20.000 venezolanos que se lanzaron en masa a las trochas para venir por alimentos y medicinas a Colombia.

Las autoridades colombianas plantearon el viernes un corredor humanitario para que se les garantice sus derechos a las personas.

Le puede interesar Ayudas de Honduras para Venezuela ya están en Cúcuta

Ferney Coronel, de 62 años,  jubilado del servicio de salud venezolano, confiesa que el cierre de la frontera que decretó el presidente Nicolás Maduro representó una puñalada mortal para quienes como él dependen de Colombia para recibir tratamiento médico. 

Él padece una enfermedad renal por la que recibe diálisis en el hospital Universitario Erasmo Meoz tres veces a la semana. El cierre del paso por los puentes lo puso contra la pared.

En la última semana solo ha recibido el tratamiento una sola vez, por eso ayer, con la dificultad que le representó desplazarse por la trocha y el río, en su rostro se reflejó un seño de tranquilidad porque recibirá la diálisis de nuevo.

Con Coronel hay otros 200 venezolanos de San Antonio y Ureña que requieren este mismo tratamiento y que por el cierre de la frontera han pasado angustia en los últimos días.

En el trayecto que hay del lado colombiano desde donde los venezolanos  logran cruzar el río hasta La Parada, decenas de vendedores informales ofrecen desde purgantes, ibuprofeno y loratadina hasta instrumentos y sondas para el tratamiento de cáncer de seno.

Juan Luis Esguerra, de 48 años, padre de tres hijos, buscaba en esas ventas amoxicilina para un hermano que sufre desde hace tres semanas una bronquitis que lo tiene en delicado estado de salud. 

Pero así como ingresaban, también en un flujo más reducido retornaban con bultos de mercado hacia Venezuela.

Ana Luis González, dueña de una tienda en San Antonio, cruzó con ocho bultos de papa, dos de cebolla y cinco cajas de tomate. Este mercado se agotará apenas llegue, ya que en todo el pueblo no se encuentra una cebolla ni para un remedio, confiesa la mujer.

Lo que más preocupa a muchos de los que pasaron ayer hacia Colombia, es el estudio de sus hijos. En los últimos días no han podido asistir a clases, “porque nos da miedo enviarlos por tanto bochinche que se ha producido en los últimos días”, dijo Olga Calle, una residente de Ureña.

Pero también hay preocupación por los ancianos que estaban viniendo a recibir alimentos en la casa de paso Divina Providencia. Muchos de ellos, como Hipólito Casas y Ninfa Caicedo tuvieron que enfrentarse ayer a largas caminatas y al río, que por fortuna está seco, porque de llegar a crecerse su nivel muchos no tendrían cómo venir por las dos únicas comidas que reciben al día.

Temas del Día