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“Para reconstruir las relaciones con Venezuela se necesita rehacer todo lo que la ruptura generó”

Socorro Ramírez lidera la red Puentes Ciudadanos, que apuesta a una diplomacia ciudadana binacional.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Colombia y Venezuela fue, desde la campaña presidencial, una de los temas más importantes y prioritarios para el hoy presidente Gustavo Petro.

El nombramiento oficial de los embajadores en Colombia y Venezuela, ha marcado la pauta para el inicio de este proceso que, sin duda, tiene retos en distintos frentes: seguridad, intercambio comercial, atención humanitaria y garantía de derechos humanos.


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En los últimos años, ante la necesidad de generar un diálogo con diversos actores de ambos lados de la Frontera, se creó Puentes Ciudadanos Colombia-Venezuela (PCCV),  una red binacional que ha articulado iniciativas que permitan tender puentes entre las dos naciones, así como apoyar los diálogos, negociaciones y acuerdos entre distintos sectores sociales y políticos.

Su directora, Socorro Ramírez, doctora en Ciencia Política y experta académica en la relación binacional, en diálogo con La Opinión, analizó los retos de este proceso y se refirió a la necesidad de mantener el diálogo en instancias regionales que permitan pensar la reapertura no solo en términos económicos, sino también en términos de solucionar los problemas de la población fronteriza, tan afectada con estos largos años de cierre.

¿Cuál es el reto más grande en este proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas?

El primer reto clave es que la interlocución no se puede quedar entre Bogotá y Caracas. Si bien ya hay fecha para la reapertura comercial, hay sectores que dicen que esa reapertura no se está preparando o coordinando como se debe. Algunos muestran que se ha dado poco diálogo y coordinación con autoridades locales donde están estos pasos fronterizos. Esa es una primera urgencia: que los gobiernos centrales entiendan que lejos de ayudar a reconstruir la relación binacional le agregan ingredientes delicados y más en un contexto tan difícil como el actual.


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Antes, cuando los gobiernos no tenían relaciones, la interlocución era más desde el plano regional. ¿Por qué  ha retornado a ese centralismo en la interlocución?

Por su complejidad, la relación binacional construyó toda una institucionalidad para poderla procesar. En su momento existieron instancias claves, que no se volvieron a mencionar ni a convocar. Me refiero, por ejemplo, a la Combifron (Comisión Binacional de Fronteras), donde se sentaban los mandos militares a ambos lados a examinar asuntos transfronterizos y a coordinar acciones a los dos territorios. Otro ejemplo es la Copiaf (Comisión presidencial de asuntos fronterizos colombo-venezolanos), era clave y habíamos decidido que siempre que nos reuniéramos, lo haríamos a uno y otro lado de la frontera. Lo primero que hacíamos en las reuniones era escuchar a las autoridades locales y a los sectores que tenían preocupaciones, propuestas y denuncias y eso era decisivo. Todos esos espacios evitaban que la relación se quedara en un tema interpresidencial y hoy estamos ante ese riesgo.

¿Cómo reconstruir las relaciones después de 7 años?

Reconstruir las relaciones es distinto de normalizarlas. La normalización es volver a lo rutinario,  pero lo que se necesita es rehacer todo lo que esta ruptura generó. Y ahí hay un tema urgente y es la atención al éxodo poblacional. Cada país ha sido el destino migratorio del otro. Muchos colombianos se fueron en los años 70 y 80 a la llamada Venezuela Saudita y ahora muchos venezolanos han llegado a Colombia. Hay familias binacionales en enorme cantidad de ambos flujos migratorios.

Muchas de ellas no terminan siendo ni de acá ni de allá, por los problemas de Venezuela y por la dificultad con el cierre de consulados. No poder mostrar un documento de identidad les aumenta vulnerabilidades, les impide acceder a servicios y de eso no están hablando los dos gobiernos. La primera declaración de los cancilleres fue desacertada: cuando se encontraron en el Táchira dijeron que llamaban a que se devolvieran los venezolanos para allá. Eso no tiene sentido, la gente sigue saliendo porque aunque ha habido una relativa reactivación, las crisis estructurales siguen profundizándose.


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Cree entonces que los gobiernos no están pensando tanto la reapertura en torno de las personas…

Hay otras problemáticas: los dos países comparten poblaciones étnicas, que ya tienen el carácter de binacional reconocido. Ahí hay un problema específico que se debe resolver también. Y por último, está el tema de la migración pendular, de ese flujo que va y viene de manera permanente a buscar bienes, a abastecerse y a recibir remesas, que pasa de Venezuela a Colombia, esa población tiene una problemática muy complicada pues se ha visto sometida a extorsiones de grupos irregulares. Los dos estados tiene que atender esa problemática, que se suma a la complejidad de los grupos armados irregulares, que ya actúan no solo en la frontera, sino que se han extendido a otros lugares, como es el caso del tren de Aragua.

¿Venezuela está en capacidad de controlar al Eln, teniendo en cuenta su carácter de guerrilla binacional?

El Eln actúa en Venezuela como guerrilla binacional, tiene una presencia muy significativa y desempeña un papel clave en el arco minero energético del Orinoco, que para el gobierno venezolano es muy importante ante la caída del petróleo y las sanciones de Estados Unidos. Eso hizo que el oro, el coltán y todo lo que se saca del arco minero fuera decisivo y eso lo manejaban los llamados sindicatos, que eran grupos irregulares que controlaban distintos sectores de explotación de esos recursos. Los estudiosos del tema muestran que esa función la está cumpliendo el Eln en favor del gobierno venezolano.

Ahora que el gobierno Petro le pide a Venezuela que vuelva a ser garante del proceso con el Eln, el gobierno no solo sería garante en ese caso, sino que tendría que asumir que es parte del problema. Ahí hay una problemática crucial que es esencial para los dos países, pues terminar  con el conflicto en Colombia implica que el gobierno de Maduro esté dispuesto a presionar y lograr que el Eln en ambos países termine su acción irregular. Y eso tiene muchas implicaciones, pero es parte de la reconstrucción de la relación, y parte esencial de este momento en que los dos gobiernos deben llegar a acuerdos muy concretos.

Pero esto pareciera difícil, si se tienen en cuenta las declaraciones de funcionarios del gobierno venezolano, como Diosdado Cabello, en donde no aceptan ninguna responsabilidad con el tema del Tren de Aragua, por ejemplo…

Eso es muy complicado porque hoy esas estructuras armadas pasan de un lado al otro y eso obliga a los estados a coordinar una acción conjunta para poder resolver esa situación. Los dos gobiernos no se han acercado a tramitar esa problemática ni a generar mecanismos que pudieran estar procesando estas problemáticas.

¿De lo que ha visto hasta ahora, cree que la coordinación entre los dos países va a llegar a todos estos temas cruciales, o se quedará más en lo superficial…?

Si el gobierno colombiano no toma iniciativas para que esos temas se procesen con su par venezolano, no van a entrar en la agenda. Su embajador en Caracas, aunque dijo que no se metía en el conflicto venezolano, fue a reunirse con Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV,  un hombre con unas postura tan radical que dificulta la comprensión de estas problemáticas. Pienso que el nuevo embajador tiene demasiado protagonismo y que no está viendo la complejidad de la situación y la necesidad de ayudar a que se creen esos espacios de tramitación y a que el gobierno colombiano vea la importancia de tener una verdadera reconstrucción de la relación y que no se quede en un intercambio de embajadores y de los gobiernos centrales.

¿Puede Colombia esperar un gobierno venezolano diferente al del 2015, que demostró con sus decisiones arbitrariedad y autoritarismo?

Hasta ahora no hay cambios significativos en ese sentido. Hay una actitud más pragmática, aceptar ser garante de la negociación con el Eln le da mejor imagen internacional. Hasta ahora no ha habido ningún gesto o hecho que pueda mostrar que está cambiando su posición.

Está en capacidad Venezuela de controlar al Eln, teniendo en cuenta su carácter de una guerrilla binacional

Ojalá el gobierno de Petro entienda la importancia de comprometer a Maduro con ese proceso de paz para que el Eln termine su acción armada, pero a la vez para que el gobierno colombiano se comprometa y apoye la negociación del gobierno venezolano con las oposiciones, para lograr una transición. Que apoye que revivan la mesa de México, pues a Venezuela le interesa la paz en Colombia y a Colombia le interesa que Venezuela construya una transición para que arranque la reconstrucción de muchas de sus dinámicas institucionales, económicas, sociales y culturales.

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Domingo, 25 de Septiembre de 2022
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