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Productos colombianos se abren paso por las trochas

Mientras los compradores venezolanos no pueden ir a Cúcuta por las restricciones de la cuarentena, los productos colombianos se ofrecen libremente en las calles de San Cristóbal.

Antes de la cuarentena, unos 50 mil venezolanos cruzaban a diario hacia Norte de Santander para abastecerse de alimentos, productos de limpieza, medicinas y otros insumos. Las medidas para contrarrestar la pandemia de la COVID-19 y el subsecuente cierre de los pasos internacionales, frenó en seco ese movimiento pendular y aunque algunos continuaron pasando por las trochas, ello se ha reducido drásticamente en las últimas semanas, debido a las duras penalizaciones aplicadas por Venezuela a quienes transiten por estos pasos informales.

Por otra parte, las mercancías y las estructuras mafiosas que las mueven, han econtrado la manera de burlar los controles y abrirse paso a través de las trochas para llegar hasta los consumidores venezolanos, por lo que cada día son más los puestos de venta de productos colombianos en diversas calles y avenidas de San Cristóbal.

Una zona aledaña al Terminal de Pasajeros y el mercado Pequeños Comerciantes, ha sido denominada por los propios usuarios como “La Parada 2”, por cuanto allí se consiguen la mayoría de productos que se ofrecen en los establecimientos de esa populosa zona comercial de Villa del Rosario.

Desde los huevos blancos, hasta la harina, azúcar, pañales desechables y productos de limpieza, se comercializan en pesos, y en ocasiones en dólares, mientras el bolívar, la moneda nacional, es relativamente escaso. Algunos puestos ofrecen solo productos colombianos, mientras otros mezclan en la oferta rubros oriundos de ambos países.

“Todo en esa calle está marcado es en pesos, los productos colombianos y los venezolanos. Es como si uno estuviera en La Parada”, dijo Sara Soto, una compradora a las afueras del mercado Los Pequeños Comerciantes de La Concordia.

La oferta se ha extendido hacia otras zonas de la capital tachirense, en cada barriada o sector se encuentran diversidad de pequeños puestos ambulantes ubicados a un lado de la calzada principal, pequeños espacios que aprovechan el garaje de la propia vivienda, e incluso vendedores ambulantes que van arrastrando sus carritos y carretas ofreciendo todo tipo de mercancías procedentes de Colombia a precios bastante más solidarios que los de los propios productos venezolanos.

“Lo que hicimos fue un sondeo y sacamos una lista de cosas que salen más baratas comprarlas en pesos a este tipo de emprendimientos, y el resto de los productos que ellos no venden, son los que compramos en los supermercados y el comercio formal”, explicó María Rojas, quien iba de puesto en puesto preguntando por ofertas y “combos”.
 
Red de distribución
 
Jesús Salazar ubicó una pequeña mesa en la entrada del conjunto de edificios donde vive, dice que en estos tiempos de cuarentena optó por esta opción por motivos de supervivencia. “Como no podemos trabajar normalmente hacemos esto como un rebusque”, y confía en que sea solo una actividad pasajera que le permita regresar a un trabajo formal al pasar el pico de la pandemia. Contó que para abastecerse de productos le paga a un proveedor que se queda con una comisión por pasarlos por la trocha y cancelar la cadena de coimas vinculadas a este hecho.

Elizabeth Zambrano tenía una agencia de loterías, que luego de la cuarentena dejó de lado para dedicarse a vender productos colombianos. Explicó que los precios en Venezuela son un poco más altos que los que la gente habitualmente pagaba en La Parada, porque de este lado de la frontera “los distribuidores tienen que pagarles a los trocheros, a los guardias y además sacar algo de comisión”, lo que eleva los costos, que sin embargo siguen siendo accesibles para la población.

“Tengo que cobrar a mis clientes el 10 por ciento del costo del encargo porque hay que pagar en la trocha y en cada alcabala y punto de control desde Peracal hasta San Cristóbal, para que los funcionarios no decomisen la mercancía”, explicó José, propietario de una dulcería a quien la pandemia le obligó a convertirse en parte de la red de distribución de productos colombianos en San Cristóbal.

Detalló que desde el lunes comienza a recibir pedidos al mayor y detal y el día jueves o viernes, previo acuerdo con los “contactos”, se moviliza hasta San Antonio, pasa por la trocha, compra la mercancía y regresa, no sin antes ir dejando por el camino comisiones a granel a los uniformados encargados de controlar el tráfico hacia la frontera, interrumpido desde que se ordenara el aislamiento total de los municipios Bolívar y Ureña a finales del mes de marzo.

¿Formalizar o susbsistir?
 
Pietro Ceníccola, presidente de la Asociación de Comerciantes y empresarios del Táchira, enfatizó que la economía venezolana en general y en particular la del estado evidencia un alto grado de informalidad, que aunque aparentemente “resuelve” a corto plazo una coyuntura, a largo plazo resulta una situación que va en detrimento del bien común, por lo que invitó a todos quienes inician nuevos emprendimientos a pasar al estatus de comerciantes formales.

“La informalidad no cumple con la cuota-parte que todos debemos aportar para el sostenimiento de la sociedad”, señaló al tiempo de agregar que temas como la previsión social se ven afectados por la falta de contribución formal, directamente relacionada con el grado de informalidad que reina en la actividad económica.

Para el economista Aldo Contreras, la proliferación de ventas ambulantes y el aumento de la informalidad es una consecuencia directa de la crisis económica y social en que se encuentra inmersa Venezuela, país que registra una hiperinflación estimada para este 2020 en más de 2 mil por ciento.

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Eilyn Cardozo
Sábado, 6 de Junio de 2020
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