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En el Catatumbo el fútbol no tiene género
El deporte femenino crece en esta región de Norte de Santander.
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Domingo, 22 de Noviembre de 2020

El deporte femenino, a través de la historia, ha tenido que arreglárselas por sí mismo para salir adelante. El apoyo de los entes gubernamentales y privados, por lo general, no es suficiente para que las niñas y jóvenes de los diferentes territorios puedan derrochar sus habilidades y desarrollarse en las diferentes disciplinas.

Los casos de mujeres deportistas que han tenido que emigrar a las ciudades capitales para ser tenidas en cuenta en alguna selección de otro departamento, son incontables. Así como también se ha marginado a los talentos que no están en los municipios, a los que poco y nada, llegan para apoyar prácticas deportivas.

Por lo anterior, la Unicef, como financiador y la Corporación Cidemos, como socios implementadores, crearon la estrategia ‘Construyendo Entornos Protectores’, que busca a través del deporte música, danza, teatro, arte, comunicación y cultura, visibilizar, empoderar y movilizar a niños, niñas y adolescentes de la subregión del Catatumbo, específicamente en los municipios de El Tarra, Tibú y Sardinata.

Este proyecto, que acobija a 225 menores de edad repartidos en los tres municipios, permite que en estos territorios se promuevan los liderazgos y hallazgos de futuros líderes y lideresas, de modo que tengan más oportunidades en la consolidación de sus propósitos de vida, como sujetos de derechos y tomadores de decisiones, según informó Cidemos  a La Opinión.

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Girls Soccer Club

En el marco de esta estrategia, se gestó una iniciativa para conformar un equipo de fútbol femenino en Sardinata.

Yerly Sosa, de 17 años, es una de las adolescentes que hace parte de Girls Soccer Club, el primer equipo de fútbol femenino de Sardinata.

Sosa afirmó que esta idea nació con el fin de demostrar que no importa la sexualidad, las críticas o bajones que se les presente, ellas lucharán para sacar adelante el fútbol femenino y exigir la igualdad de oportunidades.

“Cada una de las integrantes tiene esa manera de pensar que la hace única, esas ganas de ser mejores cada día, muchas veces nos duele y nos sentimos mal cuando los hombres se creen más y piensan que pueden sacar el pecho, pero gracias a todos esos comentarios, vamos progresando, levantamos la mirada y decimos: ¡Yo quiero, yo puedo, yo lo hago!”, expresó la cucuteña

Para Yerly, a quien le empezó a interesar el deporte cuando tenía 13 años y sueña con ser ingeniera de sistemas, contó que han sido más los comentarios positivos y que además han incentivado a otras adolescentes para que se sumen a esta práctica deportiva.

“A mí antes no me gustaba, pero con el tiempo me empezó a llamar la atención y ahora es como si viviera ahí, es donde siento tranquilidad, donde sé que puedo hacer algo bien, hay compañerismo, amistad y tolerancia”, puntualizó la joven que admira al astro mundial Lionel Messi.

Las expectativas que tienen con este club son enormes, “queremos crecer como grupo, estar unidos, sin diferencias, donde cada una pueda expresarse libremente sin ser juzgada, entrenar fuerte para mejorar cada día más y llegar a ser en un futuro, buenas deportistas tanto física, como mental y emocionalmente”, enfatizó.

Sosa, quien culminará este año sus estudios de secundaria, explicó que quiere quitar de su vida aquello que no la deje avanzar, dar lo mejor de sí para llegar a lograr sus objetivos, sin dejar de lado al deporte, “quiero estar satisfecha con mi progreso y trabajo, acercándome cada día más al fútbol, sin importar los años que tenga”.

Eddy, la árbitra de Filogringo

Hace 25 años, en el corregimiento de Filogringo, de El Tarra, nació Eddy Ascanio. La vida siempre ha sido un reto para ella quien desde la muerte de su padre y uno de sus diez hermanos, tuvo que ponerse la ‘10’y hacerse cargo de su madre.

 “Desde pequeña me gustaba jugar microfutbol, es por esto que, después de graduarme en el 2013 del colegio, un allegado me aconsejó crear una escuela deportiva, me pareció buena la idea y lo hice en el 2015, utilizando el fútbol en el corregimiento como un aporte social”, afirmó Ascanio.

Su familia fue desplazada por el conflicto armado, por lo que nunca tuvieron un nivel económico estable para poder ir a Ocaña o Cúcuta a estudiar una carrera profesional, porque comenta que con lo que hacían, alcanzaba para ‘sobrevivir’.

“En el 2018 decidí irme a Cúcuta para estudiar lo de arbitraje, lo hice sin el apoyo económico de nadie y además me inscribí en una técnica en ejecución de programas deportivos en el Sena”, confesó Eddy. 

En junio del año en que se disputó el mundial de Rusia, Ascanio ‘debutó’ con el silbato.  “El 11 de junio dirigí el primer partido en Liga, desde ese momento inicié mi proceso como árbitro, contando con la ayuda de Dios y las ganas de salir adelante”.

La jueza catatumbera acotó que su sustento provenía de lo que ganaba arbitrando los fines de semana, que le alcanzaba solo para cubrir unos gastos básicos, pero no importaba pues su motivación estaba por encima de todo.

“No quiero ser alguien del montón, quiero tener un legado, que la gente me reconozca y no solo por ser del Catatumbo, porque son escazas las oportunidades que tenemos allí, sumado al abandono gubernamental en el que nos tienen”, aseveró.

Eddy recordó que estuvo muy nerviosa en sus inicios dirigiendo, pero que, con el pasar de los partidos, se fue puliendo.

Sobre el machismo en el arbitraje señaló que sí existe pero en una balanza, son más los comentarios positivos.

 “Me han dicho que me vaya a cocinar y demás, aunque considero que son más los comentarios positivos recibidos, muchos me felicitan por el trabajo que hago y reconocen la transparencia con la que dirijo”, aseguró Ascanio.

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El año pasado se devolvió a su pueblo con las ganas de retomar el proyecto que había dejado en Filogringo. La escuela Talento Barí que había iniciado en el 2015, no tuvo continuidad desde el momento que ella se marchó a Cúcuta.

“En mi mente nunca ha pasado abandonar el arbitraje, mi idea era seguir formándome, pero también quería retomar el proyecto. En febrero de este año estaba yendo constantemente a Cúcuta, mientras encontraba la forma de quedarme allá, pero me quedé acá por la pandemia”, comentó.

Ascanio está orgullosa de haberse convertido en la primera mujer árbitra certificada del Catatumbo, pero acepta que sería más feliz si fuera jueza profesional, “es el gran sueño que tengo y es el que me ha tenido con la fe intacta. Quizá a mi edad es para que ya lo hubiera logrado, pero me mantengo firme en mi objetivo y espero que Dios algún día me permita que se haga realidad”.

Por otra parte, lidera la Copa Catatumbo, un torneo juvenil que tiene como lema, “La integración por la paz”.

“En la Copa Catatumbo tenemos como objetivo cambiar la estigmatización que nos tienen por ser de una zona de conflicto armado, queremos mostrar la cara bonita de este lugar, no solo es armas o narcotráfico, existimos personas que nos gusta impulsar el deporte, aportar y sumar a cosas positivas en la región”, concluyó.

El torneo se estará llevando a cabo desde el 1 al 6 de diciembre y se jugará en el corregimiento de Versalles, de Tibú.

El apoyo es masivo

La estrategia Construyendo Entornos Protectores se ha estado llevando a cabo en estos tres municipios, contando con invitadas especiales de nivel nacional como Nicole Regnier, quien hace parte de la Selección Colombia femenina y es embajadora de Buena Voluntad de Unicef; Iveth Angarita, jugadora de la Selección Norte; Andrea Taque, oficial de Género de Unicef y Diana Pallares, asesora de Derechos Humanos de USAID.

“Esta ha sido la oportunidad para resaltar el fútbol femenino y la igualdad de género en el Catatumbo, y a la vez contribuir en la transformación de los modos en que las niñas y adolescentes se ven a sí mismas y el modo en que las ven sus familias, sus pares y sus comunidades”, enfatizó Gerson Escalante, coordinador regional de Cidemos.

 Girls Soccer Club, la primera escuela deportiva femenina en el municipio de Sardinata./Cortesía

 

Redacción
Julián Pérez 
Practicante de Periodismo

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