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Fútbol
Hace 20 años, el belga Bosman revolucionó el fútbol con su ley
Su lucha hizo que los jugadores dejaran de verse como "mercancías y se convirtieron en trabajadores libres".
Sábado, 26 de Diciembre de 2015

La ley Bosman cumplió 20 años. El 15 de diciembre de 1995, el jugador belga Jean-Marc Bosman obligó a la Uefa a plegarse ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en nombre de la libre circulación de trabajadores, revolucionando de paso el fútbol y en particular el sistema de traspasos.

La decisión histórica del Tribunal puso fin al pago por el traspaso de un jugador que llegaba al final de su contrato, y a los cupos que limitaban el número de extranjeros en cada club.

Veinte años después, Jean-Marc Bosman “no lamenta” haber ido hasta el final en su combate.

“Aquel día, los futbolistas, que hasta entonces estaban considerados como mercancías, se convirtieron en trabajadores libres y dueños de su destino”, explica el exjugador al diario belga Le Soir.

Este modesto jugador de la primera división de Bélgica, que había llegado al final de su contrato, quería irse del Lieja para jugar en el Dunkerque francés, pero su club se negaba a autorizar el traspaso. Para quedar libre de movimientos, decidió llevar el caso ante la justicia en 1990.

El jugador ganó cinco años más tarde, aunque no sacó mucho beneficio, porque entonces tenía ya 31 años.
    
Arruinado

“Ahora, hay jugadores que ganan decenas de miles de euros por semana, pero yo no he tenido más que algunos agradecimientos”, lamenta el interesado.

“Todo el mundo ha pasado por caja, menos yo. De alguna forma, las estrellas del fútbol mundial se están ganando mi dinero”, tras la decisión judicial histórica que abrió considerablemente el mercado de traspasos, añade.

Bosman, que cayó en la depresión y el alcoholismo, es ahora un hombre arruinado y “roto”. Los 400.000 euros de indemnización recibidos al término del proceso se evaporaron rápidamente en pagar a su abogado, saldar impuestos y algún que otro error de gestión.

En la actualidad, el exjugador belga no tiene trabajo y no cobra ningún seguro de desempleo ni ayuda social. Algunos jugadores, en particular internacionales holandés, lo han ayudado financieramente, pero no le ha sido suficiente para mantenerse a flote.

Próximamente, se espera que el FIFPRO (el sindicato internacional de jugadores) le proponga un cargo de representación.

Los efectos perversos

Veinte años después, la consecuencia más visible de la decisión judicial es la impresionante movilidad de los jugadores. En Bélgica, por ejemplo, se ha pasado de un tercio de futbolistas extranjeros en 1995 a mucho más de la mitad en la actualidad.

Este flujo ha beneficiado a las grandes ligas (España, Inglaterra, Italia, Francia y Alemania), que cuentan con elevados derechos televisivos. Dichos campeonatos han atraído rápidamente a los mejores jugadores, en detrimento de los demás países.

Este es precisamente uno de los efectos perversos de una decisión que se supone debía aumentar la competitividad, y que finalmente ha debilitado a los países de talla modesta.

En cuanto a la libertad de movimientos de los jugadores, es relativa, apunta LucMisson, por entonces abogado de Bosman.

“Al final puede que los jugadores sean libres, pero siguen siendo mercancías que los agentes venden al mejor postor”, explica el letrado.

Además, los clubes se adaptaron muy rápidamente y pusieron en marcha un nuevo sistema tácito.

“Es muy excepcional que los clubes dejen a sus jugadores llegar al final del contrato, por lo que hemos asistido a la reintroducción de la noción de valor mercantil”, señala Misson.

Según él, “la negativa de los jugadores de prolongar su contrato se ve acompañada de medidas de castigo, como su relegación a los equipos filiales”.

Así, el sistema por el cual los intereses de los clubes son mucho más poderosos que la voluntad del jugador, se ha reproducido de otra forma.

Bruselas | AFP

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