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Nadia Nadim, de fugarse de los talibanes a la cima del fútbol femenino

La atacante de 31 años ha jugado en cuatro países, en apenas cuatro años. Un destino extraordinario e inesperado.

Eligió el balón para perforar las redes de la adversidad. Nadia Nadim, refugiada en Dinamarca tras haber huido de los talibanes en Afganistán hace casi dos décadas, cumplió su sueño de convertirse en futbolista profesional.

Fortuna Hjørring (Dinamarca), Portland Thorns (Estados Unidos), Manchester City (Gran Bretaña) y ahora el París SG (Francia). En apenas cuatro años, la atacante de 31 años ha jugado en cuatro países. Un destino extraordinario e inesperado.

“¡Ya no cuento más!”, señala sonriente la goleadora, internacional danesa, de grandes ojos negros.

“Hoy no pienso mucho en el pasado, me siento contenta y reconocida todos los días. Tengo la suerte de estar en una situación en la que puedo jugar al fútbol, amo lo que hago, estar en un lugar donde quiero encontrar nuevas personas. Está lejos de lo que fui cuando era más joven”, explica. 

Y es que Nadia Nadim escapó del infierno. Solo tenía 10 años cuando su padre, general del ejército afgano y antiguo deportista de alto nivel, fue asesinado por los talibanes.

Fue el hombre que, en un país donde la práctica deportiva por parte de las mujeres es considerada ‘haram’ (ilícita), la había iniciado en el fútbol, en la casa familiar de Herat, bajo alguna mirada inquisitiva.
   
Refugiada en Dinamarca

“Antes de la guerra teníamos una infancia normal, pero después fue un poco el caos... Mi padre fue asesinado, mis tíos también. Pensé que la vida era así, a veces las cosas se producen sin que puedas controlarlas completamente”, cuenta.

Como su madre, las hermanas Nadim rechazaron ceder ante la adversidad.

En compañía de sus cuatro hermanas, Nadia llegó a Dinamarca en el año 2000, vía Pakistán e Italia, con la ayuda de un traficante de personas, cuando su familia pensaba antes de salir que iba a aterrizar en el Reino Unido, donde tienen familiares.

“Justo al lado del campo de refugiados (cerca de Aalborg), hay un terreno de fútbol increíble y todos los días, tras el colegio, yo y el resto de niños refugiados teníamos la costumbre de ir a ver a los otros niños entrenarse. Un día pregunté si podía participar y el entrenador me dijo: ‘Claro’”, recuerda.

Sin conocer la lengua, Nadim encontró la “herramienta perfecta” de su emancipación y de su integración en la sociedad danesa: el balón.

“Había muchos chicos procedentes de muchos países diferentes; iraquíes, bosnios, somalíes... Nadie hablaba el mismo idioma, por lo que lo único que nos permitía comunicarnos era el fútbol”, añade.

Entre los partidos de la Bundesliga, devorados por televisión cada fin de semana justo después de la serie manga ‘Dragon Ball Z’, su ritual obligatorio, y los entrenamientos de cada día para parecerse a su ídolo Ronaldo, la joven Nadia ha cumplido su “obsesión”: vivir de su pasión.

Convertirse en doctora

Tras pasar por varios clubes daneses, alcanzó la selección nacional, después de cumplir con la estricta legislación para alcanzar la nacionalidad danesa gracias a una derogación obtenida por su federación en 2009.

Fuente de inspiración, Nadim espera que su trayectoria permita romper tabúes en su país de origen y en toda la región.

“Las chicas afganas no tienen permitido hacer deporte o llevar ropa corta porque ‘bla, bla bla...’. Pienso que podemos utilizar el deporte para cambiar los puntos de vista”, señala la subcampeona de Europa en 2017.

“Lo he visto en mí misma. Cuando era más joven mi madre decía: ‘No juegues al fútbol con los chicos porque mis amigas piensan que hay algo raro’... ¡Era tan estúpido!”, añade entre risas.

Fuera del Mundial de Francia, que se disputará del 7 de junio al 7 de julio, Nadim, que dice estar “disgustada” por no competir en el gran torneo, podrá dedicarse a obtener su título de medicina, primer paso hacia su nuevo sueño: convertirse en cirujana e integrar la ONG Médicos Sin Fronteras.

“Creo que hacen un gran trabajo, me encantaría estar con ellos algunos años para ganar experiencia, pero también para estar en un sitio en el que probablemente eres la sola persona que puedes ayudar a la gente”, concluye.

Una cifra histórica



Hace una semana con 60.739 espectadores en las gradas, el Wanda Metropolitano, estadio del Atlético de Madrid, logró el récord de asistencia a un partido de fútbol femenino en España. La anterior plusmarca era de 48.121 aficionados y databa del pasado mes de enero en San Mamés, en el encuentro que enfrentó al Athletic Club con el Atlético de Madrid en los cuartos de final de la Copa de la Reina. Con esta nueva cifra se establece, además, un nuevo récord europeo en un partido entre dos clubes al superar los 50.212 espectadores de la final de la Liga de Campeones femenina de 2012, entre el Olympique de Lyon y el Fráncfort.

El largo camino de la reivindicación

El fútbol no es cosa de chicas’. Durante décadas la sociedad asumió esta sentencia, pese a los intentos del fútbol femenino por reivindicarse, tras la Primera Guerra Mundial y en los 60. La tercera ola puede ser la definitiva y el Mundial de Francia es el momento de confirmarla.

El país europeo acogerá entre el 7 de junio y el 7 de julio la gran fiesta de este deporte.

La primera señal de emancipación surgió inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, con la “edad de oro” del fútbol femenino, según Xavier Breuil, autor de la ‘Historia del fútbol femenino en Europa’.

Las mujeres, que descubrieron en las fábricas las actividades de los hombres, comenzaron a amar el fútbol. Sin embargo han sido muchos los años que han pasado y hasta ahora empiezan a consolidarse.

Los años 2000 aceleraron este movimiento, con el nacimiento de la locomotora del fútbol europeo, la Liga de Campeones, a partir de 2001-2002 siguiendo el modelo de los hombres.

Cada vez son más las niñas en todo el mundo que juegan al fútbol, motivadas por la película ‘Bend It Like Beckham’ (traducida en España como ‘Quiero ser como Beckham’ y en Hispanoamérica como ‘Jugando con el Destino’).

En esta cinta, jóvenes inglesas de origen paquistaní juegan al fútbol y a la que se ha referido en varias entrevistas la primera Balón de Oro de la historia, la noruega Ada Hegerberg.

Curiosamente, la mejor jugadora del mundo en 2018 no estará en la cita mundialista de Francia... como protesta por el amateurismo de la federación de su país. El camino hacia la equiparación es aún muy largo.

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AFP
AFP
Domingo, 24 de Marzo de 2019
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