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Por fin se jugará la final de la Libertadores

River Plate y Boca Juniors disputarán la copa.
A 10.000 kilómetros de Buenos Aires y bajo insólitas medidas de seguridad, River Plate y Boca Juniors disputarán este domingo en Madrid el desenlace de la Copa Libertadores, una contienda que debía ser “la final del siglo” y terminó manchada por la violencia.
 
Lejos queda ya el primer partido en la Bombonera el 11 de noviembre, saldado con un ajustado 2-2, e incluso la vuelta el 24 de noviembre en el Monumental, cuando un grupo de hinchas de River atacó el autobús de Boca y se aplazó la final.
 
Con River reclamando mantener la localía y Boca exigiendo en vano la descalificación del rival, la Conmebol optó por llevarse lejos del continente la final entre dos rivales históricos nacidos en el mismo barrio de Buenos Aires.
 
Se recordará “como la tremenda vergüenza del fútbol argentino”, lamentó el presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio.
 
Por su parte, Boca acudió al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) para suspender el partido pero su petición quedó desestimada.
 
Madrid blindada 
 
El dispositivo de seguridad será excepcional: más de 4.000 policías y agentes de seguridad privada, un despliegue superior al de la final de la Liga de Campeones del 2010 en el Santiago Bernabéu.
 
En teoría, las dos hinchadas no deberían cruzarse: se habilitaron dos ‘fan-zones’ separadas por 2 kilómetros al norte y al sur del estadio, se ubicarán en tribunas opuestas y dispondrán de zonas distintas para festejar el título.
 
Especial atención merecerán los ‘barras bravas’: las autoridades esperan la llegada de entre 400 y 500 hinchas especialmente violentos. Algunos serán inmediatamente deportados como ya ocurrió con un seguidor de Boca.
 
Con todo su riesgo, la contienda será una oportunidad para que España se reivindique en vistas al Mundial 2030 para el que desea una candidatura conjunta con Portugal y Marruecos que competiría con la de Argentina, Uruguay y Paraguay.
 
“Tengamos la fiesta en paz”, titulaba ayer en portada  el principal diario deportivo español Marca, con una fotografía de hinchas de Boca y River abrazados.
 
Las peñas de ambos clubes en España llaman a la calma: “No hay que matar a nadie por llevar una camiseta distinta”, decía Martín Barbaglia, de la Filial River Plate Barcelona.
 
Un partido trabado
 
En un escenario atípico y cuatro semanas después de la ida, los planteles, instalados en Madrid, deberán hacer un esfuerzo para centrarse en el partido.
 
En juego está el cetro sudamericano -que sería el séptimo para Boca o el cuarto para River Plate- y la participación en el Mundial de Clubes del 12 al 22 de diciembre en los Emiratos Árabes junto a su actual anfitrión, el Real Madrid.
   
“Es una final medio rara”, reconocía el delantero xeneize Carlos Tévez, secundado por el guardameta de River, Franco Armani, que reconocía “un sabor raro” por jugar en Madrid.
 
El trepidante partido de la ida dejó un resultado completamente abierto, más teniendo en cuenta que los goles a domicilio no tienen valor doble en caso de empate y que el terreno es neutral.
 
Y con tanto en juego, Guillermo Barros, el técnico de Boca, advirtió a los hinchas: “no creo que vaya a ser un partido muy atractivo en lo visual, (sino) un partido muy trabado, muy luchado”.
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AFP
AFP
Domingo, 9 de Diciembre de 2018
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