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Así vivieron los cucuteños la llegada del hombre a la Luna

Desde el viernes 18 de julio de 1969,  La Opinión  estuvo informando sobre esa hazaña.

La llegada del hombre a la Luna – hoy hace 50 años – también fue en Cúcuta un acontecimiento extraordinario como en el resto del mundo.

En la memoria de muchos cucuteños aún están frescas las imágenes y transmisiones de ese inolvidable hecho, que fue seguido con el mayor interés y asombro por la radio y la televisión en blanco y negro de la época. 

Desde el viernes 18 de julio de 1969, La Opinión estuvo informando en su primera página sobre esa hazaña.

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Neil Ardila, el primo del poeta

 

El columnista y poeta Gustavo Gómez Ardila recuerda que hace 50 años él estaba llegando también a la Luna. Seguramente a ponerle los artes que le faltan como dice la canción.

Entonces era el mismo mamador de gallo de siempre que estudiaba Derecho en la Universidad Libre de Bogotá. Ese día nació un primo y con varios amigos y otros familiares se fueron a la casa del tío para celebrar.

Al bebé lo bautizaron Neil, como el primer hombre que se posó en la superficie selenita. De vainas no le pusieron Independencia como segundo nombre. Neil Ardila es un distinguido ingeniero que reside en Bogotá y que hoy está cumpliendo sus primeros 50 años.
 
Sueño y realidad

Otro poeta cucuteño y soñador, Juan Pabón Hernández, estudiaba ingeniería en la Universidad Javeriana, en Bogotá,  cuando se hizo realidad el sueño del hombre en la Luna.

Con otros estudiantes paisanos instalaron televisor y radio en las residencias universitarias donde se alojaban y siguieron con el máximo interés las transmisiones. Pabón Hernández resalta que fue un acontecimiento maravilloso, interesante y asombroso que vivió con pasión e interés.

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Aglomeración en el parque Santander

En cercanías de lo que hoy es el Agrobancario, frente al parque Santander, el 20 de julio de 1969 se formó una gran aglomeración alrededor del televisor que transmitía la llegada del hombre a la Luna. De esa aglomeración hacía parte el maestro Cicerón Flórez Moya, quien por la época se desempeñaba como director encargado de La Opinión.

El fundador y director en propiedad de este diario, el doctor Eustorgio Colmenares Baptista, se encontraba entonces al frente de la Alcaldía de Cúcuta por designación del presidente Carlos Lleras Restrepo.

“Eso fue todo un espectáculo”, dice el maestro al recordar este acontecimiento. 

En el barrio Popular 

El abogado Rubén Eslava recuerda que sus padres consiguieron un televisor y lo pusieron a la entrada de su casa en el barrio Popular. Con sus hermanos y los vecinos vieron el espectáculo.

Como siempre, más de uno dijo que no era cierto lo que estaban viendo, que “eso es un montaje de los gringos”. Esa creencia se mantuvo por muchos años, y no solamente en Cúcuta, sino en varias partes del planeta.

Viendo la televisión desde una camilla 

El profesor Miguel Palacios recuerda que en la época de la llegada del hombre a la Luna era un niño de 9 años. Vivía con sus padres en La Merced, que entonces era un barrio residencial.

Por esos días fue víctima de una bala perdida. Ocurrió en la esquina de la avenida quinta con la Diagonal Santander. Según cuenta, hubo una trifulca entre prostitutas que comenzaron a llegar al sector y de pronto una sacó un revólver y comenzó a disparar. El niño Miguel Palacios recibió un tiro en una nalga y quedó tendido en el piso.

Fue recogido y llevado al hospital San Juan de Dios, hoy sede de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero. Ante el clamor de los enfermos por un televisor para no perderse semejante acontecimiento, las directivas, médicos y enfermeras del hospital hicieron todo lo que estuvo a su alcance y consiguieron instalar un televisor.

Como era imposible tener uno en cada pieza o sala, el profesor Palacios recuerda que a él lo llevaron en camilla y lo pusieron frente al aparato. Otros pacientes estaban como él. Para muchos enfermos, la llegada del hombre a la Luna fue una gran terapia.
 
Recuerdos de un cucuteño que se quedó en Bogotá (*)  

El 20 de julio de 1969 fue un domingo, y nuestra ciudad era muy calmada, tendría unos 250 mil habitantes. No había muchas opciones de entretenimiento en las noches, excepto las visitas callejeras que resultaban muy refrescantes, por los vientos que se presentaban a esas horas, ir al Cream Helado, hacer una caminata por la Avenida Quinta, tomar algo en el Club Tenis o hacer un paseo al Zulia. 

Recuerdo que serían las 7 de la noche y había estado en el Teatro Rosetal. Caminaba por la avenida La Gran Colombia en pleno Colsag, rumbo a realizar una visita, cuando encontré todo un alboroto en una tienda y ahí quedé, observando en la televisión a blanco y negro el que para los cucuteños era  el acontecimiento del año.

Rumores iban y venían en medio del aguardiente Extra, la ingenuidad y la tradicional mamadera de gallo cucuteña: no era cierto que el hombre estuviera llegando a la Luna, que era puro montaje hecho por los gringos para no dejarse joder de los rusos; otro decía que era mejor prender la radio, a ver si el “Mocho” Barreto (popular locutor y periodista del momento) estaba transmitiendo, pues de inglés ni pío;  alguno preguntaba si esos gringos se quedarían a vivir allí, y cómo harían para la comida.

De un momento a otro se rompió la tranquilidad callejera y comenzó el desfile de carros pitando a todo dar. La gente gritaba que los colombianos estaban participando en la llegada del hombre a la luna, y los jovencitos que disfrutábamos de la transmisión quedamos atolondrados e impresionados.

Al día siguiente, una vez los astronautas pisaron la Luna, algo se aclaró la situación: por la radio y desde Bogotá (creo que en Todelar) el famoso periodista de la época Antonio Pardo dijo que sí, que algún rasgo colombiano se estaba sintiendo en la misión lunar, que el módulo de mando tenía el nombre de “Columbia”. Con el tiempo descubrimos que “Columbia” es la representación femenina de Estados Unidos de América, y que “módulo”, una de las partes de la nave espacial... 

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Sábado, 20 de Julio de 2019
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