El historiador expresó que los cucuteños que sobrevivieron se llenaron de mucha fe y berraquera, enterraron a sus muertos y se levantaron para reconstruir la ciudad. Ellos dejaron las diferencias políticas, sociales y de clase, que ya las había, y se pusieron de acuerdo para sacar adelante el nuevo poblado.
Gustavo Gómez recalcó que se modernizó la ciudad, situación muy parecida a ‘El Bogotazo’, cuando se dieron los disturbios en Bogotá tras el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, pues la capital de Colombia mejoró tras esos hechos.
“La modernidad se empezó a ver en Cúcuta, las casas ya no eran fabricadas en bareque y tapia pisada, sino en ladrillo, la calles fueron más anchas y se comenzó a trabajar en el ferrocarril, el cual dinamizó la economía de la ciudad. En poco tiempo comenzó a ser reconocida a nivel nacional e internacional, porque con este medio nos conectamos con el ferrocarril de Venezuela”.
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Todo esto se tradujo en bonanza económica y un intercambio comercial con los países de Europa, principalmente con Alemania, Italia y Francia. El café y el cacao producidos en Cúcuta, de mucha calidad, empezaron a venderse afuera.
“Si no hubiera habido terremoto, hubiéramos seguido siendo una aldea pobre y atrasada, quien sabe hasta cuándo”, expresó Gómez.
Nuevo estilo arquitectónico
En una entrevista con La Opinión, Bierman Suárez Martínez, arquitecto y docente de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), señaló que a pesar de la tragedia, la ciudad resurgió con un nuevo estilo arquitectónico que le permite tener muchos beneficios.
Según Suárez, antes del terremoto, las calles de la capital de Norte de Santander eran muy angostas y no respondían a una ortogonalidad. Tras el hecho adoptó una estructura amplia que le permitiera estar a la par con el desarrollo económico, época en la estaba en auge la Revolución Industrial.
“De hecho, si se mira la historia, se da cuenta que muchas personas murieron bajo los muros de sus casas que en ese tiempo eran de tapia pisada, a causa de que las calles eran muy angostas, por lo mismo, aunque corrieran, las estructuras derribadas iban a ser inconvenientes. Entonces al hacer las calles amplias, además de permitir un mejor flujo peatonal y vial para el comercio, se buscaba salvar la vida de las personas”.
Por otra parte, el arquitecto Ronald Sánchez explicó a este medio que el crecimiento exponencial de Cúcuta respecto a sus habitantes y la falta de control que hubo frente a las nuevas construcciones que se iniciaban en sectores como San Rafael, La Cabrera, Santo Domingo, entre otros, no cumplieron con las mismas normas de trazado por lo que es común ver calles angostas en estas zonas.