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Remodelación del Teatro Santander

En Cúcuta, el primer teatro comenzó a construirse algunos años después del terremoto por iniciativa del señor Domingo Guzmán.

Como una breve introducción a la historia del cine y los teatros en Colombia y en Cúcuta, les comento que la primera exhibición del llamado hoy “séptimo arte” se produjo en la ciudad de Colón en el entonces departamento de Panamá, mucho antes de su separación de nuestro país. De allí, se tiene noticias que en septiembre de 1897, el Teatro Municipal de la capital de la república presentara la primera película que por entonces eran cortos en los que se mostraban reuniones de personas, actividades callejeras o paisajes, con cámaras fijas.


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En Cúcuta, el primer teatro comenzó a construirse algunos años después del terremoto por iniciativa del señor Domingo Guzmán. En ese momento, era solamente un escenario para presentaciones en vivo, que aprovechaban las frecuentes compañías teatrales que visitaban la ciudad, como lo hemos dichos en las crónicas anteriores, de paso para el interior del país o de salida al término de sus presentaciones por el sur del continente. Las limitaciones financieras del señor Guzmán no le permitieron inicialmente adaptar su sala para las presentaciones cinematográficas así que se asoció con el general José Agustín Berti para modernizar sus instalaciones y adquirir los equipos adecuados para las proyecciones de cine. El renovado teatro, que en adelante se llamó “Guzmán Berti”, fue reinaugurado en 1913 y a partir de entonces, presentaciones en vivo de funciones teatrales y proyecciones cinematográficas se exhibían indistintamente.

El segundo teatro de Cúcuta fue inaugurado en 1929, por iniciativa del señor Luis Alberto Marciales, en un lote ubicado justo al lado de su casa de habitación, en la calle once entre las carreras tercera y cuarta (hoy avenidas). En el momento de su apertura, el teatro tenía una capacidad de 2.500 espectadores y en esa primera presentación, la compañía de drama y zarzuela de Esperanza Díez exhibió el melodrama ‘La favorita del Sultán’, muy aplaudida por los asistentes.

Dos años más tarde, en 1931, el teatro fue vendido a los empresarios Pedro Felipe Lara y Jorge Enrique Barco, quienes lo modernizaron mediante la adquisición del más novedoso de los sistemas de proyección que permitió la exhibición de películas sonoras, el ‘último grito de la moda’ en el mundo, con lo cual Cúcuta se ponía a la vanguardia de la cinematografía regional. La cinta que tuvo el honor  de ser la primera en la ciudad se llamó “Resurrección” que era una adaptación cinematográfica de una obra de León Tolstoi.


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La adquisición del teatro Santander por parte de Pedro Felipe Lara dio apertura al desarrollo de la industria cinematográfica en la ciudad, toda vez que a partir de ese año empezaron a construirse nuevas salas de cine. A comienzos del decenio de los cuarenta, se construyeron los teatros Buenos Aires y Miraflores, con lo cual se dio inicio a una “guerra” por ofrecer este servicio a los relativamente poca población de la ciudad, que en aquel año apenas registraba unos 52.000  habitantes y ya se contabilizaban seis salas de cine. Era tal la afluencia de público que en 1944, el alcalde Jorge E, Hernández Marcucci tuvo que reglamentar la asistencia a esos establecimientos, implantando el uso del saco para su ingreso y la prohibición de fumar durante la proyección de las películas.

Considerada como una lamentable decisión, el 5 de octubre del 44, la ciudadanía se rebeló en contra de la norma y decretó una huelga a los cines públicos que originó un cese de actividades por parte de los empresarios de la cinematografía, al punto que el decretó tuvo que ser retirado, volviendo a la normalidad la participación de la ciudadanía a los teatros.

Entre los años finales de los cuarenta y comienzos de los sesenta se inauguraron los teatros Municipal, Zulima y el Avenida. Posteriormente vino un declive y luego de unos años, el resurgimiento con el advenimiento del nuevo siglo y la aparición de los centros comerciales y sus modernas salas de proyección.


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Pero esta crónica no trata de la historia de las salas de cine en la ciudad, sino de lo sucedido en el intermedio, entre el momento de su aparición y su decadencia, ya que no registramos ninguna variación significativa a excepción de la remodelación que se produjo en las instalaciones del Santander en el año 1935, tema de esta crónica.

Desde comienzos de ese año, el público se había declarado molesto por las condiciones que venía presentado el teatro, tanto por la calidad de las proyecciones como por la comodidad de las instalaciones y por esa razón, las entradas habían mermado y la preocupación de los propietarios era cada día mayor. Ante esta alarmante situación, decidieron darle una oportunidad al empresario Fermín Martínez, que según las noticias de esa época, era un experimentado administrador del gremio para que le diera un nuevo impulso al negocio. Don Fermín, tomó en arriendo el teatro y comenzó por remodelar el interior, silletería incluida, dándole todo el esplendor y la comodidad que requería una sala de esas características, ahora con un sistema de ventilación adaptado a las condiciones climáticas de la ciudad, que recordemos competía con el afamado Guzmán Berti, no sólo en la exhibición de películas sino también en la presentación de obras de teatro. 

Don Fermín, más familiarizado con la industria del cine estableció contactos con los más famosos distribuidores de películas de primera categoría y logró  que le suministraran las mejores habladas en español, inglés, francés y alemán (con subtítulos) y modernizó los equipos de proyección ahora con mayor nitidez en el sonido y calidad. Para finales del mes de octubre del año en mención, la nueva administración programó reiniciar sus actividades, como se dice en el argot popular “con todos los hierros”, promocionando la película “El Arrabal”, una de las cintas distribuidas por la United Artist, complementada con un cortometraje que entonces llamaban ‘Sinfonía Tonta’, llamada ‘Los Tres Cochinitos’ con una novedad: era hablada en español.

La nueva temporada constituyó todo un éxito, al punto que los empresarios recibieron las felicitaciones y los reconocimientos de las autoridades y de los gremios, lo que motivó a otros inversionistas a desarrollar sus proyectos como efectivamente sucedió.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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Sábado, 6 de Agosto de 2022
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