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Tratados con Venezuela: resumen (I)
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Sábado, 27 de Agosto de 2022

En los albores de las primeras civilizaciones se hicieron evidentes los desacuerdos entre sus primitivos pobladores, quienes buscaban, unos defender sus intereses y otros incrementar su poderío con el uso de cualquiera de los medios entonces disponibles. La solución de los conflictos derivados de estas acciones, por lo general originaban cruentas guerras con más perjuicios que provecho, así pues, con el pasar del tiempo y el desarrollo del conocimiento, la solución de los conflictos se hizo más práctica y refinada, al punto que las medidas de fuerza fueron perdiendo preponderancia y los líderes aprendieron que las decisiones concertadas eran más eficaces que los combates.

Ante estas novedosas perspectivas aparecieron las primeras avenencias, bajo la denominación de “tratados”, que poco a poco fueron tomando la forma que hoy presentan, que son de uso generalizado al amparo de las normas que mundialmente las rigen y aceptadas por todas las naciones o por casi todas cuando éstos no son de su agrado.


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La reconocida tradición diplomática de Colombia se ve reflejada en las relaciones amistosas que sostiene con la mayor parte de los estados del mundo y en sus respectivos “tratados”, sean ellos convenios, pactos, cartas, protocolos, convenciones o cualquier otra denominación que se les quiera asignar.

Ahora bien, sea la oportunidad para destacar que nuestro vecino más importante es y será siempre la República de Venezuela, país con el cual se ha suscrito la mayor cantidad de Tratados Bilaterales, desde que ambos se independizaron.

En este sentido y a manera de ilustración, es conveniente recordar el significado de los términos utilizados en los actos diplomáticos, algunos de los cuales serán de uso frecuente en esta crónica.


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Un “Tratado Internacional” es simplemente un acuerdo escrito, celebrado y aceptado por dos o más “sujetos de Derecho Internacional”.  Cuando el tratado es realizado, por ejemplo, entre dos gobernantes, se le denominará Tratado Binacional, y puede ocuparse de temas de cualquier índole de mutuo interés, sean estos políticos, económicos, humanitarios, comerciales, culturales, humanitarios, etc.

Hasta el presente, los “tratados” suscritos en su mayoría, versan sobre temas de límites y de relaciones comerciales, y han constituido la fórmula ideal para mantener los términos de amistad y perpetuar las alianzas. Aunque se han firmado importantes “tratados” sobre temas de intercambios de información y de cooperación en ámbitos técnicos y científicos, estos han sido ajustados a las circunstancias que exigen los Estados y los Convenios Internacionales buscando el fortalecimiento de las acciones que pretenden garantizar a sus ciudadanos el pleno ejercicio de sus derechos y el establecimiento de sistemas de seguridad y de control a las actividades ilícitas, tan frecuentes en fronteras tan disímiles como esta.

Pues bien, la integración de la franja limítrofe de los dos países correspondiente a la vecindad entre el Estado Táchira y el departamento Norte de Santander data desde la misma época de su consolidación geopolítica, talvez a mediados del siglo XVIII, cuando la recién creada villa de San José de Guasimal, emergía como la confluencia que permitía tanto el ingreso de quienes provenían del viejo continente, como la salida de españoles y en general de los europeos que se aventuraban por estos contornos, luego de sus correrías y de regreso a sus lugares de origen.

Con el tiempo y por su ubicación estratégica, dada la equidistancia que para los viajeros que se desplazaban entre los entonces Virreinato de la Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela, quienes entraban y salían a la América Española, les era mucho más práctico en términos de costo y de tiempo, transitar por la ruta de la que es hoy la frontera nororiental, hasta el Lago de Maracaibo y de allí hacia su destino final y viceversa. Sucedía lo mismo con las mercaderías, excepción hecha de los minerales y piedras preciosas que se embarcaban en los puertos que para tal fin había dispuesto la Corona Española.


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Este cruce de caminos se hizo cada día más importante, y con el avance de la modernidad fueron apareciendo nuevas prácticas y novedosos recursos que permitían un desarrollo más eficiente, especialmente en cuanto a comunicaciones se refería y una vez, los pobladores tomaron conciencia de sus propios destinos, el impulso por el progreso se convirtió en uno de sus principales objetivos, lo que llevaría a la implementación de actividades que buscaran su estricto cumplimiento.

No existía en ese momento la percepción de frontera, en el sentido que hoy se tiene, razón por la cual, habitantes de uno y otro lado de esta línea se integraban social y económicamente, sin distinciones ni limitaciones. A partir de mediados del siglo XIX, cuando los documentos de identidad fueron apareciendo, sin mayores formulismos, los habitantes de la región los obtuvieron obviando dificultades y con el mínimo de requisitos. Por estas razones, el arraigo de sus pobladores es indefinido en cuando a su nacionalidad, pues el ámbito geográfico era igualmente indefinido entonces. Era indiferente, por decir lo menos, tener las dos nacionalidades, en una época en que esto era ilegal y la conveniencia de escoger una u otra, dependía de las circunstancias y de las oportunidades que se presentaran. De todas formas, tener las dos cédulas era un honor del que hacían gala con cierto temor.

Con el advenimiento de la modernidad, las problemáticas fueron tornándose cada vez más complicadas y era deber de los gobiernos, procurar y proteger a sus conciudadanos, particularmente aquellos más desprotegidos. Las zonas de frontera y particularmente la nuestra, por sus características ideológicas y sociológicas, constituían verdaderas incógnitas para los gobiernos centrales, tan alejados e ignorantes de las condiciones de sus provincias periféricas, así que para darle solución a sus innegables solicitudes, optaron por utilizar las herramientas que la diplomacia les otorgaba y que sin lugar a dudas, constituyeron un alivio a las difíciles condiciones que en ocasiones se presentaban, muchas de las cuales estuvieron a punto de crear acciones de hecho que hubieran tenido desagradables consecuencias.

Continuará…

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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