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Así operaba la oficina de sicarios desarticulada en Cúcuta

La Sijín, inteligencia de la Mecuc y el CTI le siguieron el rastro a la red criminal que cobraba deudas de la mafia.

En Punta Brava, un sector del barrio Magdalena, se escribió una macabra historia que ni las autoridades judiciales han podido asimilar. Y es que en este lugar del suroccidente de Cúcuta, reconocido por muchos años como una zona donde el microtráfico manda la parada, se montó una oficina de sicarios al servicio de estructuras narcotraficantes nacionales e internacionales.

Sí, así como se lee: una oficina de cobro de la mafia, aunque ninguna autoridad judicial lo ha querido reconocer abiertamente. Esta red estaba compuesta por 10 personas, tres de las cuales vivían en Tuluá (Valle del Cauca) y eran las que venían a la capital de Norte de Santander a coordinar las acciones violentas contra aquellos que no pagaban las deudas por los negocios de droga.

Esta organización criminal quedó al descubierto en enero de 2017, cuando unidades de la Sijín, inteligencia de la Policía Metropolitana (Mecuc) y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) iniciaron las pesquisas contra una banda de microtraficantes conocida como 'La Punta'.

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“Cuando se interceptaron varias líneas telefónicas, comenzamos a escuchar cómo se estaban haciendo trabajos de sicariato recomendados. Lo que nos sorprendió, porque no teníamos nada concreto”, le contó a La Opinión un investigador que participó en las indagaciones que hoy tienen tras las rejas a todos los integrantes de esta red.

A partir de ahí, las autoridades tuvieron que abrir dos procesos judiciales, uno por la comercialización de narcóticos y otro por los homicidios que estaba cometiendo ese brazo armado. A medida que las pesquisas avanzaban, los investigadores comenzaron a conocer detalles, no solo de la compra y venta de alucinógenos al menudeo, sino de cómo era el ‘negocio’ de los asesinatos por el ajuste de cuentas. En este punto, tres agentes encubiertos ya habían logrado infiltrarse en la organización.

Nueve meses después, el 21 de septiembre de 2017, la Mecuc y el CTI lanzaron su primer golpe, logrando capturar 12 integrantes de 'La Punta' y cuatro de la banda sicarial. Pese a esa acción, la oficina de cobro siguió haciendo de las suyas con los presuntos criminales que no cayeron en la operación. Días después las autoridades capturaron otros miembros de las dos organizaciones. 

Su accionar. Pese a que los integrantes de la estructura sicarial cambiaron de números telefónicos, las autoridades les seguían el rastro minuciosamente, conociendo hasta el más mínimo detalle de su accionar. El proceso judicial tomó tal realce, que en algunas oportunidades los investigadores lograron frenar momentáneamente unos asesinatos que, no obstante, días después terminaron cometiéndose. 

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“Cada vez que escuchábamos que iban a matar a alguien, salíamos corriendo a buscarlo y a salvarlo; sin embargo, al poco tiempo la víctima terminaba dando ‘papaya’”, señaló la fuente que por seguridad resguardó su identidad.

Una de las primeras pistas que conocieron los ‘sabuesos’ de la Sijín, la Sipol y el CTI, fue que la banda tenía a su servicio tres taxis y varias motocicletas venezolanas, al igual que pistolas y revólveres. “Cuando la víctima era de ‘alto valor’, como el estudiante de la Universidad Libre que mataron en la zona industrial (Jaime Andrés Poveda), todos ellos salían al ‘ruedo’, usando todo lo que tenían”, sostuvo la fuente judicial.

Agregó: “por cada persona que mataban por encargo el pistolero recibía entre $3 y $5 millones, mientras que al resto de participantes les daban entre $1,5 y $2 millones. El ‘negocio’ de los asesinatos les era muy rentable, pues ellos no solo cometían hechos acá, sino que eran llevados a otras ciudades y hasta otros países como Ecuador, Perú, México y España. Cuando la ‘vuelta’ ya no era acá en Cúcuta, les daban viáticos y demás cosas que pedían”.

Aunque las autoridades aún no tienen claridad sobre los hechos cometidos en el exterior, saben por algunos de los capturados que varios de los integrantes fueron enviados a esos países a cobrar a sangre y fuego unas deudas por narcotráfico. “Ellos mismos lo reconocen, aseguran que no les interesa hablar mucho al respecto, pues saben que podrían ser pedidos en extradición, por eso no entran en detalles”, indicó otra fuente cercana a la investigación.

Lo que sí tienen claro las autoridades es que cada homicidio cometido por esta oficina de cobros, estuvo muy bien planeado, pues realizaban estudios previos a las víctimas, para saber cómo eran sus rutinas y las rutas de acceso y escape. Además, cuando señalaban el día para ejecutar el objetivo, recibían las armas y ya sabían cómo sería el movimiento.

Todo era tan bien estructurado que –según las fuentes- tenían dos motos y dos taxis listos. Mientras algunos seguían a la víctima, otros esperaban la señal para llegar al sitio donde ejecutarían el plan. Quien iba a matar siempre llegaba en uno de los carros y esperaba dos cuadras antes; cuando ya estaba todo listo, le entregaban el arma y lo recogían en una motocicleta.

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“Una vez cometían el asesinato, los motorizados huían y dos o tres cuadras más adelante entregaban la pistola o el revólver a los ocupantes de uno de los taxis, mientras que el parrillero se bajaba y se montaba a otro automotor, así los tres vehículos agarraban por diferentes lados y se burlaban del cerco policial que pudiese haber. Los campaneros también quedaban sanos y se abrían tranquilamente. Esta era una organización muy bien estructurada”, manifestó una de las fuentes judiciales. 

¿Quién son? Esta es la gran inquietud que tratan de resolver los investigadores judiciales bajo la supervisión de la Fiscalía Especializada. Por ahora tienen que William Fernando Alzate Hernández, alias ‘El Tío’; Jhon Jairo Velázquez García, ‘Ovejo’ y Kevin Alzate Saldarriaga, quienes vivían en Tuluá, eran los encargados de negociar las ‘vueltas’ grandes para los narcotraficantes nacionales e internacionales.

Cuando se trataba de ‘trabajos’ locales, Jean Paul Hernández Botello, señalado también de ser sicario, coordinaba todo. “Luego de este sujeto, venían en la estructura Nixon David Ortiz Martínez, ‘Pisculichi’ o ‘Menor’, y Yúnez Alexis Hernández Bonilla; estos dos también son acusados de ser ‘gatillo loco’ (sicarios)”, agregó una de las fuentes.

Los otros integrantes son Rafael Rivas Contreras, ‘Ñato’, encargado del transporte de las armas y de manejar las motos; Jesús David León Jaimes; Osmel Javier Matajira Caballero y Diego Fernando Riveros Maldonado. Estos sujetos eran los que conducían los taxis.

Explicaron las fuentes judiciales que “cada uno de ellos tenía sus funciones muy bien definidas, aunque había ocasiones en que se invertían los papeles y si alguno de ellos debía matar, lo hacía sin ningún problema”. Para las autoridades, no obstante, el más importante de la organización era Nixon Ortiz y le seguían Yúnez Hernández y Jean Paul Hernández. 

¿Quiénes contrataban los ‘trabajos’? Las autoridades judiciales han podido establecer que una mujer, que es conocida con el alias de ‘La Peruana’, sería quién más contrató a esta oficina de sicarios para cobrar deudas por negocios de drogas. 

“Lo que se sabe es que esta persona está inmersa en el mundo del narcotráfico y se mueve entre Colombia, Ecuador, Perú, México y España”, señaló la fuente.

De ella tienen que nació en Bucaramanga y vivió muchos años en Cúcuta, pero una vez se metió en el negocio de las drogas a gran escala, se dedicó a viajar, aunque aún los investigadores no tienen mucho sobre esta mujer, sí saben por los mismos presuntos criminales capturados, que ella les pagó por varios ‘trabajos’ para cobrar cuentas pendientes.

“Creemos que por encima de ella hay un ‘pez’ más gordo, pues llevar a estos sicarios a otros países para que asesinaran a unos deudores, no es cualquier cosa. Una vez tengamos los análisis de unos aparatos electrónicos y celulares que les quitamos a los hoy capturados, podremos tener más detalles de todas estas personas que requirieron de los servicios de la oficina de cobros”, explicó uno de los funcionarios judiciales.

Por ahora, lo que se sabe –agregó la fuente- es que ‘La Peruana’ se conectaba directamente con William Álzate, alias ‘El Tío’, para organizar algunas ‘vueltas’ y luego este coordinaba todo con Jean Paul Hernández, quien a su vez le indicaba a Nixon David Ortiz y Yúnez Alexis Hernández, cómo se iba a ejecutar todo. Así fue como esta organización criminal llevó a cabo varios homicidios en Cúcuta y el área metropolitana.

Nixon Ortiz y los asesinatos más sonados

La captura de Nixon David Ortiz Martínez, de 20 años, el pasado 14 de junio, fue clave en esta investigación, pues esta era la ficha que le hacía falta al ‘rompecabezas’ que estaba armando la Fiscalía en contra de esta oficina de sicarios. ‘Pisculichi’, como conocen a este presunto homicida, era el último que faltaba por caer y es quien más procesos judiciales tiene en su contra.

Su detención fue para las autoridades un alivio, pues este sujeto habría participado en la gran mayoría de los asesinatos cometidos en Cúcuta y el área metropolitana, y fue a quien más contrataron para el ajuste de cuentas en el exterior. Por eso, una vez supieron su paradero, un grupo de hombres fuertemente armados madrugó a buscarlo en la casa C15 del conjunto residencial Estación del Este, la cual le habría arrendado uno de sus jefes mientras ejecutaba otros dos homicidios.

En el momento de la aprehensión, Ortiz intentó burlarse de los investigadores identificándose con una tarjeta de identidad con otro nombre. 

Cuando requisaron el inmueble solo encontraron unos colchones, que era donde dormían ‘Pisculichi’ y otro joven, quien sería su escolta. Además, hallaron 400 gramos de marihuana Cripy, munición para pistola, una moto Suzuki GN, que aparece como robada a mediados de mayo de este año en el barrio Belén, y siete millones de pesos en efectivo.

Con este presunto sicario tras las rejas, la Fiscalía obtuvo más datos que le están sirviendo a la investigación, “pues algunos medios electrónicos que le incautaron están aportando información a los procesos. Lo único que resta es que él quiera colaborar con la justicia, buscando los beneficios que le otorga la ley”, explicó uno de los funcionarios judiciales.

Los investigadores han hallado que Nixon Ortiz empezó a delinquir desde los 15 años con unos delincuentes de San Miguel, entre los que se encontraría alias ‘Hunder’, “pero luego de cometer muchos atracos, decidió pasar al mundo del crimen organizado, por eso lo prepararon muy bien para ser un asesino a sangre fría. La cara de niño que tiene le ayudó en muchos hechos, pues no despertaba sospecha alguna”, señaló un funcionario judicial.

Antes de la captura de este sujeto las autoridades ya habían detenido en septiembre de 2017 a algunos de los miembros de la organización criminal. William Fernando Alzate, alias ‘El Tío’, fue detenido en Tuluá cuando votaba en la primera vuelta presidencial, el 27 de mayo; Jhon Jairo Velázquez, ‘El Ovejo’, fue sorprendido cuando se encontraba en el entierro de un hermano, también en Tuluá (Valle del Cauca), y Kevin Alzate Saldarriaga fue aprehendido hace un mes en Trujillo (Valle del Cauca).

Aunque la Fiscalía por ahora tiene plenamente comprobados 12 homicidios, sabe que la oficina de sicarios está inmersa en otros asesinatos, por eso los investigadores no descansan recopilando el material probatorio de los otros hechos. La Opinión hace un recuento de los crímenes más sonados de esta organización criminal y por los que están siendo procesados penalmente sus 10 integrantes.

El primer ‘trabajito’

Uno de los primeros homicidios que supuestamente esta oficina de sicarios cometió fue el del comerciante y estudiante de derecho de la Universidad Libre, Óscar Trinidad Toro Pérez, de 42 años, ocurrido la noche del viernes 13 de mayo de 2016, en el parqueadero del plantel educativo.

Antes de las 10 de la noche, cuando la víctima caminaba hacia su camioneta Toyota blindada, de placas venezolanas, un hombre que se hizo pasar como estudiante le disparó en por lo menos seis oportunidades. El homicida aprovechó los momentos de pánico para salir del claustro universitario. Habría escapado en un taxi y en el camino abandonó una camisa de rayas, un bolso y una pistola Pietro Beretta.

Quien cometió este asesinato, según las autoridades judiciales, fue Nixon Ortiz en compañía de Rafael Rivas, alias ‘Ñato’. El primero fue el que se hizo pasar como estudiante y el segundo fue el encargado de transportarlo en un taxi.
 
Asesinado al salir del gimnasio

El miércoles 25 de enero de 2017, integrantes de esta misma banda asesinaron a Édgar Hernando Arias Quintero, de 32 años, entrenador físico y dueño de un gimnasio ubicado en la avenida 3E con calle 12, del barrio Los Caobos. La víctima fue sorprendida por un pistolero cuando salía del establecimiento y se iba a montar a su camioneta.

Kevin Alzate, según las autoridades, fue quien coordinó el homicidio y quienes lo ejecutaron fueron Jean Paul Hernández, Nixon Ortiz y Rafael Rivas, ‘Ñato’. Lo que ahora tratan de establecer los investigadores es si ‘La Peruana’ fue la que pagó por ese hecho. Hasta el momento, algunos de ellos ya aceptaron su culpabilidad en el crimen.

El homicidio que los llevó a la caída

El asesinato de Jaime Andrés Poveda Munévar, estudiante de la Universidad Libre, ocurrido el jueves 6 de abril de 2017, “fue el error más grande que haya cometido esta estructura de sicarios”. Así lo aseguran las autoridades al hablar de cómo se llevó a cabo la investigación de este hecho.

Este crimen involucró a varios investigadores del grupo de homicidios de la Sijín y el CTI, quienes hicieron una minuciosa pesquisa que implicó la recolección de los videos de una veintena de cámaras de seguridad que hay por los alrededores de donde se cometió el ataque, de la misma universidad y de donde vivía la víctima. Todos los 10 integrantes de la oficina de sicarios participaron de una u otra forma en el hecho.

Las imágenes les mostraron a los funcionarios judiciales que días antes del homicidio, a Poveda le hicieron un estudio previo de sus rutinas; luego, el 6 de abril, desde las 6:00 a.m., cuatro miembros de la organización criminal se hicieron afuera del claustro universitario a esperar la llegada y salida de la víctima, para darles aviso al par de motorizados que ejecutarían el asesinato, y quienes se encontraban a unas cuadras de allí.

“Después de que Jaime Andrés sale con unos compañeros de la universidad a comer pasteles, al mismo lugar de siempre, en la calle 7 con avenida 4, a un costado de la cancha de softbol del barrio Pescadero, otros dos sujetos pasan en un taxi y los ‘marcan’. De inmediato llaman a Nixon para que ejecute el homicidio”, aseguró uno de los investigadores que reconstruyó cuidadosamente el hecho.

Cuando Poveda estaba con sus amigos pidiendo los pasteles, aparecieron dos hombres en una moto y quien iba de parrillero, que vestía franela negra y bluyín, se bajó y sin quitarse el casco se le acercó a la víctima y tras disimular una conversación con el vendedor, sacó un arma, disparándole en cuatro oportunidades. Una vez cometió el hecho, el pistolero, que sería Nixon Ortiz, regresó a donde su cómplice lo esperaba y huyó.

“En las imágenes pudimos ver todo. Es más, sabemos que los dos hombres de la moto llegaron rápidamente al semáforo que hay en el cruce del Canal Bogotá con avenida Cero, le entregaron el arma a dos hombres que los esperaban en un taxi, mientras que el parrillero, que sería Nixon, se bajó y se subió a otro taxi que también lo esperaba. Cuando ya estaban listos, los dos carros y el motorizado tomaron diferentes rutas”, contó la fuente judicial.

Las autoridades judiciales también pudieron establecer que ‘La Peruana’ fue quien ordenó el homicidio, al parecer, porque un familiar de la víctima no quiso responderle por un dinero de unos negocios. “Sabemos que por ese hecho pagaron 20 millones de pesos y por eso es que todos los diez hombres participaron”, explicó la fuente.

Agregó: “esta investigación estuvo tan bien hecha, que gracias a los videos se lograron extraer unas imágenes que fueron sometidas a un estudio técnico de comparación morfológica, identificando a Nixon David como quien disparó. A raíz de todo eso vino una seguidilla de atentados contra la familia de la víctima, resultando afectados unos investigadores del CTI”.

Doble crimen en Lomitas

Otro hecho endilgado a la red de sicarios y que tiene documentado la Fiscalía, es el doble homicidio registrado el 24 de mayo de 2017, debajo del puente peatonal de Lomitas, en Villa del Rosario. Las víctimas fueron los cuñados Maynor Mauricio García Navarro, natural de Gamarra (Cesar), y Héctor José Leguiza Quintero, de Ocaña, quienes se encontraban dentro de un carro Chevrolet Optra de placas CXI-082.

Lo encontrado por los investigadores da cuenta de que Jean Paul Hernández coordinó el doble homicidio, que habría ordenado ‘La Peruana’. Quienes lo ejecutaron fueron Rafael Rivas y Nixon Ortiz; estos dos iban en la moto, mientras que metros más adelante Osmel Matajira y William Alzate esperaron al pistolero en un taxi para llevárselo junto con el arma y así burlar el cerco policial.

Los primeros capturados

El 21 de septiembre de 2017, la Mecuc y el CTI capturaron por microtráfico a José Helí Omaña Gómez, ‘Joselí’; Andrés Guillermo Camacho Zambrano; Daniel Alexander Pinzón Pinzón, ‘el Gordo’; Germán Darío Rodríguez Jaimes; Víctor Alfonso Basto; Jesús Humberto Prada Gómez, ‘Rosita’; Diego Armando Mendoza Serna; Erika Sofía Omaña Camargo; Angie Yulisa Omaña Tovar; Yuri Johanna Omaña Tovar; Manfrid Neil Mendoza Serna; y José Luis Ovallos Garzón, ‘el Costeño’.

Mientras que por el brazo sicarial fueron detenidos Jesús David León Jaimes, ‘el Taxista’, quien fue señalado de ser el encargado de transportar a los pistoleros y las armas; Jean Paul Hernández Botello; Rafael Rivas Contreras, ‘el Ñato’ y Osmel Javier Matajira Caballero, presuntos homicidas.

Esta semana que termina se conoció que once integrantes de la banda de La Punta fueron condenados a penas de prisión que van desde los 49 hasta los 72 meses por los delitos de concierto para delinquir; tráfico, porte y comercialización de estupefacientes y destinación ilícita de inmuebles.

‘Ñuñú’ también los contrató

Dani Fabián Hernández Rincón, más conocido como ‘Ñuñú’, también habría contratado los servicios de esta oficina de cobros. “Sabemos que este sujeto, que hoy está en prisión, pagó por varios homicidios. Es más, cuando se capturó a Nixon Ortiz nos enteramos de que él le habría ordenado asesinar a alias ‘Popis’, quien estaría ‘gobernando’ la olla que hay debajo del puente Jorge Gaitán Durán y a otro sujeto”, contó uno de los investigadores.

Agregó: “se sabe que ‘Ñuñú’ se trajo a Nixon desde Venezuela, donde estaba escondido, y le estaba pagando el arriendo en la casa donde se capturó, pues la orden era que debía ejecutar rápido los dos asesinatos. Ya le tenían listas las armas y la moto en la que se movilizaría”.

Las autoridades también conocieron que el día que capturaron a Hernández, el 15 de diciembre de 2017, Nixon Ortiz se encontraba en ese mismo lugar, pero al ver llegar a la Policía y al CTI, escapó.

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Sábado, 7 de Julio de 2018
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