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Desaparecieron y asesinaron a mi muchacho: padre de víctima de Palmarito
Fueron ocho los cuerpos hallados en la vereda Santa María, entre esos el de Jerry Hernández, de 20 años.
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Viernes, 13 de Marzo de 2020

Henry Guillén agarraba y abrazaba este viernes con una profunda tristeza cada prenda de ropa de su hijo Jerry Guillén Hernández, de 20 años. Todas las pertenencias quedaron en la habitación del joven donde estuvo con vida hasta las 6:00 de la mañana del pasado 2 de marzo.

Seis días después, su cuerpo fue hallado entre los 8 muertos arrojados a la vereda Santa María de Palmarito, en Cúcuta.

Los familiares aseguran que junto a él, también desaparecieron otros cinco hombres, de diferentes edades. Sin embargo, solo Jerry aparece en la lista de los muertos. 

Este joven estaba radicado con su familia en el corregimiento de Saloa, municipio de Chimichagua (Cesar), una población conocida como ‘la tierra del pez bocachico’, rodeada por tres ciénagas, el río Cesar y con conexión a la carretera oriental que comunica al Cesar con Norte de Santander.

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En la mente de Henry, de 42 años, hay más preguntas que respuestas. Primero, no entiende cómo su hijo, próximo a ser padre por primera vez, desapareció tan repentinamente y sin dar aviso. 

Ese lunes, Henry empezó a preguntar por su hijo y no obtuvo razón, ni entre los pescadores ni entre los habitantes de Saloa, solo supo que del pueblo vieron salir una misteriosa camioneta con Jerry y otros hombres.

“No se llevó nada con él. No dijo nada. Es muy raro todo. Mi hijo era muy comunicativo conmigo y la familia, pero no pudo decir nada o no tuvo la oportunidad”, contó el papá desde Saloa.

El padre poco a poco se fue enterando que los demás ausentes tampoco se habían comunicado con sus familias, regándose la noticia por todo el pueblo.

Fue hasta el lunes 9 de marzo que la Policía de Chimichagua reportó al consejo comunal de Saloa sobre el hallazgo del cuerpo de Jerry en Palmarito, a 350 kilómetros de distancia.

Me desaparecieron y asesinaron a mi muchacho. Lo convencieron de algo prometedor y se lo llevaron junto a otros cinco más, pero los nombres de ellos no son los de los otros cuerpos”, reiteró.

Según Henry, su hijo acababa de terminar de prestar el servicio militar hacía dos meses. Desde entonces, le ayudaba a trabajar en la pesca y nunca notó nada raro en su comportamiento. El joven -dijo- quería seguir como soldado profesional en el Ejército dada la responsabilidad que tenía con su novia que tiene 5 meses de embarazo.

“Acá lo que sabemos hacer es pescar, pero la situación está muy mala. Por eso creo que lo engañaron y él se confió”, dijo el padre.

Son cinco los desaparecidos

De manera exclusiva, La Opinión conoció que Osnaider Arrieta Castillejo, Ronaldo Arrieta Berrueco, Gustavo Adolfo Berrueco Flórez, José David Flórez Ospino y Fabio Toloza Ospino, son los otros hombres desaparecidos de Saloa.

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La información sobre las identidades de los cinco hombres desaparecidos fue confirmada por Juan Daniel Parra Zuluaga, personero municipal de Chimichagua, quien además aseguró que la situación que vive hoy Saloa, es muy delicada.

“Conocimos que hace aproximadamente 15 días se presentó en el corregimiento de Saloa un vehículo persuadiendo a jóvenes y hombres para que fuesen a trabajar en fincas. Sabemos que hubo un ofrecimiento de $1.200.000”, dijo.

Sin embargo, el funcionario no precisó sobre las características del vehículo ni quién estaría detrás de esto.

“Luego de conocida la muerte de uno de ellos, vienen sucediendo hechos lamentables en ese mismo lugar, y al parecer tienen relación, por eso hemos solicitado con urgencia al alcalde de Chimichagua que convoque un consejo de seguridad de inmediato”, dijo el personero.

Según Parra Zuluaga, a la 1:00 de la mañana de ayer una vivienda fue incinerada tras conocerse que allí vivía un hombre que presuntamente tuvo algo que ver con las personas que llegaron a persuadir a los jóvenes. 

Primero, cortaron la luz de manera premeditada y luego ocurrió el incendio. “La gente tiene miedo. A las 6:00 de la tarde se encierran en sus viviendas y todo esto amerita la presencia de la fuerza pública. Allá en Saloa son alrededor de 3 mil habitantes y no hay un solo policía ni un soldado. Por los antecedentes del conflicto armado que hay en Colombia esto es muy delicado”, dijo el personero, quien precisó que todo viene ocurriendo desde ese lunes 2 de marzo.

Según manifiestan los habitantes, también desaparecieron jóvenes en las cabeceras municipales de Curumaní y Pailitas, ambos municipios del Cesar.

Para el personero los reclutados podrían llegar a ser 80 jóvenes, “algunos fueron llevados a la estación de Brasilia y Copetrán y luego embarcados y trasladados a la zona del Catatumbo”.

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La Personería de Pailitas no tiene reportes sobre este caso de posible reclutamiento de jóvenes en el Cesar. En Cúcuta, Jorge Villamizar, defensor regional del Pueblo, aunque dijo saber de la masacre, desconoce mayor información al respecto.

Rumbo a Ocaña

El padre de uno de los desaparecidos, entrevistado por este medio y de quien nos reservamos su identidad, aseguró que su hijo le manifestó que iría a una finca en Ocaña.

“Me dijo que se iba a trabajar a Ocaña porque le estaban ofreciendo una buena plata; yo solo le dije que tuviera cuidado”, contó el papá.

El familiar añadió que su hijo no se ha comunicado y aunque en Saloa las malas noticias corren por doquier, él espera que la incomunicación de su hijo sea solo por falta de oportunidad para poder hacerlo.

Agregó que no es costumbre que dure tanto tiempo sin comunicarse. “La pesca es lo único que tiene Saloa, pero actualmente no se está haciendo nada”. 

Otra familiar informó que varios allegados están en Cúcuta tratando de conocer noticias de sus seres queridos. “Él salió a trabajar. No sabemos si está en esa zona”, reiteró.

Piden justicia

En el cementerio central de Saloa, familiares y conocidos le dieron cristiana sepultura a Jerry, a las 10:00 de la mañana del jueves. 

Henry, el papá, solo pidió en su plegaria que se esclarezca el hecho y la justicia no los abandone.

“Solo puedo decir que mi hijo no pertenecía ni le gustaba nada ilegal. Y menos sabiendo que él quería ser soldado profesional. Era un muchacho chistoso que solo quería salir adelante. Su muerte no puede quedar impune”, finalizó con la voz entrecortada.

El hallazgo

El viernes 6 de marzo, unos 40 guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (Eln), y otros 40 hombres pertenecientes a la banda delincuencial Los Rastrojos, sostuvieron un combate. 

Todo habría ocurrido en la zona rural del municipio Mata de Coco, estado Zulia (Venezuela), que tiene a la ciudad de Maracaibo como su capital y que limita con la vereda Vigilancia de Puerto Santander.

Una fuente judicial consultada por La Opinión aseguró que dicho enfrentamiento duró 3 horas y dejó como saldo más de 20 hombres muertos, todos presuntamente pertenecientes a los Rastrojos, de los cuales ocho fueron recogidos y traídos a suelo colombiano.

Los cuerpos identificados fueron los de Víctor Manuel Masson González, oriundo de El Banco (Magdalena); Pedro Nel Paternina Díaz, de Córdoba; Saúl Barbosa Molina, de Río de Oro (Cesar); Gustavo Adolfo Mosquera Moreno, de Istmina (Chocó); Víctor Manuel Batista Páez, de 16 años, y Jerry Guillén Hernández, de Saloa, Chimichagua (Cesar).

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