En el barrio San Gerardo, en inmediaciones de la Penitenciaría de Cúcuta, en la vía que lleva al corregimiento San Faustino, el ambiente está lleno de penumbra, donde a cualquier hora del día o de la noche se puede alterar el orden público y la ley del silencio es la que gobierna.
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Precisamente, en medio de esa zozobra, la noche del miércoles, los vecinos de ese sector del norte de Cúcuta oyeron varias ráfagas de disparos, pero nadie se arriesgó a salir de sus casas a ver qué estaba pasando, sin embargo, se imaginaron que sería un enfrentamiento más entre los grupos armados ilegales que se pelean por el control de ese lugar que está muy cerca de la frontera con Venezuela.
Allí ni la presencia de la Policía Metropolitana de Cúcuta logra controlar la ilegalidad y el comercio del contrabando que se mueve a simple vista, trayendo consigo una cadena criminal que se ha fortalecido con el paso del tiempo.
Lo que encontraron
Pero ayer, a las 7:00 de la mañana, alguien llamó a la Policía y alertó sobre el hallazgo de un cadáver de un joven, que tenía sus manos esposadas y que su cabeza estaba cubierta con la camiseta negra que llevaba puesta. A la víctima le propinaron dos balazos.
El cuerpo quedó tendido al lado de unos ladrillos, dentro de una vivienda donde funciona una recicladora.
Los habitantes y transeúntes de este sector rodearon el sitio, mientras especulaban sobre quién sería la persona muerta.
El cadáver tenía una característica que usualmente es utilizada por miembros del Ejército de Liberación Nacional (Eln), para marcar a sus víctimas, cubriéndoles la cabeza con la camisa que llevan puesta, lo extraño era que le habían esposado las manos por la espalda.
Poco a poco, en el lugar se hizo más fuerte el rumor de que el joven asesinado era un menor de edad, que desde septiembre del año pasado frecuentó este sector, pidiendo dinero en diferentes locales comerciales.
“Últimamente lo habíamos visto ahí cobrando para entrar a los baños de un pool, pero también se la pasaba en la calle pidiendo plata. Decía que la familia no lo quería y que por eso se había venido para acá”, comentó uno de los habitantes de esta zona.
Los que creyeron haber conocido a la víctima aseguraron que no pasaba de 15 años y que vivía hacia el sector de la invasión 6 de Reyes, cerca del lugar donde fue asesinado.
Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, el cadáver permanecía en el Instituto de Medicina Legal sin ser identificado.