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El sábado sangriento que asustó a Vigilancia
3 masacres se han cometido en los últimos 4 meses y medio en Norte de Santander.
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Lunes, 20 de Julio de 2020

Desde la mañana del sábado en Banco de Arena, Vigilancia y Totumito, tres pequeñas poblaciones de la zona rural de Cúcuta, que colindan con Tibú, Puerto Santander y Venezuela, se siente un ambiente enrarecido. Entre los pobladores hay un pánico generalizado que llevó a 414 personas a dejar todas sus cosas tiradas para ir en busca de protección por parte de las autoridades.

“Acá nos están matando y nadie hace algo para evitarlo”, fue la frase que soltó un líder comunal de esa zona que está a menos de dos horas del casco urbano de la capital de Norte de Santander, donde se está dando una guerra a muerte entre el Eln y Los Rastrojos.

Y es que no es para menos. Hace tres días fueron asesinadas ocho personas, dos a unos metros de Vigilancia y seis más a una hora y media de ahí, más exactamente en un predio que está en el sector conocido como Totumito Caño Medio, que colinda entre Tibú y Cúcuta.

Esa trágica escena que quedó en la finca El Limar, donde se podían ver juntos los cuerpos de los seis hombres, como si les hubiese tocado hacer una fila para luego arrodillarse debajo de un frondoso árbol, muy cerca a la casa, para recibir un ‘tiro de gracia’ de fusil en la cabeza, hizo recordar aquella época cuando las extintas Auc se tomaron esta región a sangre y fuego, dejando alrededor de cinco mil asesinados.

“Los muertos no fueron más porque solo estaban esas seis víctimas, pero si los asesinos hubiesen encontrado más gente, créanme que los hubiesen ajusticiado a todos”, comentó una fuente judicial.

Y es que quienes cometieron la masacre se encargaron de inspeccionar el predio palmo a palmo, como si hubiesen estado buscando algo. “En la casa todas las cosas estaban revolcadas. Se pudo ver que las víctimas fueron sorprendidas cuando preparaban el almuerzo, pues en la cocina quedó hecho el arroz y unas fritas de maduro; además, había una gallina muerta”, es el relato de una fuente que estuvo en el lugar del hecho.

Los cadáveres quedaron boca abajo y algunos tenían las manos en la espalda. A todos se les veía la piel quemada por el inclemente sol del sábado y el domingo, pues la macabra escena fue descubierta 24 horas después de cometerse la masacre.

Una comisión de la Defensoría del Pueblo de Norte de Santander fue la encargada de ir hasta aquel apartado y desolado sector sin importar el riesgo que corrían sus integrantes, a confirmar la denuncia que estaban haciendo desde el sábado Ascamcat y la fundación Progresar sobre la masacre, porque ni la Policía ni el Ejército ni la Fiscalía y ni las autoridades civiles creían que fuera cierta. “Si no hay cuerpos, no hay homicidio”, aseguró una fuente judicial.

Por eso, luego de que el defensor del Pueblo regional, Jorge Villamizar, les avisara a todas las autoridades sobre el hallazgo y que en las redes sociales circulara un video y una foto mostrando la trágica escena, en ese instante la Policía, Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), Ejército, Fiscalía y unas comisiones de las alcaldías de Cúcuta y Tibú se organizaron y salieron hacia ese apartado punto.

¿Por qué los mataron?

Aunque la Defensoría del Pueblo ya había advertido desde marzo con la Alerta Temprana de Inminencia N°011-2020, donde aseguraba que esa guerra entre Eln y Los Rastrojos provocaría un gran número de asesinatos y hasta desplazamiento de la población, ninguna autoridad quiso prestarle atención, por eso hoy más de 120 familias se encuentran refugiadas en el casco urbano del corregimiento Banco de Arena, esperando alguna acción por parte del Estado para retornar a sus viviendas.

Esa confrontación entre los grupos armados ilegales tiene una sola razón: el negocio de la droga. Y es que en la zona rural de Cúcuta, según la Policía Antinarcótico, hay más de 316 hectáreas sembradas con hoja de coca.

Además, por ahí esas organizaciones pueden sacar cocaína hacia Venezuela e ingresar contrabando y armas a Colombia, siendo unos negocios ilegales que dejan millonarias ganancias, aseguró una fuente de inteligencia militar.

El coronel José Luis Palomino, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), señaló que las seis personas asesinadas posiblemente serían raspachines.

“Muy cerca del sitio donde ocurrió este lamentable hecho hay cultivos de coca, lo que nos indicaría que ellos estarían dedicados a la raspa”, indicó el oficial.

Y precisamente, las autoridades creen que estas seis personas habrían sido asesinadas por su actividad. “Lo que estamos tratando de establecer es que a ellos los mataron por no querer trabajarle a alguno de los grupos armados ilegales”, explicó el coronel Palomino.

Aunque en un principio Ascamcat, la Fundación Progresar y la Policía Metropolitana manifestaron que quienes cometieron la masacre serían integrantes de Los Rastrojos, ayer los organismos de inteligencia policial y militar estaban seguros que los asesinos harían parte del Eln.

“Analizando la forma como ocurrieron los hechos y lo recopilado en las escenas, porque no solo fue la masacre, sino que muy cerca a Vigilancia mataron a otras dos personas, nos daría a entender que el Eln sería el responsable de eso”, afirmó una fuente de inteligencia militar.

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Sin embargo, el comandante de la Mecuc manifestó que están cotejando algunos hallazgos para tener más claridad sobre los responsables de los hechos.

Cabe recordar que en los últimos 4 meses y medio (desde marzo hasta ayer), se han cometido tres masacres que dejan 18 víctimas. A estos hechos atroces se suman también asesinatos selectivos, como los que se presentaron el sábado en la mañana y en la noche a unos metros del casco urbano de Vigilancia. Una de los asesinados fue identificado como Ernesto Aguilar, de 34 años, miembro de la Junta de Acción Comunal de esa población. El otro cadáver aún no ha podido ser reconocido.

Hicimos todo lo que se ordenó en las alertas tempranas: Alcaldía

 La trágica escena fue hallada por una comisión de la Defensoría del Pueblo que decidió trasladarse hasta esa zona.

Después de que se conociera el asesinato de las ocho personas en la zona rural de Cúcuta, en límites con Tibú, la Alcaldía de Cúcuta, a través de la secretarías de Posconflicto y Cultura de Paz, Gobierno y otros despachos municipales, desplegó un operativo logístico y de acompañamiento para las 414 personas que resultaron desplazadas desde las veredas Totumito y Vigilancia, y que permanecerán, mientras se les garantiza un retorno seguro, en el refugio transitorio ubicado en la institución educativa Rafael García Herreros, en el casco urbano del corregimiento Banco de Arena.

Al ser indagada sobre las acciones que adelantó la Alcaldía respecto de las alertas tempranas emitidas por la Defensoría del Pueblo con anterioridad a la masacre, la titular de Posconflicto y Cultura de Paz, Elisa Montoya, expresó que por parte de la administración municipal se hicieron todas las actividades que en materia de seguridad se requieren para estos casos, como consejos de seguridad y comités con las comunidades.

Podemos asegurar que todo lo que se recomendó se hizo, insistió la funcionaria.

Dijo que más allá de eso, la administración municipal ha venido brindando un acompañamiento institucional a la zona rural, hemos llegado con el tema del campo-ciudad, con las ayudas humanitarias, la presentación de la oferta institucional de la ESE Imsalud.

“La Alcaldía ha estado presente en estas zonas y ha ayudado a superar la brecha de la frontera agrícola entre el campo y la ciudad”, declaró.

Agregó que a esta Alcaldía sí le importa la gente del campo, “porque  pusimos la agenda de la infraestructura en el tema del puente de Agua Clara, donde ya se está en marcha para elegir al contratista”.

Montoya dijo que se está brindando acompañamiento a las 414 personas que llegaron al casco urbano de Banco Arena provenientes de las veredas Totumito y Vigilancia, de las cuales 23 son adultos mayores, 132 son niños, 5 en condición de discapacidad y 47 son migrantes venezolanos.

“Allí hicimos entrega de elementos de bioseguridad, kits de aseo y 100 kits de soluciones alimentarias. Logramos identificar las necesidades de esta población y esperamos poder generar un plan de acción que les permita retornar a sus viviendas con las garantías necesarias”, agregó la funcionaria.

El alcalde Jairo Yáñez volvió a insistir, ayer, al Gobierno Nacional sobre la urgencia de trabajar de manera conjunta para hacerle frente a la problemática de seguridad que se presenta en la zona rural de Cúcuta, donde los constantes enfrentamientos entre los grupos armados Epl, Eln, Los Rastrojos y La Línea, afectan a los habitantes, al punto de obligarlos a salir desplazados.

Montoya anunció que hoy, en Banco de Arena, se hará presencia con la Personería, la Secretaría de Gobierno y demás entidades para que las familias que fueron desplazadas tengan un acompañamiento continuo en esta compleja situación.

El gobernador de Norte de Santander, Silvano Serrano, en referencia a los actos de violencia que ocurrieron en las veredas Vigilancia y Totumito, expresó que este es un momento para llamar a la unidad.

“Condenamos los hechos repudiables que segaron la vida de campesinos”, dijo el gobernante.

Hoy también se cumple un Puesto de Mando Unificado en el que se espera surjan más medidas para devolver la tranquilidad a la zona rural de Cúcuta.

Los primeros dos identificados

Camila* viajó cinco horas por tierra desde la población venezolana de Santa Bárbara, en el estado Zulia, hasta Cúcuta. Ella y una amiga venían con un solo objetivo, encontrarse con su cuñado Mauricio García Jiménez, con quien hablaron por celular el pasado martes14 de julio y se pusieron de acuerdo para encontrarse cinco días después en la capital de Norte de Santander, porque él quería hacerles llegar un mercado y dinero a su esposa e hijos, a quienes no veía desde hacía cuatro meses.

La mujer, que no sobrepasa los 35 años, y su amiga, el sábado abordaron un vehículo de transporte público con rumbo a la frontera, donde tuvieron que buscar la forma de pasar por una de las trochas y así llegar a Cúcuta, pero lo que ellas menos esperaban era que ese encuentro no se iba a dar.

Y es que Mauricio García no les pudo cumplir la cita porque él es una de los seis hombres que el sábado en la mañana fueron asesinados en el sector conocido como Totumito Caño Medio, que colinda entre Tibú y la zona rural de la capital nortesantandereana.

Camila* y su amiga lloraban intensamente, ayer, a las afueras de Medicina Legal, pues no podían creer la noticia que les habían dado horas antes.

“Eso es imposible, si nosotros hablamos con él el martes pasado, hicimos una videollamada y hasta el niño comenzó a molestarlo, a pedirle plata que quería comprarse algo, y Mauricio, agarrándose el pelo, le dijo que sí, pero como la mamá (mi hermana) no podía venir, me pidió que yo le hiciera el favor de venir a recoger el mercado y el dinero”, relató la angustiada mujer.

García Jiménez habría llegado a Cúcuta hacía cuatro meses buscando trabajo y, al parecer, lo único que encontró fue ir a raspar coca en la zona rural, aunque jamás le comentó nada a su familia.

Ya cuando logró estar acomodado, Mauricio le habría ayudado a Yunior Manuel Yanes González para que también se viniera a laborar en lo mismo. Y lastimosamente, este hombre, de 25 años, también cayó en la masacre. Estas dos personas son las únicas que han podido ser identificadas por las autoridades.

*Nombre cambiado por seguridad.

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