La última ilusión que tuvo Juan Carlos Quiñones Martínez, de 34 años, era hacer una rifa de dos perfumes para poder comprarle ropa a la bebé que está esperando una de sus sobrinas.
Con ese propósito salió de su casa el pasado sábado 21 de octubre a caminar, como acostumbraba a hacerlo frecuentemente. Sin embargo, cuatro días después fue encontrado muerto, en el sector Caracol de La Gabarra (Tibú).
La mamá de Juan Carlos, sentada y ahogada en lágrimas, confesó que su hijo “era un niño con cuerpo de hombre”, al que la inocencia no le permitía dimensionar los riesgos que corría cada vez que se iba para La Gabarra o para Sardinata.
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Quiñones sufría una enfermedad mental, producto de los ataques de epilepsia que tuvo desde recién nacido.
“Él estuvo en el hospital mental Rudesindo Soto. Allá, iba a controles con una doctora”, dijo una familiar de la víctima.
La familia de Juan Carlos lo recuerda como un ser humano ejemplar, que creció, pero siempre vivió con la mente y los sentimientos de un niño, amante del fútbol y del equipo caleño América de Cali.
Por eso, los parientes no entienden por qué su ser querido, al parecer, fue asesinado.
“Él siempre decía que no le harían daño, porque era especial y no se metía con nadie”, aseguró una de sus hermanas.
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Entre las pertenencias de Juan Carlos había carros, canicas, cuadernos y recortes de fútbol, con los que a diario jugaba en su casa.
El crimen
Lo único que esperan sus allegados es que se esclarezcan los hechos y el equipo forense de Medicina Legal determine la causa de la muerte, que mantiene en luto a esta familia nortesantandereana.
“Estamos seguros de que él no hizo nada malo para merecer esto. Era un niño especial, no sabemos qué pasó”, resaltaron los parientes.
Por ahora, las autoridades adelantan las investigaciones que permitan clarificar los hechos.