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Familiares y amigos dieron el último adiós a los jóvenes asesinados en Puerto Santander
En la iglesia San Judas Tadeo las lágrimas y el desconsuelo fueron los protagonistas.
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Sábado, 21 de Octubre de 2017

Una nutrida caravana de familiares y amigos acompañó el sábado hasta su última morada a los amigos Vicente Pérez Abril y Víctor Alfonso Rodríguez, asesinados la noche del pasado miércoles en Puerto Santander. 

En la iglesia San Judas Tadeo las lágrimas y el desconsuelo de los familiares fueron los protagonistas del doble funeral.

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Las víctimas eran amigos y vecinos de la  urbanización Buena Vista. Según dijeron sus parientes, ambos se fueron a trabajar a Puerto Santander para lograr un ingreso económico para sus hogares, pues la situación económica estaba difícil en el municipio histórico. 

Una vez estuvieron en esa población fronteriza, lograron ‘engancharse’ en la bodega El Amiguito, lugar donde reempacaban arroz y azúcar, sitio donde terminaron encontrándose con la muerte.

Según se conoció, al menos 30 hombres vestidos de negro, con pasamontañas y con un brazalete en el brazo izquierdo, atravesaron el río en dos lanchas y arribaron hasta donde estaban las víctimas, para atacarlas a disparos con sevicia y de manera indiscriminada.

Luego de cometer el doble crimen, los agresores huyeron abordo de las lanchas, hacia Venezuela.

Cantante

Vicente, de 20 años, llegó primero a trabajar a Puerto Santander, convencido por un vecino de su cuadra en la urbanización. 

Luego Víctor lo acompañó. En total fueron tres meses los que ellos alcanzaron a trabajar en ese lugar.

Misael Pérez Espinosa, padrastro de Vicente Pérez, aseguró que su hijastro decidió irse porque no encontró otro sustento.

“Le salió la oportunidad en esa arrocera y se fue de una. Al principio, se iban en la mañana y en la tarde se venían, pero luego solo venían los sábados a la casa”.

Yanid Abril, hermana de Vicente, contó en medio de su desconsuelo, lo mucho que significaba su único hermano.

“Nosotros somos desplazados de Arauca por la guerrilla en 2010, llegamos acá con la ilusión de no vivir más guerra, pero hoy esta prueba que atravesamos nos deja el corazón en el piso, porque mi hermano no tenía nada malo, su música y su arte de pintar hablan por él. Somos tres mujeres y él velaba por nosotras. Siempre nos decía que confiáramos en Dios que íbamos a salir adelante”, contó la mujer.

De los 20 años que tenía Vicente, la mitad de su vida se dedicó a componer y escribir canciones, pero solo hasta el 2015, logró junto con otro compañero crear su propia agrupación de música urbana.

“A mi hermano usted lo veía cada rato con un cuaderno debajo del brazo. En el tenía sus letras y sus dibujos, por eso resaltaba en la fundación de Artes Empíricas, en donde pasábamos la mayor parte de nuestros ratos libres”, añadió la hermana.

De Víctor, la otra víctima, se supo que también era desplazado y que hizo parte de la misma fundación.

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