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Judicial
La vida del policía nortesantandereano que murió en Buenavista
Manuel Guillermo Galvis rogó para que no lo trasladaran.
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Domingo, 28 de Enero de 2018

El traslado de Puerto Berrío (Antioquia) a Buenavista, corregimiento de Santa Rosa del Sur (Bolívar), no le traería nada bueno a su vida. Así lo presentía el intendente de la Policía Nacional, Manuel Guillermo Galvis Contreras, que encontró allí su muerte.

Tan mal le cayó la noticia que le rogó al capitán que ordenó su traslado que no lo mandara para allá, él sabía que eso era una zona roja, contó Claudia Contreras, con la voz triste, cortada por la amargura de perder uno de sus seres más queridos, un primo a quien quería como un hermano. Es lógico, crecieron juntos y tenían casi la misma edad, él murió a los 38 años.

Pero nada pudo hacer y los presentimientos se hicieron realidad. En Buenavista, donde no llegan carros y la minería de oro ilegal es el pan de cada día,  a Guille o Manuelito, como le decían sus familiares, lo sorprendió un bombazo en la estación de Policía, donde estaba de turno. El ataque se registró el sábado pasado a las 11: 50 de la noche, al parecer, según las autoridades, perpetrado por el Eln, que además hostigó el lugar con ráfagas de disparos durante 25 minutos.

Este fue el golpe final para un hombre que amaba  a sus cuatro hijos, todos menores de edad. Además, al ser Manuel Guillermo Vergara el hijo único,  era la adoración de su mamá, doña María Inés Contreras Valencia, quien murió en 2013 y a él le produjo un dolor muy grande.

“Era hijo único, se quedó solito, y vivía triste por eso. En Facebook publicaba lo mucho que la extrañaba”, contó su tía Marta Contreras, con la cara maquillada por las lágrimas y vestida de negro, evidenciando el luto que lleva en el alma. 

En su perfil de esta red social, una de las últimas publicaciones hechas por Galvis fue “Mami te extraño muchooo”, con una foto de los dos. Los restos mortales del policía cucuteño  serán enterrados lo más cerca de los de su mamá, en Chinácota, el pueblo que lo adoptó desde muy pequeño y a donde llegó gracias al trabajo de su progenitora: la docencia.

Era un niño tranquilo y un hombre muy alegre. Su prima recuerda que inicialmente le decían el Tarzán de la selva, porque hasta los siete años aproximadamente vivió en el sector de la Selva en Durania. Luego se trasladaron a Chinácota, donde estudio bachillerato y vivió hasta que la vida lo dejó.

En Buenavista le quedaban dos meses aproximadamente, eran seis. De ahí esperaba que lo trasladaran a Norte de Santander, especialmente a su pueblo, así se lo había contado a su tía Marta.

En la casa de este nuevo integrante de la lista de muertos que deja el conflicto armado del país, quedan sus consolas de sonido, las de mezclar, esas que usan los disyoqueis, porque esa era su verdadera pasión. Inició estudios de ingeniero electrónico en nunca terminó, la verdad era que el título que buscaba era el de ingeniero de sonido. Luego llegó a la Policía y ahí se quedó.

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