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Laurentino Peña, el soldado vallecaucano que nació para ser militar

El joven de 20 años fue uno de los cinco uniformados que murió en el ataque del Eln en Tibú.

Laurentino Peña Peña, de 20 años, siempre quiso ser militar. Su propósito, desde que nació en El Naranjal, zona rural de Bolívar, Valle, fue defender los colores de su país, vestido de camuflado, como su hermano mayor Jhon Fredy, un cabo del Ejército Nacional.

Este vallecaucano, cuyos padres toda la vida se han dedicado al cultivo de caña de azúcar y las moliendas, fue uno de los cinco soldados que murieron en la madrugada del martes en la emboscada del Eln en Norte de Santander.

Su compañera sentimental, Marcela Ramírez, de 25 años, recordó la última vez que habló con Laurentino en la mañana del lunes, menos de 24 horas antes de morir.

“No me dijo gran cosa porque estábamos como discutiendo, pero recuerdo que se puso muy contento porque le había comprado a su mamá una lavadora y me dijo que lo tenían de centinela. Laurentino era feliz porque le gustaba mucho el Ejército, su intención era quedarse ahí. Él tenía muchas metas por cumplir”, dijo la mujer, visiblemente afectada.

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Laurentino llevaba cuatro meses como soldado profesional, luego de terminar de cumplir con el servicio militar. 

En un comienzo era ranchero, ahora cumplía labores de centinela y hacía parte de la Fuerza de Tarea Vulcano de la Segunda División del Ejército. 

“La última vez que estuvo con nosotros fue este año que le dieron un mes de permiso. Trabajó en una molienda con la familia, estuvo en una finca con mi hijo, quien lo aceptaba como si fuera su papá, y luego en Trujillo (Valle) estuvo conmigo solo como tres días. Siempre estuvo bien, contento, trató de disfrutar lo que más pudo. Regresó a Norte de Santander el 18 de febrero”, señaló Marcela, con quien el joven soldado sostenía una relación que duró cuatro años.

Su hermano, su ejemplo 

Laurentino dejó seis hermanos, uno de ellos cabo del Ejército activo. Sus padres y núcleo familiar principal todavía residen en El Naranjal, un caserío en la cordillera occidental.

Marcela, mientras intenta tomar aliento, contó que se dio cuenta de la noticia por uno de los hermanos del joven militar la llamó en la mañana a contarle lo sucedido.

“Llamaron al papá a decirle que estuviéramos tranquilos que ellos (Ejército) hacían todos los trámites para entregarnos el cuerpo. Habíamos pensado en viajar a Cúcuta, pero la verdad no tenemos los recursos para hacerlo. Estamos esperando a que llegue el cuerpo”, indicó la mujer. 

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Agregó que el joven soldado era una gran persona “muy trabajador, no hay nada malo que decir de él. El hermano, que lo motivó para entrar al Ejército, representaba un orgullo para él. Laurentino decía que era el único profesional de la familia y por eso quería ser como él”.

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Colprensa
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Miércoles, 28 de Febrero de 2018
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