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Lo amenazaron con matarlo y le cumplieron

“Usted hoy se muere”, le dijo un hombre al venezolano Airon Guerra minutos antes de ser asesinado en La Merced, en Cúcuta.

Las palabras tienen poder. En algunos casos son premonitorias, casi como una sentencia al futuro y más cuando se trata de una amenaza de muerte. 

La historia de Airon Guerra es un buen ejemplo de esto. Antes de las 9:00 de la noche del sábado, un hombre le señaló con el dedo y le dijo: “Usted hoy se muere”, y minutos más tarde, a las 9:05, su corazón ya no latía. 

Su cuerpo estaba tendido de rodillas, pero con la espalda contra el piso y su mirada perdida hacia un costado, producto de los cuatro disparos que había recibido.

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Todas las historias tienen un inicio, un nudo y un desenlace; eso por lo menos es que los niños aprenden en las escuelas y esta no fue la excepción.

El inicio

Bueno, en el caso de Guerra, las líneas de su muerte empezaron a escribirse ese día, sobre las 6:00 de la tarde, cuando llegó con un amigo a un pool del barrio La Merced de Cúcuta.

Allí, este venezolano de 28 años de edad, que como su acompañante vestía de yin y camiseta negra, se sentó a tomarse una cerveza. Ese era el plan inicial, pero estos normalmente nunca se cumplen.

A él, las ganas de jugar le ganaron y a pesar de la petición de su acompañante de seguir tomando y no enredarse con el taco, la tiza y las bolas, el ciudadano extranjero empezó a presionar a un par de desconocidos que estaban jugando pool en una mesa para que ‘echaran un chico’.

Después de insistir durante varios minutos, logró convencer a los desconocidos para medir su puntería y la calidad en los efectos, aspectos fundamentales en este juego que siempre tiene música de fondo y cervezas como acompañantes.

Los nuevos personajes de la historia vestían: uno de camiseta roja y otro blanca. Este último fue el que decidió aceptar el reto. 

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El nudo

Como todo chico de pool, en donde la testosterona se siente en el ambiente, con miradas desafiantes y gestos de superioridad de lado y lado de la mesa, el choque entre estos dos empezó con normalidad.

Pasaron casi dos horas entre bolas buenas y malas, mientras las cervezas llegaban entre un marcador y otro. Era una competencia pareja, llevaban casi seis chicos y era literalmente un mano a mano.

Pero de un momento a otro todo cambió y el lugar se convirtió en una batalla campal. Guerra empezó a reclamarle a su contrincante porque aparentemente le estaba quitando puntos y esto, después de un par de horas jugando y de ingerir cervezas, es bastante complejo, porque el perdedor paga todo. Claro, nadie quiere perder ni pagar.

Para ese momento, la cuenta iba en $48.900, suficiente como para armar un ‘tropel’. Por lo menos así lo pensó Guerra, quien en un abrir y cerrar de ojos pasó de las palabras a los hechos. “Lo cogió y le pegó como diez puños al otro muchacho. Lo tiró sobre otra mesa”, contó un testigo.

Al ver esta situación, un hombre, también desconocido, quiso interceder para que no lo golpeara más, porque había una diferencia significativa de tamaños. El agresor medía cerca de 1,85 metros de estatura y su contrincante, al parecer, no llegaba a los 1,70 metros.

Más allá de calmar los ánimos, el lío creció porque el mediador también fue golpeado y sus compañeros se metieron en la gresca que tenía a Guerra en la mitad de todos, queriendo golpearlo. Se defendió como un grande, un león, usó tacos y bolas, logrando salir casi que ileso.

Ya llevado a una esquina, como en las grandes batallas, este hombre siguió vociferando insultos contra sus rivales, que le respondían con su mismo lenguaje.

El desenlace

Los señalamientos más fuertes de este venezolano, albañil de profesión, iban contra un hombre de camisa roja, el mismo que en un comienzo acompañaba a su rival y que había evitado el duelo en pool.  Aparentemente fue este quien antes de irse del lugar le gritó “usted hoy se muere”.

Pocos minutos después, Guerra también salió del establecimiento con su amigo, dejando atrás el alboroto y la cuenta por pagar. Lo que no sabía era que los estaban esperando.

Los persiguieron en una moto y a cuadra y media del lugar los alcanzaron. Guerra recibió un tiro en un brazo, dos en la cintura y otro más en el mentón. Murió al instante, en una calle oscura, debajo de un árbol y junto a un carro gris que estaba parqueado, que quizás pensó usar como escudo. Su compañero se salvó y está en el Hospital Universitario Erasmo Meoz.

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Domingo, 19 de Agosto de 2018
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