Los nombres de dos de sus hijos tatuados en los antebrazos sirvieron para que los familiares identificaran al hombre asesinado en una trocha del sector La Playa en La Parada. La víctima fue impactada cuatro veces y se desconocía su nombre por no tener consigo ningún documento.
Emerson y Yenderson estaban grabados en las extremidades superiores del occiso y por las fotos publicadas en este medio, que un conocido les envió con su teléfono celular, sus seres queridos en Maracay, en el estado venezolano de Aragua, no tuvieron ninguna duda de que se trataba de Yender Alexander Canelones Andrade, de 39 años.
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Esta persona fue encontrada el jueves 9 de enero, hacia las 7:00 de la mañana, con la cabeza cubierta con parte de la franelilla blanca que llevaba puesta y los impactos de bala en diferentes partes del cuerpo.
Estaba a unos 150 metros de la última casa que hay en el sector La Playa en ese corregimiento de Villa del Rosario, a pocos metros del río Táchira, afluente binacional que sirve de límite natural a Colombia y Venezuela.
La víctima era albañil de profesión en el país vecino, padre de tres menores, de 14 y 16 años y una niña de 8 meses.
En Medicina Legal
Un hermano y su cuñada que llegaron el pasado viernes con la dolorosa misión de repatriar el cuerpo a Venezuela, narraron que tuvieron noticias por última vez de Yender Alexander el 6 de enero, porque él se comunicaba todos los días con la mamá, enviándole un mensaje de voz o texto y una fotografía.
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Sin embargo su progenitora extrañó cuando no lo hizo y le comentó al resto de la familia. Sin embargo, nadie prestó atención a su comentario sin imaginarse nada malo.
La mala noticia los sorprendió el pasado viernes sumiendo a la familia Canelones Andrade en la más profunda tristeza y desesperación, según el relato.
Este sábado llegaron a la frontera dos de sus integrantes para hacer el pleno reconocimiento en la morgue de Medicina Legal en Cúcuta y los trámites para llevar el cadáver hasta su tierra natal.
Trabajaba en La Parada
Según se conoció, Yender Alexander trabajaba en La Parada desde hacía cinco meses, como asesor de viajes para una empresa de transporte de pasajeros hacia el interior de Colombia.
Vivía arrendado en una habitación en ese punto fronterizo y se encontraba solo porque su compañera sentimental viajó hacia Bogotá.
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El hermano conoció por los compañeros de trabajo, que Canelones Andrade el día de su asesinato, la tarde del 8 de enero, salió a llevar unos pasajeros que iban para Venezuela y desde ese momento no volvieron a tener noticias suyas, hasta el hallazgo por parte de un carretillero, quien alcanzó a ver el cuerpo tendido entre una espesa vegetación y un montón de rocas, quien dio aviso a unos policías.
Funcionarios de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) que fueron alertadas del hallazgo se trasladaron al lugar, pero mediante el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) pudieron establecer que la víctima se encontraba en suelo venezolano por lo que no pudieron hacer la inspección técnica de rigor.
Pero, por razones humanitarias, las autoridades permitieron que una funeraria de Cúcuta llevara el cuerpo a Medicina Legal para efectuar la inspección técnica y el reconocimiento del occiso.
Los deudos dijeron que las pertenencias de Canelones Andrade desaparecieron y que en el lugar donde trabajaba solo les entregaron la ropa que tenía en la habitación y otras cosas personales.
Manifestaron que él durante el tiempo que vivió en La Parada nunca les dijo de amenazas o problemas con alguien, por lo que se mostraron extrañados y muy afectados.
