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Los Rastrojos y su estela de muerte

Las atrocidades de esta banda en Puerto Santander y zona rural de Cúcuta se agudizaron en los últimos tres años.

El ambiente en Puerto Santander y la zona rural de Cúcuta hoy sigue siendo de penumbra, a pesar de que Los Rastrojos hayan perdido gran parte de estos sectores.

Los asesinatos y las masacres no paran. Los habitantes aún no pueden respirar tranquilamente y mucho menos olvidan esa temporada de terror que se impuso desde hace más de una década.

Por algunos rincones de esta población fronteriza con Venezuela se escuchan historias macabras de cómo han ocurrido esos homicidios. Y una de ellas involucra a un personaje muy conocido en esa zona, al cual lo apodaban como ‘El Canoero’.

La mala hora de Los Rastrojos

“Quien se iba con él no regresaba. Además, tenía un hacha a la que llamaba ‘Sabrina’ y una cuchilla a la que le decía ‘Catalina’. Con ellas descuartizaba a sus víctimas”, contó un habitante de esta localidad.

En el último año, entre este municipio del área metropolitana y la zona rural de Cúcuta, la muerte se ha paseado tranquilamente dejando una estela de sangre y miedo que espanta hasta las mismas autoridades policiales. Y es que no era para menos, las cifras de asesinatos son muy altas, dejando a Puerto Santander en el quinto lugar de las poblaciones de Norte de Santander donde se han cometido más asesinatos.

Los crímenes en esta parte fronteriza comenzaron a subir hace más de un año, cuando el Eln dio sus primeros asomos, y así lo denunció la Defensoría del Pueblo en su Alerta Temprana 037-19, del 12 de septiembre de 2019.

Cuatro días antes de emitir ese documento, esa guerrilla hizo circular un panfleto en el que aseguraba que se habían unido con la disidencia del frente 33 de las Farc para tomarse la zona rural de Cúcuta y Puerto Santander.

“En el panfleto del Eln se anuncia la supuesta alianza entre dichas estructuras y se amenaza con acciones conjuntas en Puerto Santander y los corregimientos de la zona rural de Cúcuta: Aguaclara y Guaramito, así como las veredas La Jarra, Puerto Lleras, La Esperanza, Patillales, Campo Alegre y sus alrededores, donde indican hacer presencia y declaran objetivo militar en una lista a cerca de 16 personas y a miembros de la Fuerza Pública (cuadrantes de Policía) que tienen presencia en estas zonas, bajo las acusaciones de ser expendedores de alucinógenos y realizar cobros a miembros de grupos armados ilegales, respectivamente y les dan 24 horas para salir de la zona bajo amenazas de muerte”, se lee en el documento de la Defensoría del Pueblo.

Y precisamente horas antes de conocerse el panfleto, en el casco urbano de Puerto Santander, en el sector del cementerio, balearon a un habitante de calle, el cual quedó muy grave y también asesinaron a otra persona.

A partir de ese momento, los hechos violentos se intensificaron y no han cesado. Desde enero hasta el 10 de diciembre, según cifras oficiales, en esa población, ubicada a una hora de Cúcuta, han asesinado a 17 personas, mientras que en el 2019 se registraron 3 homicidios.

De los 525 asesinatos que se habían registrado hasta el pasado 10 de diciembre en el departamento, el primer lugar lo ocupaba Cúcuta con 247 homicidios; en el segundo está en Tibú (74); tercero, Villa del Rosario (40); cuarto, Ocaña (33) y quinto, Puerto Santander (17).

Las denuncias hechas por la oficina defensora de derechos humanos y los constantes hechos violentos, generaron que la Policía y el Ejército aumentaran su pie de fuerza y realizaran operaciones para capturar a los líderes e integrantes de Los Rastrojos, pero a pesar del accionar oficial, los crímenes siguen ocurriendo, bien sea a orillas del río Grita, en sectores como La Isla, en la vereda El Dave o en Banco de Arena, Vigilancia y Aguaclara, zona rural de Cúcuta.
 
Miedo y terror

Hechos 2020: Los Rastrojos acorralados en su propio imperio

Y en medio de esta racha de homicidios, hay muchas historias tristes y macabras que nadie ha querido contar por miedo. La Opinión revela hoy los testimonios de algunos habitantes cansados de lo que sucede en la región donde las autoridades no han logrado frenar esa guerra y acabar con ese imperio del terror que ahora asumió el Eln.

Para las autoridades es claro que los homicidios se dan por la guerra entre la banda criminal y los elenos, pero también, por una purga interna de Los Rastrojos. 

Y es que en algunas interceptaciones, escuchamos que ‘Necocli’, desde una cárcel en Venezuela, le ordenó a un grupo de esta organización que estaba al otro lado de la frontera, que debía acabar con los hombres que estaban en Puerto Santander y el área rural de Cúcuta, porque no acataban sus órdenes y, además, se estaban quedando con parte del dinero. Esa fue una de las causas que llevaron a que ‘Brother’ (Albeiro Lobo Quintero) se entregara y que ‘El Menor’ (Jhon Jairo Durán) fuera capturado”, indicó la fuente.

Precisamente, dentro de esa purga, algunas habitantes de Puerto Santander han sido testigos de cómo hombres armados llegan en moto a las casas de las víctimas y quienes se rehúsan a acompañarlos, los matan ahí mismo, pero los que se van con ellos, no regresan, los desaparecen o luego de varios días son hallados asesinados con señales de torturas o descuartizados.

Por toda esa problemática, desde el año pasado hasta hoy, los asesinatos en esa parte de esta región no han parado y amenazan con continuar el próximo año. Durante la investigación que adelantó La Opinión se estableció que el dominio de Los Rastrojos, de los dos lados de la frontera (Puerto Santander-Boca de Grita), era tal, que tenían dos puntos donde llevaban a sus víctimas para asesinarlas y descuartizarlas, sitios que son conocidos como ‘casas de pique’. 

Al parecer, algunos pobladores y autoridades habrían conocido, en su momento, de esa situación, pero nadie la había denunciado, “pues todo sucedía bajo la mirada cómplice de las autoridades venezolanas”.

“Acá todo el mundo sabe que en ‘El Cartucho’ y ‘La Enfermería’ era donde picaban a la gente. Uno queda ahí mismo al pasar el río Grita, en una finca, y el otro estaba en todo el centro de Boca de Grita. A quienes llevaban allá, no volvían a salir. Nadie podía preguntar qué les había pasado a las personas”, señaló un residente de Puerto Santander.

La fuente agregó que: “‘El Cartucho’ es prácticamente un cementerio, pues en esa finca hay muchas personas enterradas, mejor dicho, donde las autoridades venezolanas se pongan a escarbar, encuentran una veintena de cuerpos descuartizados”.

Los Rastrojos ejercían tal poder, que se enteraban, a tiempo, de cualquier intento de denuncia contra ellos y por eso muchos habitantes de estas zonas tuvieron que irse, pues eran amenazados de muerte.

“Yo fui víctima de eso. A mí me mataron a un familiar, puse la denuncia y comencé a colaborar con las autoridades y de pronto un día me llamó un ‘paraco’ amigo y me dijo que lo mejor era que me fuera del pueblo porque me iban a matar por estar de sapa, le negué todo y él terminó mandándome un papel donde se decía todo lo que yo había contado, no me quedó de otra que salir corriendo, dejando todo tirado”, comentó una de las tantas víctimas que ha dejado en la frontera, esta organización criminal.

También hay personas que aseguran que muchas comerciantes, agricultores, ganaderos y arroceros fueron secuestrados por esta banda y para evitar que los mataran y los dejaran libres, tuvieron que pagar altas sumas de dinero, “en algunas oportunidades pedían la plata en dólares”.

Y precisamente, entre todas esas denuncias que han formulado las víctimas o familiares de las personas asesinadas, estarían varios nombres de integrantes de esa organización, que no solo estaban en armas, sino que manejaban el negocio de las drogas y contrabando de combustible. Muchas de esas investigaciones no han prosperado.

Baleado durante un enfrentamiento

Puerto Santander apila muertos y no vislumbra paz En medio del levantamiento de los cuerpos de Luz Amparo Acevedo y su hijo César Pérez, en la vereda El Dave, en límites entre Puerto Santander y Venezuela, se registró, el 9 de julio pasado, un enfrentamiento entre presuntos miembros de Los Rastrojos y el Eln, donde resultó muerto Omar José Osorio Barrios.

Según conocieron las autoridades, Osorio Barrios habría recibido varios disparos, pero solo hasta la noche sus familiares pudieron sacar el cadáver a la vía principal entre Puerto Santander y Cúcuta, para que la Policía hiciera la inspección técnica.

Por inteligencia las autoridades conocieron que este hombre habría hecho parte de Los Rastrojos y que fue baleado en medio de esa guerra que hay contra el Eln, por el control del territorio.

Amigos hasta la muerte

El 16 de agosto pasado, muy cerca de donde mataron a mamá e hijo y a Omar Osorio, también asesinaron a Auden Gélvez Mandón y Carlos Alberto Uribe Márquez. Los dos jóvenes eran amigos y perdieron la vida a manos de presuntos guerrilleros el Eln, según se pudo conocer por parte de las autoridades.

Las características de este doble homicidio eran un tanto más violentas que los anteriores hechos, pues a las víctimas les propinaron alrededores de una docena de disparos y, además, les quemaron la moto en la que se movilizaban. Por inteligencia la Policía ha logrado conocer que presuntamente uno de los jóvenes habría estado vinculado con Los Rastrojos.

Una habitante de Puerto Santander señaló que, “a Pedrito y Auden los mataron en El Dave. Lo que sé es que Pedrito se había abierto de ellos (Los Rastrojos). Él y Auden cobraban la cuota del contrabando de la gasolina. El Eln fue el que mató a esos muchachos por estar en el otro bando”.

‘El Canoero’

Uno de los crímenes que más provocó revuelo entre los habitantes de Puerto Santander fue el de Jainer Jaimes Mejía, ocurrido el 21 de julio pasado. Mientras sus familiares lloraban su muerte y guardaron silencio sobre lo ocurrido, una veintena de personas recobraban su tranquilidad, pues según varias versiones este hombre, que era conocido como ‘El Canoero’ o ‘Yeiner’, fue señalado de estar con Los Rastrojos durante más de una década.

A él lo mató la misma ‘empresa’ (banda). Parece que él quiso abrirse de los cabecillas que estaban en ese momento y por eso le mandaron a dar (asesinar). Creo que solo le quiso trabajar a Brayan (Andrés Felipe Berrio Rúa), por eso lo mataron los de Niche Salva, Los Mellos y Cucaracho”, señaló una habitante de esa zona fronteriza.

El día del hecho los familiares de Jaimes Mejía no pudieron hacer nada para evitar el asesinato, luego de que el pistolero le propinó los seis tiros a ‘El Canoero’ y huyó en compañía de otro hombre que lo esperaba en una canoa en el río Grita, hacia territorio venezolano.

Ellos solo se sentaron afuera de una humilde casa, ubicada en el sector La Isla, de Puerto Santander, a consolarse unos a otros, mientras que las unidades de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) terminaban la inspección técnica.

El cadáver de Jaimes, oriundo de Curumaní (Cesar), quedó junto a una vitrina repleta de pan, donde él intentó esconderse para evitar que lo mataran quienes en algún momento fueron sus cómplices en las fechorías que cometió.

Las autoridades también revelaron que Jainer Jaimes tenía una orden de captura vigente por concierto para delinquir con fines de homicidio y extorsión. “Se presume que la víctima pertenecía a la banda criminal Los Rastrojos”, agregó una fuente judicial. Lo extraño fue que este hombre se paseaba tranquilamente por el casco urbano de Puerto Santander y la Policía jamás lo detuvo.

Entre las muchas historias que algunos habitantes de esa población cuentan hoy con dolor y miedo, sobre lo que supuestamente hacia ‘El Canoero’ con sus víctimas, esta que él tenía un hacha y una cuchilla, a las cuales les puso nombres de mujeres.

“Al hacha la llamaba ‘Sabrina’ y a la cuchilla le decía ‘Catalina’. Cuando ‘Brayan’ u otro comandante mandaba a buscar a alguien para matarlo, le decía a ‘El Canoero’ que fuera, recogiera a la víctima en la casa y lo llevara hasta Boca de Grita”, contó otro habitante de Puerto Santander.

Y para hacerle el viaje más tortuoso a las víctimas –agregó- ‘Yeiner’ lo montaba a la canoa y le mostraba el hacha y la cuchilla y comenzaba a decirle: ‘le presentó a ‘Sabrina’ y ‘Catalina’, ellas van a ser sus amigas por hoy’. “Acá ya se sabía que cuando uno se iba con ese tipo, no regresaba, a mí me hicieron eso, pero me salvé que me mataran, porque logré aclarar el problema que tenía”.

“‘El Canoero’ también se encargaba de pasar grandes cantidades de cocaína hacia Venezuela. Esa droga iba para el Cartel de los Soles, porque uno veía cargando los camiones sin que ningún guardia dijera algo. Este tipo también se encargaba de controlar la venta de drogas en el Puerto, era el que manejaba ese negocio tranquilamente”, agregó la fuente.

Mataron a ‘Velásquez’

La tarde del domingo 19 de julio, dos días antes del homicidio de ‘El Canoero’, en el barrio 16 de Julio, también de Puerto Santander, asesinaron al antioqueño Eldrin Bresned Bedoya Zapata, conocido como ‘Velásquez’. Según las autoridades, este hombre supuestamente hacia parte de Los Rastrojos y la misma banda lo mandó a matar.

El día del suceso se conoció que en la vivienda donde quedó muerto Bedoya Zapata funciona una tienda, y que a las 4:40 de la tarde, arribaron al lugar dos hombres en una motocicleta. Uno de ellos, que es conocido como ‘Orejón’, se bajó del vehículo, entró hasta la casa, habló con la víctima por varios minutos y luego de pedirle una colombina, sacó un arma y le disparó hasta verlo morir.

La Policía informó en ese momento que ‘Velásquez’ frecuentó durante ocho meses los corregimientos Aguaclara y Guaramito, al igual que Puerto Santander y Boca de Grita (Venezuela), donde cumplió algunas cosas que le ordenaban Los Rastrojos, pero con la llegada del Eln a esa zona, lo amenazaron y tuvo que refugiarse del lado colombiano, pero finalmente la misma organización lo habría asesinado.

Y quien mató a Eldrin Bedoya, según la Policía, fue Ramón Edgardo Castillo, alias ‘Orejas’, presunto integrante de Los Rastrojos. El hecho se habría dado en un aparente ajuste de cuentas. Las autoridades hoy ofrecen hasta $5 millones de recompensa para quien entregue información que lleve a la ubicación del supuesto homicida.

Asesinados madre e hijo

Pero diez días antes del asesinato de Eldrin Bedoya; en la vereda El Dave, de Puerto Santander, se registró la trágica muerte de Luz Amparo Acevedo Gélvez y su hijo César Augusto Pérez Acevedo. Las víctimas aparecieron en la mitad de la vía con varios disparos.

La mujer y su hijo eran muy conocidos en esta población del área metropolitana de Cúcuta porque supuestamente vendían comida a domicilio y el día que los mataron, hubo personas que señalaron que unos hombres armados los retuvieron y se los llevaron para territorio venezolano. Horas después aparecieron muertos.

Las autoridades señalaron que en las indagaciones han establecido que los asesinos serían miembros del Eln y que el doble crimen se dio porque Luz Amparo y César Augusto presuntamente eran señalados de hacerles ‘favores’ a Los Rastrojos.

Una habitante de Puerto Santander, que fue desplazada por esa banda criminal, le contó a La Opinión que, “Amparo era la mandadera de Los Rastrojos y la mataron por eso. A ella y al hijo les dieron (balazos) por la vía a El Dave”.

Sin embargo, el día del lamentable suceso, familiares de las víctimas aseguraron que, “ellos vendían comida; César le ayudaba a la mamá a cocinar y salían a repartir la comida por los barrios y en zona rural.

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Sábado, 26 de Diciembre de 2020
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