La guerra por el territorio que vienen sosteniendo en el Catatumbo los Pelusos y la guerrilla del Ejército de Liberación (Eln) no dio tregua durante la celebración católica de la Semana Santa.
El domingo, Rafael Yonny Castillo Sáenz recibió dos balazos y su cuerpo quedó tirado sobre la carretera que desde el sector de Pata de Gallinas en el corregimiento Campo Dos, conduce hacia Tibú.
De acuerdo con el informe preliminar entregado por la Policía de Norte de Santander (Denor), al hombre se le acercaron dos personas que se movilizaban en una motocicleta y le dispararon.
Castillo, próximo a cumplir los 30 años de vida, era agricultor y residía en la vereda Llano Grande, del mismo municipio.
El teniente coronel Rafael Leonardo Torres, subcomandante de la Denor, indicó que las autoridades investigan si Castillo Sáenz tenía alguna relación con los Pelusos, tal como lo indicaron algunos miembros de la comunidad.
Pero lo que sí es claro para Torres, es que el hecho hace parte del enfrentamiento que se viene presentando por el dominio territorial entre el Eln y dicha banda criminal, reconocida por sus nexos con el narcotráfico y por ser la disidencia del Ejército de Liberación Popular (Epl).
De acuerdo con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), desde el pasado 14 de marzo, cuando inició el último enfrentamiento entre esos grupos, más de 20.300 personas se han visto afectadas.
Las comunidades golpeadas por esta nueva ola de violencia son las de San Calixto, El Carmen, Hacarí, Sardinata, El Tarra y Convención. En el Catatumbo, denunció la OCHA, existen “amenazas a la población civil, incluyendo líderes comunitarios, y otros hechos victimizantes, constituyendo infracciones al Derecho Internacional Humanitario y violaciones a los derechos humanos”.
Según los cálculos de la entidad internacional, hay 3.000 ciudadanos confinados y más de 2.000 desplazados, incluyendo comunidades de indios.
