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Otra ‘olla’ a cielo abierto en Cúcuta

100 o 200 dosis de bazuco o heroína se venden diariamente alrededor del parque Cúcuta 300 Años.

Son las 2 de la tarde, del viernes 4 de octubre. El sol está incandescente y la temperatura sofocante. En la pantalla del celular se puede observar que en Cúcuta se llegó a las 42 grados centígrados, algo sorprendente,  que con solo caminar unas cuantas cuadras por el centro se podía sentir ese despiadado calor.

Ni parándose debajo de uno de los arboles que hay en el parque Cúcuta 300 Años, el bochorno se calmaba. Pero algo más preocupante que el calor, es observar como en los alrededores de este lugar, donde la alcaldía de Donamaris Ramírez París invirtió $8.0000 millones para su construcción en aquel lote donde por muchos años funcionó parte de la embotelladora Bavaria, hoy es una guarida de ladrones, drogadictos y jíbaros.

Por la calle 9 entre avenidas 1 y 2, del barrio Latino, justo al frente del parque, hay un pequeño grupo de jóvenes consumiendo drogas. Aunque intentan disimularlo, se puede ver que tienen dos pipas artesanales, donde echan un polvo con algo más y le prenden fuego, saliendo un humo que ellos inhalan. 

Así se van rotando poco a poco las pipas, hasta que todos logran inhalar la sustancia que echaron, quedando en un estado deplorable, algunos de ellos se tiran al suelo, quedándose dormidos, mientras que otros salen caminando rápidamente, llenos de energía.

Volteando la mirada hacia la avenida 1 entre calles 8, 8A y 9, del mismo sector, se puede ver otros dos grupos de personas que también consumen alucinógenos, pero estos lo hacen de manera diferentes, mientras que unos se inyectan con jeringas viejas y hasta usadas, otros tienen un pedazo de papel aluminio donde echan un polvo y con un encendedor lo queman lentamente, hasta que sale un humo que lo inhalan. Entre estos hay unos integrantes de la comunidad LGBTI.

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La reacción al consumir estas drogas es la misma que la del otro grupo que se encontraba sobre la calle 9, mientras unos quedan tirados en el piso dormidos, otros salen caminando rápidamente, pero eso sí, mirando para todas partes como si sintieran que los están persiguiendo.

“Estas escenas ya son muy comunes por este sector”, señaló una persona que también se encuentra en el parque y que no se asombra de ver todos esos jóvenes, que por su condición de calle y al consumir drogas, pareciera que tuvieran más de 40 años.

Y este transeúnte tiene razón, luego de más de un mes de visitar este mismo punto del centro de Cúcuta, se puede observar que fue tomado por una veintena de consumidores, que son habitantes de calle. Un equipo periodístico de este medio se dio a la tarea de registrar diariamente muchas de esas impresionantes escenas.

Algunos de los drogadictos que se dieron cuenta de que estaban siendo fotografiados, decidieron disimular lo que hacían, cubriéndose con sábanas. Lo que se vive en este lugar es una clara muestra de la falta de autoridad  policial y de estrategias de prevención por parte de la Alcaldía de Cúcuta.

Enormes ingresos de los expendedores

Pese a que la administración municipal tiene un vigilante de una empresa privada en el parque Cúcuta 300 Años, muy pocas personas pueden disfrutar de ese espacio de diversión y esparcimiento, pues haciendo un recorrido por el lugar se observa que del mobiliario que alguna vez el mandatario local presumió, hoy queda muy poco.

Además, quienes surten de droga a los consumidores, llegan en motos y se encuentran ahí con sus expendedores, para entregarles las dosis. Una vez reciben el dinero, se van. Todas esas transacciones se dan bajo la mirada inerte, no solo del celador, sino de las personas que por ahí caminan. Por eso, llevar los niños a ese sitio se convirtió en un riesgo.

Diariamente en este punto, los expendedores podrían estar vendiendo entre 100 y 200 dosis, lo que equivale a $500 mil o un millón de pesos, pues cada bolsita de bazuco estaría en $5.000, pero si es heroína, las ganancias aumentarían considerablemente.

Robos constantes

A esta problemática de consumo y venta de drogas, se le suma los constantes robos que se están presentando en la zona. Varios locales del sector han sido víctimas de hurtos. Especialmente en las noches, los delincuentes, que serían los mismos drogadictos, se suben a los techos y llegan hasta donde se encuentran las unidades de los aires acondicionados, llevándose la tubería de cobre, pero también se cargan todo lo que consiguen a su paso.

La Opinión también conoció que varios carros que han dejado estacionados en este punto han sido desvalijados. “El celador que está en el parque para lo único que sirve es para llamar a la Policía de Tránsito y que hagan comparendos a las personas que deciden parquearse unos minutos, bien sea en la bahía o en la calle, porque ni si quiera es capaz de evitar que se roben el mobiliario del parque”, sostuvo un comerciante del sector.

Ante todo esto, los comerciantes y habitantes de esa parte del barrio Latino esperan que la Policía Metropolitana haga algo para evitar que esta situación continúe.

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Lunes, 7 de Octubre de 2019
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