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Terminada la siesta apareció la muerte en San Gerardo
La víctima trabajaba con mercancía de contrabando.
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La opinión
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Martes, 19 de Noviembre de 2019

Sentada y respirando como empujando el aire a la fuerza, estaba ayer la mamá de Luis Fernando Martínez, quien fue asesinado a bala la tarde de ayer, en plena avenida principal del barrio San Gerardo de Cúcuta.

De pronto, la destrozada mujer intentó pararse, pero no lo logró. “¡Ay, Dios mío! ¡Ay, madre mía, ayúdame!”, repetía una y otra vez. 

Y mientras pasaba sus manos por el rostro se quedaba mirando al cielo y apretaba  sus costillas como ayudándose a respirar profundo.

En la misma mecedora en la que Luis Fernando tomó su siesta antes de morir, ayer, su mamá intentaba encontrar consuelo tras el asesinato.

¿Qué pasó?

Eran las 2:45 de la tarde, Luis Fernando, más conocido como Pingomico o Pangana, había terminado su siesta, la que acostumbraba después de cada almuerzo sentado en la mecedora que tenía en la casa de uno de sus tíos.

El hombre, tenía por costumbre estar sentado en un andén de la casa contigua a la de su familiar, así que una vez terminado el descanso, salió sin saber que se encontraría con la muerte.

Los vecinos de esa vía principal solo se limitaron a decir que escucharon los tiros. Pero, nadie se atrevió a entregar información sobre las características del o los asesinos. 

“Él sale y pasan como dos minutos y se escucharon como si fueran unos tiros, pero no pensé que fueran disparos, porque por acá pasan motos que las hacen sonar fuerte y creí que era eso. Luego, supimos que mataron a Pingomico”, narró una prima de Luis Fernando, quien encontró a su ser querido tendido y a un lado una gruesa mancha de sangre. 

“Lo vi tirado, pero ya no había nada que hacer. Estaba muerto”, añadió la mujer.

El hombre, de 49 años, recibió tres tiros directos en la cabeza, por lo que perdió su vida de manera instantánea.

Según sus familiares, desconocían de problemas o amenazas que desencadenaran en el homicidio de su ser querido. 

Más sobre la víctima

De Luis Fernando se conoció que era soltero, sin hijos y era el menor de dos hermanos. 

“Él trabajaba como independiente. Creció y vivió todo el tiempo acá en este barrio. Sabíamos que traía cemento, cabillas o elemento que se pudieran de Venezuela”, dijo la prima.

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