Muy pocos saben que su nombre es William Alexander Calderón Torres, porque desde muy niño se ganó un apodo que no pidió, pero por nacer con labio leporino y paladar hendido, fue llamado ñato. Una condición, que desde siempre fue burlesca, recibió rechazo y hasta excluido en muchas ocasiones.
De su niñez no tiene gratos recuerdos, pues cuando tenía seis años fue abandonado. “Mi mamá me dejó donde una señora llamada Rosario y se fue. Al año y medio le dijeron a mi papá en dónde estaba y él me recogió para luego llevarme dónde unas tías que me ayudaron lo más que pudieron”, recordó de ese duro momento, pero gracias a eso, hoy es un hombre trabajador, echado para adelante y con el don de ayudar a los demás.
Ahora, las redes sociales se han convertido en una voz de aliento para este cucuteño, de 35 años, quien este año se lanzó al estrellado en las plataformas digitales, convirtiéndolo en un hombre seguro y cerrándole de a poco sus grandes heridas.
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A pesar de las adversidades que ha tenido, su buen humor y alegría lo han caracterizado y ha podido relucir en sus videos que hace para “mama gallo”, como dice. Pero que, gracias a esto, se está ganando el cariño de muchas personas que ya lo siguen en Facebook, YouTube e Instagram. Allí se llama Ñato boom.
“Llegué a las redes sociales gracias a dos amigos, Andrés Cantor y Pedro Salamanca, quienes me convencieron a publicar una foto que me tomé en enero, cuando fue viral un video donde le tiran un cilindro de gas a un ladrón, pues me puse una capa, unos antifaces y posé con una bomba de gas pequeña”, dijo el hombre, quien aseguró que esa foto se hizo también viral y desde ahí empezó a crear contenido para las redes sociales, dejando atrás esa pena y vergüenza que sentía por su aspecto físico.
Pero, lo que realmente lo impulsó a hacer videos fue cuando sus amigos le dijeron que si se volvía famoso podía ayudar a más niños de la calle, labor que siempre ha hecho, luego de que se hiciera una promesa desde pequeño, después de vivir momentos que deseó tener y no pudo, como comerse un helado, tener un juguete o simplemente comprar un disfraz.
“En mi niñez yo veía a mis amiguitos con regalos caros y comían de todo y los días de Halloween se podían disfrazar y yo no”, dijo William, pero recordó entre risas que una vez hizo un disfraz con una bolsa de basura encima, y fue muy feliz.
El no disfrutar de esto, se hizo un juramento que hoy cumple con mucho sacrificio y amor. “Me hice una promesa que cuando estuviera grande y pudiera ayudar a los niños de la calle lo haría. Gracias a Dios lo estoy haciendo”, aseveró.
Como al 'Ñato boom' nadie lo empleó por su condición y siempre recibió un “no” cuando tocaba puertas para trabajar. Entonces, decidió rebuscársela para subsistir y por falta de un trabajo, tiene tres.