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Luis Carlos Galán Sarmiento
Luis Carlos Galán Sarmiento, Jorge Eliecer Gaitán Ayala y Rafael Uribe Uribe, sin duda alguna, conforman la trilogía de “Los tres grandes Liberales” de nuestra vida republicana.
Viernes, 29 de Agosto de 2014
Luis Carlos Galán Sarmiento, Jorge Eliecer Gaitán Ayala y Rafael Uribe Uribe, sin duda alguna, conforman la trilogía de “Los tres grandes Liberales” de nuestra vida republicana.

Jorge Elicer Gaitán, con su mensaje “Yo vengo de un gran pais, donde el pueblo es superior a su dirigencia”, marcó un hito en nuestra historia. Rafael Uribe Uribe, con su orientación conceptual “Tenemos que ir a abrevar a las fuentes del socialismo”, trazo un camino de igualdad entre los colombianos, y Luis Carlos Galán, cuando tomó toda la angustia de la clase media colombiana, y se propuso cambiar la dirigencia del pais con un relevo generacional, orientado hacia la lucha frontal contra “la mediocridad, la corrupción, el narco tráfico y la misería”, llevaba consigo el impulso incontenible de un cambio radical, interpretado en su genial consigna “Por Colombia, siempre adelante, ni un paso atrás, y lo que fuese menester sea”.

Y así sucedió. Solo su muerte paró en seco su ilusión, y con ella la de millones de buenos colombianos. Galán también soñaba. Retroalimentaba a diario la utopía. Quería una nueva Colombia, con base en los principios de un Nuevo Liberalismo. Con el poder de los técnicos, de los emergentes sanos, de la reversa intelectual, trabajadora y pensante del pais.  Soñaba con una clase medía con mejor calidad de vida, con unos campos sin violencia y productivos, con una educación de avanzada y con cobertura total, para amortiguar la mediocridad del hombre promedio, en la certeza de que ésta era el caldo de cultivo donde se prohijaba la corrupción y el narcotráfico, con la inmediata afectación de una miseria integral, social, económica y funcional en todos los niveles del colectivo nacional.

“La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la compresión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del pais, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir. Al más modesto de nuestros compatriotas, lo necesitamos en ésta hora de cambio”. Galán se había dado cuenta del cambio del escenario integral del pais. Veía con profunda preocupación, como las fuerzas oscuras y perversas del narco tráfico en yunta malvada con la violencia y la política, estaba permeando, y de manera, la estructura del sistema institucional y privado de Colombia. Por esa razón, su voz de alerta temprana, para despertar la conciencia colectiva del pais, y con ella la participación de todos, en clara sinergia para afrontar con algunas probabilidades de éxito ese reto de su generación, esos “tiempos de violencia, corrupción y barbarie”, que el aguerrido sant
andereano vislumbraba con mirada de afán premonitorio.

Era Luis Carlos Galán, un conductor luminoso político y espiritual de Colombia. También fue un hombre signado por las dificultades, por los obstáculos en su camino. Es normal, cuando se predica y se practica un cambio. Pago un precio muy alto por su osadía radical, por querer borrar de un plumazo la vieja escuela política de las prebendas y de las componendas. Nos enseñó Galán, que si era posible hacer política, con el simple y elemental ejercicio de las ideas. Formó su propia escuela de libre pensadores, de gente sana, despertó a la clase media colombiana y murió en su intento por plasmar su cambio.

Confieso que no forme parte del Nuevo Liberalismo, pero cada año que pasa, con más ponderación, he aprendido a valorar toda la dimensión política, la calidad de estadista y el contenido humano, de éste hombre ejemplar, íntegro, transparente y radical. Tengo la absoluta certeza, que Luis Carlos Galán Sarmiento, de haber sobre vivido, hubiera orientado al pais hacia unos mejores y participativos horizontes. Era la única persona, que hubiese podido enderezar el rumbo del pais en los próximos pasados y presentes tiempos de tormenta. Pasaron ya veinticinco años de su magnicidio, y como lo extrañamos aun los colombianos…





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