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“Me siento perseguido políticamente”: sargento Guarnizo

El sargento del Ejército Pedro José Guarnizo Ovalle estuvo secuestrado por las Farc durante más de cinco años (desde 1997). Superado ese drama, hoy vive uno peor: fue condenado por el Tribunal Superior de Villavicencio a 33 años y siete meses de prisión, como coautor del delito de homicidio agravado, por la muerte de cuatro personas ocurrida en el Meta en 1992. Ante el peso de la condena, dice que el Ejército lo dejó solo.

El tolimense tiene 30 años de servicio como militar, lo que lo convierte en el suboficial más antiguo de la institución. Aseguró a Colprensa que para él es más difícil estar condenado hoy que todo el tiempo que estuvo secuestrado, porque su panorama es desalentador, mientras cuando estaba en manos de las Farc tenía la esperanza de que lo rescataran.

De esa día de su liberación, en mayo del 2003, recuerda que por un milagro no murió, pues los captores masacraron al exgobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, al exministro de Defensa Gilberto Echeverri y a ocho militares (también plagiados). Por eso dice que aunque no les guarda rencor a las Farc, no podrá perdonar nunca el asesinato de sus compañeros de secuestro.

A la magistrada que lo condenó a pasar prácticamente lo que le queda de vida en la cárcel le pide que lo conozca y le asegura que él no es el delincuente que hizo ver la Fiscalía. De todos esos asuntos habló con Colprensa.


- ¿Por qué usted fue vinculado al proceso judicial por el que ahora lo condenaron?

En noviembre de 1992 llegamos al caserío Puerto Unión (Meta) a hacer un control militar. De allí partimos el 15 de noviembre hacia Las Cumbres. Luego me ordenaron ir a El Dorado, posterior a eso me recogieron para llevarme al batallón y después me enviaron a Vistahermosa, que está a unos 99 kilómetros de Puerto Unión. Allí me ordenan realizar la cena de Navidad, para los mismos días en que ocurrió la masacre.

- ¿Quién es el testigo de ese hecho en cuyo testimonio se basó la condena?

Es Olga María Triana. Ella estuvo el día de los hechos junto con trece personas más y dice que quienes cometieron el ataque estaban encapuchados, pero también aseguró reconocerme, cuando yo nunca estuve el día de los hechos en la zona. La mujer no es familiar de las víctimas.

- ¿Quiénes murieron en el hecho por el que usted fue sentenciado?

Leovigildo Castellanos y Dúmar Castellanos, el primero padre del otro. Mediante investigaciones pudimos saber que Leovigildo era hermano de alias 'Romaña'. Los otros dos son Gustavo Jaramillo e Ignacio Gutiérrez.

- ¿Cuándo se enteró del proceso en su contra?

A mi me secuestraron el 2 de junio de 1997 y pasé casi seis años en manos de la guerrilla. A los seis meses de haber recuperado la libertad llegó la Fiscalía a tomarme declaraciones y comenzó a preguntarme si conozco Puerto Unión (Meta); dije que sí había estado allá. Comenzó a indagarme de Puerto Unión y les hablé de mi paso por allá, el 15 de noviembre. Cometí el error cuando me preguntaron que el 20 de diciembre dónde me encontraba y dije que en permiso. De ahí se pegó la Fiscalía y cree que estoy ocultando cosas. Mis abogados averiguaron y me dijeron que me estaban acusando de una masacre el 20 de diciembre.

- ¿Cuando lo capturaron?

Luego de que terminó mi tiempo en el Batallón Sucre de Chiquinquirá (Boyacá) salí trasladado para San José del Guaviare; de un momento a otro llegaron como 30 policías a detener al hampón más grande de Colombia. Eso fue el 11 de agosto de 2006; llegaron dos Fiscales a hacer la orden de captura, pero el Ejército dijo que se hacía cargo de mi detención.

- ¿Cómo empezó a vivir el proceso?

Yendo a todas las audiencias; la Fiscalía iba con todo. Para mí, hubo falsedad en declaraciones y testigos manejados. Lo que llevamos (con los abogados) todo fue transparente. Al abogado mío le tocó meterse en el archivo muerto del Batallón 21 Vargas (de Granada - Meta), el pelotón que estaba conmigo, y llamar a diferentes empresas para que les dieren permiso de venir.

- Usted dice que ganaron el primer juicio de manera transparente. ¿Cómo desvirtuaron los argumentos de la Fiscalía?

Todas nuestras declaraciones se vieron que no eran infundadas y ganamos muy transparentemente el juicio. Salí absuelto el 2009 y la Fiscalía no apeló la determinación del Juzgado Primero (de conocimiento) de Villavicencio; sí lo hicieron los abogados de la parte civil (víctimas), de un grupo que se llama Renacer.

- ¿Qué pasó con esa apelación?

El proceso pasó a archivo y allí duró casi tres años y medio. Hace seis meses lo subieron para estudio. Lo extraño es que durante ese tiempo cambiaron el grupo de trabajo del Tribunal, a los tres magistrados, y metieron a una magistrada hace como mes y medio, que en tiempo récord tumbó la sentencia y me condenó a 34 años.

- ¿Cuántas personas junto con usted fueron procesadas por la masacre?

Para este proceso habíamos dos: Ramón Ropero y Pedro José Guarnizo. Al parecer, por lo que se ha investigado, todas las personas involucradas fueron asesinadas. No tengo velas en ese entierro, pero sí estoy asustado por la muerte de Ropero, porque el salió el día que salí yo y ahorita lo mataron (…) Van a lograr acabar con mi vida, para mi son 34 años de cárcel, seis años secuestrado y otros tres que ya estuve detenido.

- ¿Cree que usted es una persona perseguida, ya sea por la justicia o por las mismas Farc?

Me siento perseguido políticamente, mi vida está en peligro. Quiero dejar esa constancia. He sido víctima de amenazas; me la paso cambiando de casa y de ciudad. Soy un enemigo público tanto de las Farc, como de los paramilitares y de la justicia. El año pasado este señor ‘Car’e Cuchillo’ denuncia que yo trabajaba con él y que participé en la masacre de Mapiripán (Meta), el asunto radica en que ahí no necesito testigos; me tocaría traer a toda la guerrilla que me tenía secuestrado, para que declare a favor mío, porque yo me encontraba secuestrado desde el 2 de julio y la masacre fue el 17 de julio; pese a eso, este señor denuncia que estuve con él en Mapiripán.

- ¿Qué pasó con su carrera militar a raíz del proceso?

No me han ascendido, llevo 11 años en el mismo grado. Debería tener el grado más antiguo de los suboficiales, que es de sargento mayor, pero no he podido, por este caso. Soy el suboficial más antiguo del Ejército. Lo digo con orgullo.

- ¿Su familia cómo ha afrontado el lío jurídico?

La guerrilla, los paramilitares y la justicia no me han dejado ser ni un padre, ni un hermano, ni un esposo, porque siempre me han tenido bajo una presión que no sé quién está detrás. Presumimos que quienes están detrás de todo son la gente de 'Romaña'. Mi hija menor, de ocho años, me dijo que si yo me iba para la cárcel ella se iba conmigo. Tengo miedo de que mi niña viva lo que pasó su otra hermana mayor, que no tuvo un padre por culpa del secuestro. Mi mamá murió cuando yo tenía tres años, por eso digo que no he podido ser hijo. Mi padre es alguien a quien quiero mucho, pero por la misma forma de ser yo, desde los nueve años he sido solo.

“QUIEREN DAÑAR AL EJÉRCITO”

- Usted ha dicho que le quieren hacer daño a alguien más además de a usted…

Cuando salí del cautiverio fui un héroe para esta Patria, por haber aguantado tanto tiempo y salir con vida. Entonces, qué más si se le quiere dañar la imagen a la institución, que hacer quedar mal a sus alfiles. Por eso la guerrilla arremetió contra mí y se cogió de este proceso. Es por lo que digo que hay fuerzas oscuras detrás de todo, que no me quieren hacer daño solo a mí, sino a la institución.

- ¿Apelará la determinación del Tribunal?

Vamos para casación, el problema es que defenderse de la justicia en Colombia es lo más caro que hay en el mundo. Para ir a una casación hay que, por lo menos, conseguirse cien millones de pesos, dinero que no tengo; esta es la hora que no he podido pagar lo de la primera defensa. Los únicos bienes que tengo son mi señora y mis dos hijas, pero prefiero pagar los 34 años, antes que venderlas a ellas. Quiero darle la cara al país, me han aconsejado que me vuele, que pida asilo político, pero quiero afrontar esto.

EL SECUESTRO

- ¿Cómo fue el secuestro del que usted fue víctima?

Pertenecía al Batallón de Fuerzas Especiales No. 3, acantonado en Tolemaida, para 1997. Se tuvieron informaciones del secuestro de un teniente, quien posteriormente fue compañero de cautiverio y falleció el día del rescate. Fuimos a esas operaciones. Éramos 25 hombres y los guerrilleros 800. Cuando me rodeó la guerrilla pensé que era el apoyo. Me di cuenta que ocho hombres y dos mujeres me apuntaban y accionaban sus armas; no tenía munición. Me ataron de las manos y pasaron el lazo por debajo de las piernas y lo amarraron a mi cuello. A los heridos los mataron y al capitán lo picaron a machete.

- ¿Qué le dijeron sus secuestradores en ese momento?

Hicieron una reunión en la que estuvo alias ‘Karina’, quien dijo que yo era militar y que me debían matar: “Ese perro hay que picarlo”. Dijo que si me dejaban en manos de ella me mataba. Allí estaban, además alias ‘Manteco’, ‘Isaías Trujillo’ y ‘El Mocho Mario’. Hablaron y llegaron a la conclusión de que había una persona muy importante para ellos que estaba en la cárcel de Antioquia. Luego me dijeron que me iban a llevar a donde un compañero mío que era el teniente Tapias.

- ¿Qué siguió para usted en el secuestro?

A los ocho días se volvieron a reunir, pero no estaba ‘Karina’; nos llevaron una hojas para que hiciéramos cartas al Senado, al Presidente, a la Cruz Roja y a la Gobernación de Antioquia, con las que debíamos solicitar que fuera liberado alias ‘El Paisa’. Por principios, por amor propio y por la fuerza nos negamos a hacer las cartas. Por eso recibimos tortura y maltratos. Sorpresivamente, a los seis meses dejaron libre a ‘El Paisa’; no sé por qué. Digo que si hoy hay que juzgar a alguien por la muerte de mis compañero de secuestro, es a la justicia, que dejó libre a quien años más tarde ordenó semejante barbarie.

- ¿En qué momento lo reunieron con el exgobernador de Antioquia Guillermo Gaviria y su asesor de Paz, Gilberto Echeverri?

Cinco años después, cuando los secuestran a ellos, nos reúnen. Cuando llegaron al campamento donde nos encontrábamos se les hizo extraño que a algunos se nos salieran las lágrimas al saludarlos. Vestíamos como guerrilleros, porque ellos nos daban esa ropa, ellos nos dijeron: “Muchachos, espero que nos traten bien”; cuando les dijimos que éramos militares, el doctor Gilberto se puso a llorar. Desde ese momento nos convertimos en sus salvaguardas. Los ayudábamos a espulgar los pescados, quitándoles las niguas, lavándoles la ropa. Cuidándolos, cuando no podían hacer algo, especialmente al doctor Gilberto, por la edad que tenía y por la enfermedad de su cáncer de piel.

- ¿Cómo llegan los militares que pretendían finalizar con su secuestro?

A la orilla del río donde desemboca una quebrada vivía una familia y la guerrilla la desplazó, para poner allí a su gente; a los habitantes de la región no les gustó lo sucedido, fueron al campamento y nos vieron. Luego denunciaron, de allí partió la operación.

- ¿Cómo sobrevivió durante ese fallido rescate?

Ellos (los guerrilleros) llegaron a rematar y dispararon desde una distancia de tres metros. Yo caí en medio de dos camas en un espacio muy pequeño. Me hice el muerto, ellos se retiraron y todo el mundo estaba en el piso; ‘El Paisa’ ordenó que retrocedieran y que nos rematara a uno por uno. Entraron y le pegaron más de 20 tiros al exgobernador; yo estaba mirando hacia el piso, pero solo me impactan en el brazo. Entre las cosas de las que no me voy a olvidar es de que caí boca abajo cubriéndome la cara y fue porque le pedí a mi Dios que no me fueran a destrozar el rostro, para que mi familia me lograra reconocer; ya me daba por muerto. Fueron cosas de mi Dios, que me dejó salir con vida, para que afrontara este problema que ya tenía afuera.

“FUE MÁS FÁCIL EL SECUESTRO”

- ¿Qué ha sido más difícil el secuestro o estar condenado?

Es más difícil lo que estoy afrontando actualmente. El secuestro fue de fuerza, esto es de tristeza, de desasosiego y de no saber qué hacer. Cuando estaba con la guerrilla tenía la esperanza de que llegaran las Fuerzas Militares a rescatarme, pero de aquí ¿quién me va a salvar?, solo mi Dios o esperar un ‘pepazo’ de los sicarios que tienen contratados las fuerzas oscuras.

- ¿Por qué escogió el Ejército como su profesión?

De niño les tenía pánico a los militares, los veía llegar con su camuflado y me escondía (…) En un momento me enfermé de tifo y luego de sufrir un accidente en el que casi pierdo un dedo vi que mi vida no tenía ningún sentido; un día pasé frente a un afiche de un soldado y estaban como 20 personas haciendo cola; pregunté que hacían y me dijeron que iban a prestar servicio. Se me iluminó el cerebro y me metí. Eso fue en noviembre de 1982.

- ¿Qué piensa ahora de su institución?

Me siento solo. El Ejército me ha dejado solo.

- ¿Y de la magistrada que lo condenó?

Quisiera que me conociera; que supiera quién soy yo, que no está condenando a un delincuente, como lo dijo la Fiscalía, sino que está condenado a una persona que le ha querido servir a Colombia. Que se ha caído una y mil veces y se ha vuelto a levantar sin apoyarse en nadie.

- ¿Cómo ve su futuro?

Duro si es en una cárcel. No creo que pueda soportar estar encerrado entre cuatro paredes, sin la presencia de mis hijas y de mi señora.

- ¿Ha podido superar las secuelas del secuestro?

No he podido. En Bogotá no puedo montar en un bus lleno, tengo que ir con alguien que me conozca, por eso gasto tanta plata cuando vengo a esta ciudad, porque siempre pago taxi. Donde hay mucha gente me asusto. Estos problemas me tienen acobardado, solo quisiera estar encerrado, pero al lado de mi familia.

Viernes, 11 de Enero de 2013
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