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Avisos de prensa de hace 115 años (2)

En las ediciones de principios de 1904, pueden leerse algunos mensajes.

Los que llamamos hoy “clasificados de prensa”, existen desde que salió la primera publicación periódica. Con la evolución de los medios, éstos han ido perfeccionándose y aún más, diversificándose, al punto que paulatinamente han disminuido su incidencia en cubrimiento de los costos, algunos medios, incluso los han suprimido o simplemente los han trasladado a sus ediciones digitales, mucho más fáciles de controlar, de consultar y de recaudar.

En los periódicos de finales del siglo XIX y principios del XX, cuya circulación era bastante restringida y sus lectores constituían una selecta minoría, aún en los países del mundo moderno, los ‘avisos’ iban orientados hacia un segmento de la población bien específico y solamente cuando los medios comenzaron a masificarse, estos ‘avisos’ fueron considerados una fuente ‘interesante de negocio. El periódico El Trabajo, de la primera década del siglo pasado, dedicaba una buena cantidad de sus espacios a promocionar las necesidades de sus clientes y lectores con la publicación de ‘avisos’ que cumplían con la función de informar al público de las novedades de sus actividades y servicios comerciales, pero también de comunicar o de notificar sucesos de interés. Repito la observación escrita en la pasada crónica relacionada con la ausencia de dirección en los avisos. Sólo en casos muy particulares, como la apertura o inauguración de un local o su traslado era necesario indicar la dirección; igualmente, eran pocos los avisos en los que se indicaba el número telefónico, que en aquella época era de solamente dos dígitos. Entendible, si se considera la escasísima cobertura de la red telefónica, cuando apenas la telefonía comenzaba a desarrollarse y la fortuna de existir en la ciudad una de las primeras centrales telefónicas del país.

En las ediciones de principios de  1904, pueden leerse algunos de los siguientes mensajes, los cuales transcribo respetando la redacción y ortografía utilizadas en ese tiempo: “En la Nevería del Niágara se hacen toda clase de trabajos de Mecánica y Herrería, como también montura y reparación de trapiches, ruedas hidráulicas, motores de vapor y maquinarias en general”.

En diciembre de 1903, la ciudad de Pamplona era escenario de unas ferias y fiestas que finalizaban el día 1°, razón por la cual, la Junta Directiva de los festejos publicó el siguiente aviso: “CASTRO VIENE a rematar los juegos. En Pamplona el 1° de Diciembre! Que se amuele la espuela, porque aquí le espera una competencia máuser. ¡Qué buenas van a estar las Fiestas! ¡Y qué feria la que se prepara!  

Al respecto de este ‘aviso’ confieso que no logré interpretar el sentido que la Junta quiso darle, cuando revela que “viene Castro”, y menos lo que significaba entonces “una competencia máuser”.

Pero sigamos. Abel Santos y Samuel Rey R. Abogados publicaban un aviso en el que informaban que “se encargaban constituir comisiones de arbitramento para fallar las controversias que se sometan a su decisión”. Debían ser muy conocidos, pues no indican dirección ni otra forma de comunicación.

Y qué tal este, “…se arriendan unas casitas en el barrio El Llano.  Entenderse con Ángel Ignacio Flórez”.

El aviso de estos ‘supuestos’ abogados, facilitaba su contacto y todo porque su clientela estaba regada por toda la entonces Provincia de Cúcuta: “Pablo Pérez C. y Manuel V. Sánchez. Asociados, se encargan de la gestión de negocios judiciales y administrativos en los Circuitos de esta Provincia. Oficina: Calle de Nariño, dos cuadras al occidente de la Plaza de Santander”.

El negocio de la finca raíz era uno de los más atractivos y tanto antes como hoy, se pueden leer avisos promocionando esta actividad. A principios del siglo pasado se veían avisos como los siguientes: “Aristides Verjel. Ofrece en venta varias casas, para familia unas, y otras para negocios, situadas en los puntos más adecuados y ventajosos de la población de Salazar; así como, varias Haciendas productoras de café, con su correspondiente terreno para huertas, caña de azúcar, etc. situadas en el vecindario del municipio mencionado.  Entenderse con su apoderado general, señor Ramón Boada M. en Salazar, o con el suscrito en ésta, casa de los señores Jácome & Verjel. Se aceptan proposiciones de canje por fincas en esta ciudad”.

Dentro del mismo sector económico, Eduardo R. Armas, publicaba éste: “Se vende, una casa con agua dentro y buen solar, a precio de situación. Entenderse con el suscrito en el establecimiento ‘La Nevería del Niágara’”.

Don Julio Meléndez, ofrecía en venta “una casa en el barrio El Llano; para lo cual había que entenderse con Cástor Santander”. Así sin más. Por su parte, Clímaco Moros, fabricante de adobes, vendía una casa en la carrera del Magdalena (avenida once de hoy). En sus avisos, aprovechaba para ofrecer sus productos, adobes grandes y pequeños a un precio de $5 y $4 el centenar, respectivamente.

¡OJO! ¡OJO! ¡OJO! Se titulaba un aviso pagado por Aristides Ramírez B., para ofrecer sus ‘fincas raíces’. “Se venden, en condiciones muy ventajosas o se alquilan por largo tiempo, las siguientes fincas raíces: una casa en Pamplona, contigua al almacén de don Manuel Clavijo. Otra en Salazar, en la Plaza Principal, con local para almacén y depósito de mercancías  y casa de ‘sinc’ para en época de temblores trasladar los dormitorios. La hacienda denominada La Palma, a un cuarto de legua de la ciudad, con dos casas de teja, varias de paja, plantaciones de cañas dulces, molino hidráulico, potreros y huertas de ‘pancojer’ y café frutal. Otras casas en la ciudad, más pequeñas y algunas posesiones agrícolas”. Para hacer negocio bastaba preguntar por don Aristides en Salazar y listo.

Finalmente, don Vicente ‘Corso’, publicaba el siguiente aviso: “¡OJO! El suscrito da en venta un solar grande al sur de esta población, con abundante agua, sembrado de ricos naranjos, cocos, curas bolivianas e infinidad de árboles frutales y de caña criolla. Además, le corresponde al solar, los mejores baños que tiene esta población, titulados El Danubio. Se da por la mitad de su valor”.

Las hermanas Mercedes y Concepción Salas Nieto, ofrecían en arriendo en San Faustino, unos potreros con capacidad para cebar hasta 300 novillos. Para cerrar el negocio debían contactarse con ellas, en la ciudad o con el  señor Rodolfo Navarro en San Faustino.

Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

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Sábado, 8 de Junio de 2019
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